Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comSe cumplieron cinco años de un partido paradigmático que globalizó uno de los debates más viejos del fútbol. El Inter - Barcelona de 2010, en el que Mourinho y su catenaccio a ultranza eliminaron a Guardiola, explica mucho de lo que hoy se polemiza cada vez que rueda un balón.

Partidos célebres en el fútbol hay muchos, y entre ellos hay varios especialmente decisivos en haber marcado puntos de quiebre en la historia del juego. El 'Maracanazo' de 1950 es el ícono máximo de la sorpresa, pero el 'Milagro de Berna' de cuatro años luego, con Hungría derrotada ante Alemania, significa que también el mejor de todos puede ser la víctima de ese tipo de jornadas sorprendentes, como le sucedió al propio Brasil en 1982 ante Italia en Sarriá. Antes, en 1970, la propia 'Azzurra' disputó el que World Soccer considera el mejor partido de la historia del fútbol, que le ganó 4-3 a Alemania; aun cuando un momento como el de mayo de 1999 con Solksjaer y Sheringham volteándole en un solo minuto de tiempo de descuento una final al Bayern Münich constituyó un momento quizá más emotivo y argumentativo de que el fútbol es un juego de once contra once que no siempre ganan los alemanes.

También hay momentos que han construido el fútbol que hoy se conoce. Cesáreo Onzari, en 1924, inventó desde una esquina el gol olímpico, y en 1976 Antonín Panenka, desde el punto de penalti, patentó para sí la paradinha que solo él hizo mejor que los brasileños. Una irreverencia de Antonio Rattín en 1966, al sentarse en la alfombra de la Reina Isabel II, dio origen a las tarjetas amarillas y rojas, pero un disparo de Geoff Hurst que en ese mismo año picó delante de la línea de gol tuvo que esperar 44 años a otro disparo de Frank Lampard, similar pero que picó afuera, para que se avalara el uso de la tecnología a fin de determinar algo tan elemental como cuándo es gol y cuándo no.

Harold Lozano es neutralizado por Ioan Lupescu. Una muestra del buen trabajo rumano ante Colombia en Estados Unidos 1994 (Foto: AFP)

Pero hay partidos que también son especiales porque imponen otro tipo de cambios: los que dictan la agenda, antes de lo que se siente o cobra dentro del campo, de lo que se habla fuera de él. Aun cuando esos debates no hagan otra cosa que revisar polémicas de siempre, que al fin y al cabo son las que sostienen en buena medida la sabrosura de este juego del hombre. Por ejemplo, uno de ellos tuvo lugar el 18 de junio de 1994 en el Rose Bowl de Pasadena, Estados Unidos, cuando un poco conocido exdelantero rumano llamado Anghel Iordanescu demostró, con un planteamiento simple, por qué el 4-cuadrado-2, un sistema de uso universal y que exponía mejor que nadie la Colombia de moda, estaba caduco y no se podía seguir jugando más con volantes que solo marcaran o que solo crearan, algo que 21 años luego es aceptado como una verdad también universal.

Así, otro de esos cotejos paradigmáticos se jugó un 28 de abril de hace cinco años, y explica muchísimo de lo que hoy usted ve, escucha y lee acerca de fútbol.

Dualidad (im)perfecta

En un partido memorable por la Champions League 2009/2010, Inter clasificaba a la final eliminando al Barcelona en el mismísmo Camp Nou (Foto: AFP)

El Camp Nou de Barcelona asistió hace un lustro a un partido en el que, titularon muchos -incluido DeChalaca-, el catenaccio le ganó al fútbol. ¿O habrá que decir más bien que el catenaccio fue ese día el fútbol? Es inevitable rehuir la polémica desde la mención misma de aquel Barcelona 1 - Inter 0, que, paradójicamente, ganó el derrotado (por el 3-1 a su favor de la ida) del modo más resultadista posible.

Sin embargo, estas líneas no quieren adscribir posición alguna en torno de lo que pasó en ese cotejo entre las escuelas de José Mourinho y Josep Guardiola, o en las antípodas del tema entre quienes defienden la estética y el entretenimiento visual como meta última del juego y los que, más bien, entienden que todo está subyugado a obtener el resultado que estrictamente se requiere. La forma y el fondo; el fin y los medios. Debates de vida trasladados a un rectángulo verde que, bien se dice, es reflejo de las sociedades.

Guardiola y Mourinho se vieron las caras en la liga de España por más de una vez (Foto: EFE)

No. Este texto busca, solamente, rescatar la importancia histórica de un partido ubicado en una línea de tiempo para entender por qué hoy, por ejemplo, cuando se recluta a un redactor para formar parte de un equipo como el de esta página web la primera pregunta ya no es en torno de cuál es el equipo de su simpatía, sino de cuál es su postura respecto del debate dual. Y sí: es un poco la globalización llevada a su punto más abstractamente futbolístico, allí donde las preferencias locales no importan pues el todismo del Barcelona y el Real Madrid -en cuyas filas Guardiola y Mourinho, respectivamente, prolongaron su reyerta ideológica después de aquella batalla de hace cinco años- supera cualquier barrera geográfica.

