Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comPaolo Guerrero regresó a las canchas y debutó con un gol con la camiseta de Internacional. Al margen de la alegría natural por su retorno, ¿no debería ser motivo de preocupación que las esperanzas ofensivas de la selección se posicionen en un atacante que ya tiene 35 años?

Adrián Cabrejo | @adriancabp
Director periodístico

Para nadie es un secreto que la selección peruana extraña a horrores al Paolo Guerrero de la Eliminatoria. Por eso su regreso tras la suspensión y sobre todo su debut con gol resultaron una excelente noticia para el aficionado que seguramente no se encuentra muy optimista luego de la derrota ante El Salvador.

Pero al margen de lo positivo que resulta ver de regreso a un extraordinario futbolista, sí es preocupante que buena parte de las esperanzas de Perú en ofensiva se centren en un atacante de 35 años que viene de una para prolongada. No es una crítica al capitán de la selección, que tiene el gran mérito de no haberse derrumbado a pesar de todo, y que navegó contra la corriente para regresar y marcar en su primer partido con Internacional. Es una crítica al sistema en general, a los clubes peruanos que siguen sin ser capaces de formar bien a los delanteros.

Por eso tampoco sorprende que hasta hace muy poco algunos pidieran el regreso de Claudio Pizarro. La realidad es una sola: no tenemos delanteros de peso que tomen la posta. Guerrero puede tener un estado físico envidiable, pero no durará siempre. Ni siquiera podemos asegurar que terminará la Eliminatoria rumbo a Qatar.

 

Con 35 años ningún futbolista debe asumir un rol de pilar fundamental en el engranaje de un equipo. Guerrero no asumirá ese rol en Internacional. Ahí será una especie de ayuda extra para un ataque que ya era poderoso antes de su llegada. En Perú lo hará por la falta de opciones de jerarquía para comandar la ofensiva, pero la realidad es que no debería ser una solución a los problemas, sino un complemento.

A pesar de todo, seguramente Perú se encomendará una vez más a él para que comande su ataque en la próxima Copa América. Salvo una lesión, llegará con ritmo porque su equipo todavía debe afrontar las finales del Campeonato Gaúcho, tres partidos más de la Copa Libertadores y hasta cinco o seis encuentros del Brasileirao.

Esta etapa de Paolo Guerrero en la selección debería parecerse a la de Marcelo Salas en el inicio del ciclo de Marcelo Bielsa en Chile: la de un jugador referente, capitán, que podía servir de apoyo en algún momento puntual. Lamentablemente el contexto en el que se encuentra Perú hace que eso no sea posible.

 

Guerrero volverá porque es indiscutiblemente el mejor atacante peruano en términos jerárquicos, algo que debe alegrarnos y preocuparnos al mismo tiempo. Ricardo Gareca tiene tarea, pero los clubes también porque en más de una década no fueron capaces de formar a una camada de delanteros que aspiren a ocupar realmente ese puesto.

Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
Fotos: EFE, Prensa Internacional SC


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