Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comEl Real Madrid no perdió en el Luzhniki: más bien ganó allí el CSKA, que siguió las pautas de la Rusia cuartofinalista que se deshizo de España para clonar la alegría orgullosa de un fútbol en redefinición.

    Roberto Castro | @rcastrolizarbe
    Director General

Cuando el Real Madrid pierde se dice y lee de todo, al punto que suele ocurrir algo curioso: el rival nunca gana.

Que Luka Modric fue al banco y no es comparable poner en su lugar a Dani Ceballos. Que Reguilón es un novato y sin Marcelo se pierde toda la salida. Que Bale es medio equipo y que con todo lo que Asensio o Lucas Vázquez ya significan, Bale es Bale, pues, caramba.

La pregunta es si todo eso importó o confluyó para que apenas a los 2 minutos de juego, el CSKA Moscú tuviera la pericia de aprovechar un desconcierto defensivo y tomar una ventaja que no dejó que le quitaran. Porque, vale enterarse, el fútbol no lo juegan once sino veintidós, y los de Viktar Hancharenka, sin descubrir la pólvora, fueron muy capaces de prolongar el que ya es un evidente renacimiento del fútbol ruso, significativamente apoyado en el legado de la última Copa del Mundo.

Igor Akinfeev y Mario Fernandes repitieron la historia: ver a un cuadro español derrotado. (Foto: AFP) 

Entre los once titulares del CKSA, hubo solo dos sobrevivientes de la tarde moscovita del último 1 de julio. Allí mismo sobre el césped del inmenso Luzhniki volvieron a pararse el héroe máximo Igor Akinfeev, y ese emblema de la globalización tras la antigua cortina de hierro llamado Mário Fernandes. También estuvo uno que no pudo participar de aquella inolvidable fiesta rusa porque en ese momento aún arrastraba la lesión que sufrió en el choque inaugural ante Arabia Saudita: el talentoso Alan Dzagoev, que esta vez reclamó para sí un rol protagónico.

Pero lo que más trajeron a colación los 'Koni' en términos de aprendizaje mundialista fue disponer a su caballería de modo muy parecido al que Stanislav Cherchesov siguió para lograr aquella vez neutralizar a España y forzar los penales. Con dos jóvenes perros de presa dispuestos a perseguir a cualquiera de merengue, como los veinteañeros Jaka Bijol e Ilzat Akhmetov. Como los también bisoños Fedor Chalov e Ivan Oblyakov corriéndolo todo por los carriles, obligando a un rival empecinado en tener la pelota a desplazarse mucho y, con circuitos cerrados, acabar volviendo inútil tanta posesión y pasecito.

Las similitudes con la Copa del Mundo no quedaron allí. ¿Quién no vio en esa carrera rápida, atrevida del croata Nikola Vlašić en el amanecer del partido uno de esos piques mortíferos de Mario Mandžukić en canchas rusas? A la diagonal de ese alfil solo le faltaba el ajedrez en la camiseta.

CSKA Moscú y un golpe que resonó a nivel mundial. (Foto: AFP) 

Y al Real Madrid, en partidos así, sin duda le falta Cristiano Ronaldo. No por nombre o cartel, ni siquiera por gol; acaso sí por vértigo. Por ese latigazo en desdoble que le permitía a un equipo que a veces solo recupera pasar en un santiamén de defensa a ataque, o viceversa. Es la carencia táctica de su astro ausente, más que la de la individualidad brillante, la que empieza a pesarle a este equipo de Julen Lopetegui.

Entonces, hasta una tribuna muy Ronaldista como la moscovita -que tiene al portugués como rockstar en cierta medida también a partir de la influencia de su añejo romance con la modelo Irina Shayk- se olvidó del rival, de los miedos por este y se entregó al CSKA. Como en julio a su Rusia, de la que estuvo orgullosa con esos penales atajados a España. Y si esa vez Akinfeev fue invencible, pues en esta ocasión solo pudo dejarlo fuera de combate el árbitro rumano Ovidiu Haţegan, quien lo echó del campo por hacer tiempo.

La respuesta fue un nuevo veinteañero bajo los tres maderos: Georgi Kyrnats se calzó los guantes en señal de convicción y ocupó el arco en ese difícil tiempo de descuento. Mientras en el Real Madrid, Toni Kroos y sus 28 eneros seguían fallando pases y, acaso así, dando el único argumento de peso real para explicar la derrota. Porque por lo demás fue un triunfo, meritorio y valorable, de ese muy buen equipo que fue el CSKA, digno representante de un fútbol que se reencontró con el mundo como buen anfitrión y ahora saca provecho de esa sinergia cultural.

Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com


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