Tras una semana de declaraciones altisonantes, Municipal habló en el campo con el idioma que mejor conoce: esperar agazapado y matar de contragolpe. Cuando Aurich dominaba, Velasco y Lavandeira fueron letales y sellaron un 0-2 fundamental para las pretensiones semifinalistas ediles.
    Roberto Castro | @rcastrolizarbe
    Director General

Del inesperado empate de mitad de semana ante La Bocana le quedaron dos saldos a Deportivo Municipal. Uno en el banco, donde Marcelo Grioni no pudo estar presente por su exabrupto en televisión al final de dicho cotejo; el argentino quedó impedido -como dicta la recomendación de FIFA para los casos de técnicos expulsados- de ingresar al estadio César Flores Marigorda, por lo que el banco edil quedó comandado por su asistente Sergio Castellanos. El otro, en la mentalidad de sus hombres de ataque, que con visible trauma por la cantidad de ocasiones desperdiciadas ante el 'Maretazo' salieron decididos a aplanar a Juan Aurich, con una agresividad ofensiva inusitada para las visitas que suele hacer Municipal en el certamen doméstico.

Por eso, la 'Academia' tuvo a mal traer al 'Ciclón' en la primera media hora de juego en Lambayeque. Inclusive, no tuvo que transcurrir ni un minuto para que la franja llegara al gol, a través de un disparo de Lavandeira que acabó invalidado por dudosa posición adelantada del uruguayo. Pero esa fue solo una advertencia, que se multiplicó por varias con el buen funcionamiento de Ugaz como lanzador por derecha -en función de doble lateral, con relevo frecuente con Corzo- y con Luis García muy tirado por la banda izquierda, sin llegar a hacer lo mismo con Jersson Vásquez debido a su natural trote cansino, pero sí con suficiente soporte mutuo entre ambos.

Así, algunas llegadas ediles se sucedieron -Salazar y Ugaz tuvieron dos claras en sendas descolgadas-, pero sin que el arco de Cisneros se volviera a ver en aprietos serios. Y de a pocos, como era natural -máxime a la vera del sol lambayecano de las 13:00 horas-, la gasolina edil se fue agotando para que el trámite se revirtiera. Crecieron, entonces, las figuras de Sheput y sobre todo de Cedrón en Aurich, este último haciendo relevos constantes con el novel Jhulinio Alarcón para confundir y sacar de posición a los zagueros académicos. La más clara estuvo a los 37' después de un gran desborde de 'Vican', cuyo centro le dejó el balón al 'Pincel' solo frente a Delgado, pero muy incómodo para su zurda.

Cerrado en el fondo, Municipal consiguió administrar el contragolpe y ganar en Lambayeque. (Foto: diario La Industria de Chiclayo) 

En esas condiciones, era natural que en ambas tiendas se optara por distintas apuestas para el complemento. Rivera mandó al campo a Medrano, en procura de romper líneas en el fondo edil; mientras, la apuesta de 'Muni' fue aguantar y cederle explícitamente la iniciativa a Aurich, pero retrocediendo algunos metros a Juárez y a Alfageme, casi delante de los centrales y en función neta de volantes de contención. La consigna era notoria: apelar a lo mejor que sabe hacer Municipal, que es esperar agazapado el resquicio que el rival deja cuando va al frente para matar el partido de contra. Y eso pagó.

Primero fue mediante un pase en cortada muy bueno de García para que Velasco, acostumbrado a esos ingresos a la carrera, atropellara y definiera a la salida de Cisneros. Luego lo hizo Lavandeira, con un notable autopase que, en un solo movimiento, le permitió sacarse a Vílchez y a Gambetta, descolocarlos y a la vez atraer a Cisneros para tocársela suavemente. Para el momento del gol del uruguayo, además, había ya ingresado Sawa, que sin ofrecer las revoluciones de antaño cumple la muy importante función en tienda edil de pensar el partido y ordenar al resto desde su silente liderazgo niséi. En Aurich, en cambio, produjeron muy poco los ingresantes: el mexicano Jara y -un peldaño más abajo- el panameño Barrow, que de hermano de Luis Tejada tiene por ahora, en efecto, solo el apellido materno.

De esa manera, Municipal sacó tres puntos fundamentales, de oro -y de plata y de bronce-, basados en el lenguaje que mejor conoce: el del contragolpe mortífero. Uno que le sienta mucho mejor que cualquier discusión mediática si quiere ser semifinalista, y que resulta muy efectivo contra rivales como este Aurich al que cuando le corresponde tomar la iniciativa, le cuesta demasiado rendir en línea con sus posibilidades.

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Foto: La Industria de Chiclayo


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