Ilustración: Lenin Auris / DeChalaca.com 

Hay futbolistas de los que suele decirse que son una sola camiseta. Hay otros futbolistas de los que suele decirse son de contexto local. Hay futbolistas de los que se dice son talentosos, pero carecen del biotipo necesario para destacar en el primer nivel.

Pero hay futbolistas que se sobreponen a todas esos antejuicios y, en la cancha, donde las papas queman, demuestran que son cracks superlativos. Así se contará la gran historia de Luis Miguel Rodríguez Ardiles (Simoca, 1 de enero de 1985). Ya entrado en los treinta, así como alguna vez tuvo que ser albañil o pintor para ayudar a su familia, se animó a emprender una aventura: dejar al Atlético Tucumán en el que es más que un prócer para ponerse la camiseta roja y negra de Colón a surcar los mares de América. Pero una 'Pulga' mágica no es un polizonte: estaba hecha para picar alto, para capitanear la carabela sabalera al gran sueño de su historia.

Y así, con la 'Pulga' al comando, Colón pasó por Lima, Montevideo, La Paternal, Maracaibo y llegó a Belo Horizonte para consumar su propio 'Mineirazo'. Allí donde Rodríguez hijo se paró frente al arco de Cleiton para, una vez más, picar. Picar esa pelota para homenajear con grandeza al padre recién fallecido. Para no derramar una sola lágrima porque a él lo habían formado así, sonriente ante la adversidad. Por lo cual perder esa final de 'La Olla' asunceña rebosante de sabaleros a coro de Los Palmeras fue un golpe, pero no una mancha que opacara en modo alguno que Luis Miguel Rodríguez, simplemente el 'Pulga', fuera el mejor jugador de la Copa Sudamericana 2019.

Ilustración: Lenin Auris / DeChalaca.com


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