Roberto Castro | @rcastrolizarbe
    Director General

Es difícil analizar la victoria de Perú sobre Chile sin el componente emocional que implica ganar un clásico en el fútbol, y sobre todo tratándose de la selección nacional. Sin embargo, el ejercicio de neutralizar por un momento los ojos y observar lo que significa el tablero regional puede resultar muy interesante.

Actualmente, en Sudamérica solamente cuatro de diez selecciones mantienen a los comandos técnicos con que disputaron las últimas Eliminatorias. Aunque Uruguay no tiene -al menos de momento- a Oscar Washington Tabárez al frente, el interinato de Fabián Coito le permite a la celeste mantener un mismo patrón respecto de lo que ha venido haciendo desde 2007. Y aun cuando haya perdido el último viernes 12 en Seúl ante Corea del Sur, la solidez de la propuesta estable en el tiempo comparada con una en formación, como le ocurrió en setiembre último contra el México del 'Tuca' Ricardo Ferretti (goleada 1-4 en Houston), es notoria.

Luego está el Brasil de Tite, la principal potencia futbolística del continente y que desde 2016, en un ordenamiento constante de sus individualidades, sigue un libreto definido -básicamente, el que hizo famoso a su entrenador en sus tiempos de Corinthians-. Y también la Venezuela de Rafael Dudamel, coincidentemente desde 2016 en el cargo y más bien al frente de un equipo en crecimiento a partir del trabajo escalonado desde divisiones menores.

¿Cuánto más puede crecer Venezuela con Rafael Dudamel en el banco? (Foto: Vicente Ríos / DeChalaca.com) 

En el tiempo antecede a ambos solo un proceso: el de Perú con Ricardo Gareca, que data de 2015 y se distingue de los anteriores en el hecho de tener una conexión menos directa entre el trabajo de los seleccionados menores y el adulto. Pero que pese a eso, hoy está aplicando a un colectivo potenciado por los resultados favorables una renovación que lo vincula estrechamente con aquella Sub-20 que en 2013 tuvo protagónico papel en el Sudamericano jugado en San Juan y Mendoza.

El resto de Sudamérica está, como se dice coloquialmente, en otra. Valdrá omitir de plano a Argentina, donde no hay idea de qué se quiere ni hacia dónde se va -salvo al cadalso-. En Colombia se querría seguir por el mismo camino que marcó José Néstor Pékerman, pero mientras no se sepa quién es el líder adecuado seguramente se prolongará el improvisado interinato de Arturo Reyes. Ecuador ha decidido volver a las antípodas de la escuela colombiana con el retorno de Hernán Darío Gómez, en claro borrón y cuenta nueva del giro que quiso efectuar el último ciclo mundialista hacia la -supuestamente- más dinámica propuesta de Gustavo Quinteros. Y Bolivia persigue desde la escuela bolivariana de César Farías, sobre todo, una estabilidad de la que hace rato carece.

Los dos seleccionados restantes han decidido virar radicalmente en la construcción de sus nuevas propuestas. La apuesta de Paraguay por Juan Carlos Osorio es una auténtica incógnita: ¿podrá el estilo aguerrido de la albirroja adaptarse a la filosofía openminded del DT colombiano, esa que relajó al extremo al México post 'Piojo' Herrera? Y lo de Chile con Reinaldo Rueda asoma incluso más extremo: sacrificar la intensidad total que ha caracterizado la mejor época de la historia de la 'Roja' por un juego de mayor posesión y un vestuario de mayores rigideces.

Perú sometió a Chile. Un dominio absoluto de la blanquirroja. (Foto: FIFA) 

En ese sentido, lo que se vio el viernes 12 en la calurosa noche de Miami fue el choque entre una propuesta en neta curva creciente, pero consolidada al fin y al cabo, como la de Gareca, y una en absolutos pañales como la de Rueda. Los tres goles pueden ser fácilmente equiparables a las grotescas diferencias en materia de automatismos: a Perú, aun con yerros en salida como los que había mostrado en Europa, le sale natural el proceso del primer pase hacia la llegada al gol. Chile no pudo, en todo el partido, ensayar una sola jugada de memoria, de libreto. Las carreras a la nada de Junior Fernandes -un jugador que volvía luego de un largo periodo de inhibición- fueron acaso el mejor ejemplo.

¿Desmerece eso el triunfo de Perú? En lo absoluto, y siempre desproveyendo al análisis de las emociones unilaterales del caso. Su presente versus el presente de Chile es lo que le tocó afrontar, y eso es siempre el fútbol: una suma de fotos del momento. Hace tres años y medio, era Gareca el último técnico en sentarse en un banquillo de un seleccionado de Conmebol de cara al ciclo mundialista, y nadie lo esperó para ganarle cuando tuvo a la blanquirroja al frente.

Y justamente, en lo último radica el gran valor del momento que está viviendo Perú. Es tan cambiante el fútbol sudamericano, tan de giros inesperados y radicales, que los procesos estables en el tiempo tienen un peso comparativo demasiado más grande que en cualquier otro lado. Dirán los que tienen vocación de sacatécnicos y se dedican a pedir renuncias por quítame estas pajas que de qué se está hablando, si la Alemania de Joachim Löw acaba de ser goleada por la Holanda recién tomada por Ronald Koeman. Provocará responderles casi con su propia argumentación tercermundista: "es que eso es Europa pues". Sí: allá no hace tanto la diferencia el mero hecho de mantener una escuela en el tiempo, pues la mayoría lo hace.

¿Cuánto más puede durar el proceso de Óscar Washington Tabarez? (Foto: FIFA) 

En la Conmebol, en cambio, es tan inusual la estabilidad que sin ofrecer ella necesariamente maravillas a cambio, constituye un valor en sí misma. ¿O acaso el Ecuador que jugó a la colombiana entre 1996 y 2014 era un megaequipo? No: era solo uno que jugaba a lo mismo mientras todos los demás cambiaban, y por eso fue a tres mundiales de cuatro. ¿Y el Uruguay de la escuela Tabárez es un bulldozer desde 2007, acaso? No: es un buen colectivo conformado para sacar provecho a las altas figuras que tiene en ataque, mientras otros seleccionados que cambian todo a cada rato no pueden hacer lo mismo con sus individualidades -Argentina y Messi es ya un caso de libro de texto-.

Por eso, una mirada fría, desde fuera, conduce a una conclusión que permite lanzar una frase caliente: hoy Perú es una selección sólida, ante todo, porque en una Sudamérica futbolística cambiante como sí sola lleva a cabo un proceso al que le han bastado tres años y medio de intentar jugar a lo mismo. Y ojalá así lo intente por mucho tiempo más.

Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
Fotos: FIFA, Prensa FPF


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