De otra forma no podría entenderse que un debate tan añejo esté tan de moda. Helenio Herrera, emblema curiosamente del propio Inter, fue el padre del catenaccio tal como se lo conoció por décadas. Tuvo un émulo sudamericano: Osvaldo Zubeldía, padre a su vez de los pincharratas de Estudiantes de La Plata, o animals para efectos ingleses y de Sir Alf Ramsey. ¿Por qué no tuvieron ellos, por ejemplo, un correlato dual en el Brasil de Pelé, Garrincha y Vavá? ¿Acaso porque Vicente Feola era un gordito de buzo desteñido y no un gentleman como 'Pep'? No: fue porque era un mundo menos globalizado y con menos opciones para que haya choques frontales de ideas, aun cuando Pelé y compañía hayan aplastado en la final de México 1970 a la Italia de Luigi Riva que encarnaba buena parte de las convicciones de Helenio.

El debate ideológico, con un toquecito mediático, comenzó con César Luis Menotti y Carlos Salvador Bilardo (Foto: revista El Gráfico)

Sin embargo, el versus de romanticismo y resultadismo no se convirtió en un cara o sello hasta que coexistieron en un mismo ámbito. César Luis Menotti y Carlos Salvador Bilardo, cada cual con su librito, lograron darle al mismo pueblo la misma alegría: Argentina campeona del mundo. El 'Flaco' con su discurso estético y de defensa de las formas, pero a la vez respaldado indirectamente por los arrebatos de una dictadura militar. El 'Narigón' con su Arte de la Guerra de Sun Tzu bajo el brazo y el vale todo como filosofía, pero a la vez respaldado directamente por el maravilloso juego de un futbolista superior a todos los demás.

Sin duda, la Argentina de 1986 fue más "con todo y contra todos" que la de 1978; y curioso resulta que esa frase haya sido patentada no por un bilardista sino por un menottista a ultranza como Ángel Cappa cuando ganó el Apertura 2002 en el Perú con Universitario. En cualquier caso, que ambas filosofías hayan compartido un mismo espectro dio pie a un debate local que, por la influencia argentina en la América futbolística hispanohablante se convirtió en uno de interés general; pero que en esencia, no dejó de ser la típica conversación intensa y polémica de dos viejos tanos de un lunes por la tarde, post fecha, en algún cafetín de Buenos Aires.

Todas las vías conducen a dos

El bielsismo es otra corriente con mucha fuerza en la actualidad (Foto: EFE)

Sin duda, las proyeccciones del menottismo y el bilardismo han generado sucedáneos y también alternativas. Se ha explorado en extenso en esta página web acerca del bielsismo y de sus variedades, y hasta se ha teorizado sobre el bianchismo como cuarta vía ya existente en el ámbito de influencia de la Argentina futbolística. Uno es más intenso y el otro es más efectivo, pero igual son aproximables a las escuelas madres.

Kilómetros más hacia el Atlántico, Brasil tuvo que adscribirse a Parreira primero y a Scolari luego para recuperar el sitial que era suyo sobre la base de puro jogo bonito y que de un momento a otro no pudo alcanzar más con ese método. Cruzando el charco, el fútbol total de Rinus Michels logró con lo justo salvar papeleta vía una Eurocopa de formato corto porque los mundiales le habían dicho dos veces que no; que no era suficiente ser el mejor para aparecer como el mejor. Y mientras Sacchi conjugaba ese mismo material humano holandés inspirador con il calcio reale y conseguía los éxitos que a esos muchachos les eran esquivos con su 'Oranje', Ferguson demostraba que en el mundo post Guerra Fría, más que por forma o fondo sacaban ventaja quienes priorizaban el método y a partir de eso el proceso -y que eso de paso podía conferir hasta el rótulo de Sir-.

La postal de 2010 acabó con Mourinho celebrando a lo loco la clasificación del Inter a la final (Foto: AFP)

Pero en todos los casos, el planeta fútbol, como un todo redondo, nunca fue tan dual como a partir del big bang del 28 de abril de 2010. Mourinho, con todas las artimañas posibles, le cerró todos los caminos al gol al maravilloso y multicampeón Barça de Guardiola. En el After Party, no hubo posiciones medias: o el ex post puto amo era un genio por haber logrado neutralizar al mejor equipo del mundo, o más bien era un criminal procesable por haber cometido actos delictivos en pos de un ultraje aún mayor, como matar el juego.

Desde entonces, con goles inflando redes principalmente sociales, los avatares que devinieron en fotos de perfil de millones de hinchas del fútbol pasaron a tener no solo imágenes de futbolistas, sino de alguno de dos directores técnicos. Porque como aquí ha podido repasarse, lo que ellos pusieron a los ojos del mundo no solo una noche catalana, sino una tarde de almuerzo sudamericano o una madrugada asiática de hace un lustro, no es más que la representación de dos formas de ver la vida. Al menos hasta el próximo punto de quiebre.

Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
Fotos: AFP, EFE, revista El Gráfico


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