Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comLos partidos amistosos admiten todo tipo de lecturas según quién quiera sacar algún tipo de provecho de ellos, desde el que paga por una entrada cara para ver alguno hasta el que quiere minimizar cualquier clase de riesgo. Para Perú, en balance, haber elegido a un duro rival como Colombia antes de marcharse a la Copa América es bastante útil.

    Roberto Castro | @rcastrolizarbe
    Director General

¿Para qué sirve un partido amistoso? La pregunta es muy amplia y seguramente las respuestas diferirán según el interlocutor del que se hable. El hincha, mientras más fanático, suele afirmar que para él no existen los amistosos: quiere ver siempre ganar a su equipo y punto. El futbolista o incluso el periodista idealistas, de esos que enarbolan la defensa de conceptos y filosofías detrás del balón, responderán que cuando ellos salen a la cancha solo les interesa anotar en el arco contrario, por lo que cualquier partido le da absolutamente igual.

En la otra orilla figurarán jugadores más calculadores que, con honestidad y pragmatismo, responderán que un amistoso se juega a otro ritmo para no exponer el cuerpo a lesiones y guardar energías para cuando los puntos estén en juego. El comentarista más analítico, frío, señalará que un amistoso sirve como test para medir capacidades y evaluar funcionamientos. El entrenador, casi en la generalidad de los casos, tenderá a descargar de estrés al amistoso y señalar que le sirve para observar y corregir: su negocio es, por naturaleza, que la tensión que el saldo de un partido ofrece sea la menor posible.

Existe incluso, en el extremo, el estadístico quisquilloso -de los que en DeChalaca habemos algunos- que señalará que el amistoso es un problema porque según quiénes lo jueguen y otros factores puede introducirse datos irrelevantes a una muestra tal como la campaña de una selección, por ejemplo, por lo que nos haría más felices que todos los partidos fueran oficiales. La marcianada vale para ilustrar cómo y por qué la visión de un encuentro en el que los puntos no están en juego es bastante más disímil que un encuentro de calendario regular que en general todos saben que quieren ganar y por qué lo quieren ganar.

Colombia no dudó en luchar con seriedad ante Perú. (Foto: Álex Melgarejo / DeChalaca.com) 

En esa línea, discutir que Colombia haya puesto en el Monumental más pierna fuerte que en un amistoso promedio o que el árbitro haya optado por dar continuidad a una jugada que "bien pudo anular" es un sinsentido: cada uno se tomó el partido como mejor creyó. Sí vale, más bien, entender que para la selección peruana estos encuentros jugados en el Monumental de modo previo a la Copa América son útiles en tanto su capacidad de introspección y autorrevisión sea alta.

Por eso, tranquilizan las declaraciones -maduras y coherentes- de Paolo Guerrero a la televisión al finalizar el cotejo, en las que el capitán peruano enfatizó la importancia de haber obtenido lecciones valiosas sobre qué no hacer ante algunas circunstancias adversas: cómo no marcar o cómo no reaccionar, por ejemplo. Fue saludable observar cómo un jugador en otros momentos temperamental y con facilidad para el desborde es un mundialista maduro de 35 eneros que le transmite a su colectivo -no solo el de once, sino el de 32 millones- la capacidad de entender fácilmente qué está en juego en un amistoso -nada- y qué puede rescatarse de ese tipo de partido -bastante-.

Entonces, pierden un poco de piso las discusiones de bar en las que se esgrime que es mejor no jugar amistosos scontra seleccionados de alto nivel en una despedida porque se expone al equipo a un mal ambiente ante el riesgo de un resultado muy negativo. Este signo de inmadurez no es solo peruano: Argentina eligió irse a Rusia 2018 tras un encuentro ante Haití y esta vez escogió a Nicaragua como comparsa. Okey, puede que se diga que el de Lionel Scaloni es un equipo en formación y que por tanto es mejor que pula sus piezas sin tantas exigencias. ¿Y a un colectivo consolidado como el Perú de Gareca que le conviene? ¿No es, acaso, el mayor nivel de reto posible para así desnudar errores y enmendarlos a tiempo?

La gran baja para la Copa América será Paolo Hurtado. (Foto: Álex Melgarejo / DeChalaca.com) 

A lo mejor lo único que termina no importando de manera universal en amistosos es que ellos no generen lesiones. Paolo Hurtado causó baja con su fractura en el quinto metatarsiano, pero se lesionó solo: no por la pierna fuerte de algún colombiano. Incluso la roja a Yoshimar Yotún por caer en la provocación de Yerry Mina sirve para que el volante de Cruz Azul caiga en cuenta de que aún no ha superado del todo su tendencia a la reacción sin sentido y que debe trabajar en ello.

Por todo eso, haber jugado contra dos buenos equipos como Costa Rica y Colombia antes de viajar a Brasil ha sido una buena idea, así en el último caso haya costado tres duros goles en contra.

Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
Fotos: Álex Melgarejo / DeChalaca.com


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