Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comLas dos primeras jornadas de la Liga 1 han dejado más dudas que respuestas en cuanto al estado de los gramados. Si bien hay una comisión que se encarga de dar la aprobación a las canchas, se siguen viendo estadios donde prácticamente se hace imposible jugar al fútbol, ¿cuál es el meollo de este problema y cómo enfrentarlo?

    Eduardo Tirado | @EduardoTL
    Redactor

Antes del inicio del torneo peruano, la Comisión de Licencias realizó la inspección de los estadios que serían casas de cada uno de los clubes, de manera que estos puedan regular la situación de sus localías para afrontar el campeonato de la mejor manera. De hecho, se realizaron las observaciones pertinentes a aquellos recintos que todavía no se encontraban en las condiciones adecuadas para practicar fútbol y se dio plazos para remediarlas antes del comienzo de las jornadas. De esta forma, se esperaba que los céspedes lucieran su mejor forma para que así no haya ningún tipo de inconveniente a futuro. No obstante, apenas han pasado dos fechas de la Liga 1 y ya se pueden observar campos en mal estado, por lo que más de uno se pregunta cómo es que la comisión les otorgó la aprobación.

En referencia a lo anterior, la organización del torneo se escuda, básicamente, en la siguiente premisa: “En las fechas correspondientes, se realizaron las inspecciones y apuntes para que los diferentes estadios se subsanen y queden aptos para disputarse los partidos de cara al inicio del torneo. Lo que suceda después de la revisión, entonces, es total responsabilidad de cada club”. En parte, es cierto que, una vez dado el visto bueno, cualquier eventualidad posterior escapa, de alguna manera, de las manos de los organizadores, pues ellos confían en la buena venia de los equipos para mantener sus gramados en excelentes condiciones. No obstante, entre la teoría y la práctica, hay una larga distancia.

Es conocido que la mayoría de los problemas con el césped se encuentran en los estadios que se sitúan fuera de Lima, sobre todo, según lo que se ha podido observar en la primera jornada con el IPD de Moyobamba y en la segunda con el Cristo El Señor de Cajamarca. La crítica destructiva siempre va a estar y se cuestiona constantemente cómo es que tal o cual estadio logró conseguir la aprobación para que pueda ser el fortín de algún equipo, deslizando cualquier tipo de sospechas que se mueven desde los favoritismos por algún club en especial o los supuestos arreglos bajo la mesa y los malos manejos del comité organizador. De por sí, se concibe imposible que estos estadios puedan acoger un enfrentamiento, cuando supuestamente ha habido un chequeo anterior que debía asegurar la mayor comodidad para practicar el deporte.

 

Acerca de lo mencionado, la crítica se estanca en el facilismo de culpar a diestra y siniestra a los clubes y la organización, o ver fantasmas donde no hay, mientras que poco se hace o se discute sobre cómo se puede hacer para que todas las canchas que albergan los duelos de nuestro torneo tengan las mismas buenas condiciones. Hay que tener en cuenta que la mayoría de los estadios de provincia tienen que lidiar con muchos de los problemas climatológicos que son, muchas veces, impredecibles. Esto, obviamente, hace que resulte muy difícil poder mantener un gramado en buen estado y, más que nada, ello llega a ser mucho más caro de lo normal. Sobre ello, no se exagera si se afirma que el Perú posee, dentro de su riqueza, 84 de 114 microclimas existentes, lo que le añade cierta complejidad a la organización del campeonato.

Es claro que esta perspectiva atada a las quejas de los recintos localizados fuera de la capital hace más eco en La Ciudad de los Reyes, dado que la mayoría de clubes limeños no tienen esos problemas con sus canchas y esperan encontrar la misma calidad en los campos de afuera, así como sus simpatizantes. No obstante, se debe considerar que Lima goza de un clima muy ecuánime y pocas veces se ven situaciones que pongan en apremio el estado de los céspedes capitalinos. Es por ello que no se debe mirar con el mismo ojo crítico la situación de estos equipos con los de provincia, dado que en las diferentes ciudades del país las inclemencias del clima suelen estar a la orden del día.

No hay que olvidar, también, que muchas de estas quejas están atadas a la dificultad de llegar a algunas de estas ciudades, dado que no cuentan con rutas “viables” o que los hoteles no tienen las condiciones que se esperan, lo que hace que el viaje y la estadía sean los más propicios. Esta es una carga que se adiciona, generalmente, a la calidad de los gramados y que enciende más la polémica entorno a qué ciudades son aptas para recibir fútbol profesional y cuáles no.

 

Una alternativa que se avizora frente a este panorama complicado es el de concesionar estos estadios a los mentados clubes, para que los mismos puedan designar quiénes se hagan cargo del mantenimiento de las canchas. Tal vez pueda ser a terceros o ellos propiamente asumir la responsabilidad. Esto, pues muchos de los estadios son propiedad de algunas universidades de la localidad o del mismo gobierno local, por lo que no pertenecen directamente a los equipos, lo que les dificulta hacerse cargo del mantenimiento y todo lo que esto conlleva, ya que no tienen la voz de mando ni la propiedad.

Es importante que la organización apunte hacia lo que se podría llamarle “La democratización de las canchas”. En cuestión, se debería tratar de que ninguna localidad pueda verse exceptuada de poder participar del torneo, con sus particularidades y las características que hacen de su estadio el fortín en el cual reciban a sus rivales, con las ventajas y las desventajas que esto pueda acarrear. Habría que desentrañar positivamente ese límite absurdo estancado en las limitaciones que suponen jugar en un recinto fuera de Lima, incluyendo su gramado, frente a la desaprobación destructiva e inoperante que se dedica a descalificar y quejarse, pero que no presenta ni personifica alguna propuesta concreta que ayude a solucionar estos problemas que, mal que bien, terminan afectando el campeonato.

Hay que acercar el fútbol a las ciudades, a la gente, y, por supuesto, hay que profesionalizarlo. Tarea de todos, claro está, los que aún creemos en este deporte y en su capacidad de transformar. Transformemos, entonces, la actitud frente a la situación que ahora se presenta problemática y que se muestren, en su lugar, soluciones como cartas sobre la mesa. Mejorar el fútbol peruano y la competencia debería ser lo primordial, y comenzar por solucionar el estado de las canchas es una medida urgente que se debe pensar y acatar desde ya.   

Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
Fotos: Álex Melgarejo / DeChalaca.com y Luis Padilla


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