Mario Azabache | @Mario_Azabache
    Columnista Editorial

La llave definitoria de la Segunda División 2018 ha dejado conclusiones que no deberían pasar desapercibidas para el consumidor promedio. Tras el intenso primer episodio que se saldó con un 1-1 en el Mansiche, el desafío estaba planteado: con más de 17 mil pagantes registrados en el duelo de ida, la Universidad César Vallejo confirmaba que llevaría la revancha al Municipal de Casa Grande, distrito de la provincia de Ascope que lo había acogido como su nuevo huésped durante la presente temporada del torneo de ascenso.

La decisión que sembraba ciertas interrogantes, centradas básicamente en la capacidad de aforo (5 mil espectadores) y en el despliegue de seguridad que se requería para un partido bisagra. Por ello, para los enviados especiales de DeChalaca a este duelo de vuelta, la cobertura no solo contemplaría el análisis futbolístico de las propuestas de ambos equipos. También merecía un comentario la conducta de los asistentes y la eficacia del plan policial ejecutado en la previa y en el post de un encuentro catalogado de alto riesgo.

Y en el primer punto se debe destacar claramente el buen comportamiento de las personas que ingresaron al recinto casagrandino. Con especial énfasis en la hinchada de Carlos A. Mannucci, que llegó a copar el sector Norte del estadio y hasta logón situar algunas barras organizadas en Oriente y Occidente. Todas ellas mostrando el respeto debido a lo largo de todo el trámite, incluso cuando se pudo alterar esa armonía con los goles poetas que sellaron la historia en el segundo tiempo extra.

Mannucci y Vallejo regalaron un buen espectáculo. (Foto: Prensa Carlos A. Mannucci) 

La siguiente línea tenía que apuntar al acertado operativo policial que se desplegó desde tempranas horas en la localidad del valle Chicama. Con vallas de seguridad a más de seis cuadras de las puertas de ingreso, los efectivos pudieron realizar el primer filtro: solo permitiendo el pase de los hinchas con entrada en mano. Luego, en el acceso al coloso también se pudo visualizar un control estricto, que incluyó el arribo de los vehículos que trasladaban a los planteles sin ningún percance.

En suma, el espectáculo que se vivió este domingo 2 de diciembre en Casa Grande puede emplearse como el mejor ejemplo de que en el Perú sí se puede organizar un partido cumbre y de tanta relevancia con la presencia de las hinchadas de ambos equipos. Con la voluntad de todas las partes, queda claro que la violencia, ese fenómeno que ha puesto en estas semanas al fútbol de Sudamérica en jaque, no gana la batalla. Trujillo, desde su escala y con orden, ha demostrado que es posible custodiar la esencia del fútbol.

Foto: Prensa Carlos A. Mannucci


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