Lionel Messi fue determinante en el Sánchez Pizjuán para que Barcelona remonte y derrote al Sevilla de Sampaoli. La 'Pulga' puso una faceta menos mediática a favor del cuadro blaugrana: la de organizador, y supo hacer una virtud de la desaparición.
Jair Villanueva | @Jair_Villanueva
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En ocasiones parece que no está, que se escondió y desapareció del partido. Para ojos de quienes observan un juego de Barcelona es fácilmente perceptible cuando su '10' está ausente. Pero ello no significa que en esos minutos olvide su talento, ya que Messi puede no estar, pero siempre va a ser. Puede no estar para ojos de quien sigue el balón y cree que el juego pasa solo por quienes definen y aparecen en la foto del partido, en el resumen castigador que olvida a los constructores, mientras que ubica como figura a los que salen en la claqueta del resultado. Pero para una visión macro del juego, Messi demostró ante Sevilla que es més que un gol.

A sus 29 años, las capacidades del '10' de Barcelona nadie las redescubrirá, pero sí se pueden reenfocar en un perfil menos goleador -lo comparte con Suárez y Neymar- y más centrocampista, más Xavi Hernández, Sergio Busquets y Andrés Iniesta. Si una capacidad tuvo Messi para compenetrarse y llegar a la excelencia con los tres mencionados, fue que los entendió y entiende. Desde La Masía siente y piensa como ellos, por ende, puede cumplir ocasionalmente, aunque en menor medida pero en un buen nivel, la función que cada uno desempeñó.

La diferencia entre Messi y el tridente Hernández-Busquets-Iniesta siempre fue el gol: la portada, el resumen, la estadística, todo aquel dato que entrega premios individuales en un deporte colectivo. Por eso, para la vista general, fue el más determinante, pero ¿qué hubiese sido de Messi sin un pase entrelíneas de Iniesta? ¿Sin Busquets sacándola limpia y rápido desde atrás para poner en ventaja al ataque? ¿Sin Xavi dándole dirección al juego para elegir el lugar en que la 'Pulga' debe arrancar y definir? Quizás un gran '9', o un extremo de regate prodigioso que hoy hubiese perdido potencia y ganado pase. Messi, sin ellos, hubiese lucido como un atacante top, pero no como el crack que hoy parece tener todas las claves y atajos del juego.

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Con Xavi, Iniesta y Busquets, Messi tuvo su mejor forma de cara al gol. (Foto: EFE)

Desde muchas temporadas se define a Lionel Messi a partir del final de una jugada. Se comete el error de valorarlo solo por los goles que marcó y no por su extraordinaria lectura constante para encontrar su espacio, su momento. Con Busquets, Xavi e Iniesta todo se hacía sencillo, pues era natural. Aun así, para el visto por la masa como el mejor de todos y por sus rivales como quien le ponía el allegro final a la sinfonía de aquel equipo de Josep Guardiola, -para Messi- era una tarea casi imposible pasar desapercibido. Pero lo logró, con ayuda del pase y el movimiento de sus tres socios.

Esta nueva edición de Lionel Messi no tiene al trivote completo que encandiló el mundo con su juego posicional, porque Xavi ya no está e Iniesta cada vez menos -tampoco se puede obviar a Dani Alves quien sostuvo esa banda derecha con inteligencia y precisión-. Ante Sevilla, no estuvieron ambos, tan solo anduvo Busquets junto Ivan Rakitic y Denis Suárez. Las decisiones en la dirección de orquesta tuvieron que pasar por la 'Pulga'.

Sin embargo, para que Messi aparezca tiene que cumplir, primero, la ardua tarea de desaparecer a la vista del resto, de pasar desapercibido; segundo, tener a socios que le descarguen la atención: Neymar Júnior y Luis Suárez. El brasileño y el uruguayo tienen capacidad ilimitada para cargar el estrés que lleva consigo del fútbol cada vez menos fluido e individualista del Barcelona de Luis Enrique. A partir de ellos, de sus apariciones, Messi logró entrar por la ventana, mientras N'Zonzi, Nasri y Vázquez custodiaban las llegadas de Denis Suárez e Ivan Rakitic, y los regates interiores de Neymar.

Messi anotó el empate de Barcelona con una estupenda definición, pero con una inteligente acción previa. (Foto: Reuters)

El gol del empate blaugrana es el reflejo de lo mencionado. Una decisión rápida de Messi, en la mitad del campo, dejó frontal al arco a Denis Suárez. El ex Villarreal tuvo que jugar con Neymar; el brasileño, con pura gambeta, hizo la función de Messi antes de Guardiola -limpiar jugadores para que otro tenga el espacio de lucirse-. Luego apareció el '10'. Así se vio en la vista del balón, pero en la que observa el campo completo, la acción fue la siguiente: Messi sirvió para Denis Suárez y trotó detrás de todo el bloque sevillista en repliegue. Trotó hasta que Neymar decidió qué hacer, entonces la 'Pulga' picó y se encontró solo para poner el 1-1 con un toque sutil. De esta manera, el '10' que ganó cuatro Balones de Oro, el adorado mediático, del que se conoce hasta cómo respira, Lionel Messi, pasó desapercibido en su hábitat: una cancha de fútbol. Una vez más fue genio sin estar. 

Foto: Reuters, EFE


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