Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comAunque resulte demagógico y a un acomodo a la realidad, la final entre Brasil y Perú era una que se podía esperar luego de Rusia 2018 por ser la bicolor la única selección en mantener el proceso y no estar inmerso en un proceso de cambio generacional.

Manolo Núñez | @Manolonf
Columnista Editorial

Acabado el Mundial en Rusia, varios amigos me preguntaron qué venía para Perú de cara a la Copa América 2019. A todos les dije que la selección era la mejor ubicada para llegar a la instancia final junto con el anfitrión, quien era (y es) la mejor selección de la Conmebol.

¿En qué se basaba esta audaz creencia? A que Perú venía sosteniendo un proceso que había iniciado desde antes de la llegada de Ricardo Gareca, y que si el argentino renovaba, garantizaba seguir por el mismo camino con jugadores que ya conocía y todavía tenían techo para crecer. Esto no quiere decir que la selección sea sin discusión una de las mejores del mundo, pero para el concierto sudamericano era un rival a tener en cuenta.

Si bien Uruguay mantiene el proceso de Óscar Washington Tabárez y Colombia sigue con la misma base de jugadores, en el caso de la celeste sí existía la necesidad de emprender un cambio generacional -que ha llevado con éxito con la aparición de Lucas Torreira, Rodrigo Bentancur y Federico Valverde-; mientras que en Colombia si bien ya contaba desde el año pasado con una base de futbolistas, la salida de José Néstor Pékerman los ponía en una desventaja comparativa con Perú.

Perú ha sostenido un proyecto con el mismo equipo. (Foto: Prensa FPF) 

Misma situación en los casos de Ecuador, Chile, Paraguay y Argentina, quienes han pasado por procesos de cambio. Quizás solamente Venezuela cumplía en parecerse a Perú dado que el proceso de Rafael Dudamel viene desde la eliminatoria pasada con una base joven de jugadores, pero que por su misma juventud todavía carecen de la jerarquía que la selección de Gareca ha demostrado incluso en la adversidad.

De más está decir que los amistosos luego del Mundial hicieron creer que mi perspectiva era solo una idea alocada basada en un exceso de optimismo. Pero, en una Copa América llena de sorpresas e irregularidades, se ha terminado dando lo impensado por muchos y lo esperable por pocos. Perú jugará su segunda final de Copa América luego de 44 años en el Maracaná. Un nuevo hito de esta generación de jugadores dirigida por Gareca, que sigue demostrando que la fortaleza mental de este grupo parece no tener límites.

Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
Fotos: Prensa FPF


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