Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.comHace 35 años, cuando River Plate de Argentina visitó al Atlético Chalaco por la Libertadores, también vino a Lima un personaje histórico: ‘La Gorda Matosas’. Su pasión por el equipo de la banda trascendió en una época en la que el protagonismo femenino era inusual en las tribunas.

 

El significado de la palabra ‘barrabrava’ varía según la época y el lugar en la que se utilice. Por ejemplo, hoy en el fútbol sirve para señalar a los grupos que cometen actos que lindan con el delito dentro y fuera de una cancha en un mal entendido hinchaje. Pero hace medio siglo, en la Argentina, esa misma palabra sirvió para identificar a una mujer que demostró una fidelidad a prueba del tiempo y las fronteras, en tiempos mucho menos violentos que los de ahora.

Pasión en banda

Pese a que su fama creció con el fútbol argentino, Haydée Luján Martínez, mejor conocida como ‘La Gorda Matosas’, nació en España en 1933. De niña partió junto a sus padres hacia la Argentina y ahí encontró el amor de su vida: River Plate.

De chica quedó huérfana y puede que ese hecho haya marcado la semilla de su rebeldía. Y es que luego de crecer bajo el amparo de un tío y primos, ya de grande mostró una gran independencia para hacer lo que mejor le pareciera. Su modo de vida era simple: procuraba ir siempre a donde su equipo fuera y para ello se agenciaba de recursos vendiendo billetes de lotería (aunque a veces algún dirigente le facilitaba una entrada). Sus habituales clientes eran personajes ligados al fútbol, a los que solía buscar en el local de la Asociación del Fútbol Argentino y en los predios de River.
Una imagen de 'La Gorda Matosas' en los años sesenta, cuando su figura destacaba por sobre todos los seguidores de River Plate (Foto: bolavip.com)
El apodo se lo ganó al comenzar el campeonato de 1964, temporada en la que el defensa uruguayo Roberto Matosas pasó a filas millonarias luego de surgir y ganar títulos con Peñarol. El día de su debut, el 26 de abril en cancha de Chacarita Juniors, su equipo ganó 0-1 y al salir del campo rumbo a los vestuarios, Matosas le regaló su camiseta.

Su fama creció desde entonces, casi tanto como la rivalidad que tenía contra su clásico rival: Boca Juniors. A los xeneizes no los podía ver ni en pintura, llegando al punto de alentar en un partido del Metropolitano de 1976 a Colón de Santa Fe, vistiendo la camiseta sabalera en la tribuna, cuando recibió a Boca en la cancha de Unión. Todo con el fin de evitar que fueran campeones de aquel torneo (que lo fueron).

Fiera sin cuartel

En el plano internacional, las desventuras de River Plate se sucedían con cada Libertadores que disputaba y en la que se quedaba mirando de lejos el trofeo. Así, para cuando llegó la edición de 1980, les tocó compartir en la primera etapa un grupo con Vélez Sarsfield y los peruanos Sporting Cristal y Atlético Chalaco, este último en su estreno copero.
En el estadio Nacional cuando River visitó al Atlético Chalaco y 'La Gorda Matosas' captó la atención de todos (Recorte: diario La Crónica)
Para cuando a River le tocó realizar su última visita a Perú para enfrentar al ‘León Porteño’ el 18 de abril, en la tribuna de occidente del Nacional se instaló una pequeña pero bulliciosa barra millonaria en la que destacaba ‘La Gorda Matosas’. Su presencia no pasó inadvertida entre los 1,612 asistentes y los medios, que buscaron conocerla mediante alguna declaración en la que se destacó su obsesión, la misma que la de su equipo, por ganar un torneo que hasta ese momento les era esquivo (vale recordar que River recién ganó la Libertadores en 1986).

Las reseñas de la época indican que se la pasó cantando, bailando, gritando e insultando durante el partido que al final ganaron 0-2 (con tantos de Leopoldo Luque y Juan Ramón Carrasco), triunfo que al final no les sirvió de mucho pues Vélez los eliminó en un encuentro de desempate por el primer lugar.

Necesidad copera

Los últimos años de ‘La Gorda Matosas’ pasaron en medio de una afección a los pulmones por su eterno hábito de fumar, además de una diabetes que rehuía cuidar. Pese a ello, nunca dejó de ir a la cancha a ver a su River. Precisamente, la última vez que lo siguió en un estadio fue en la Libertadores de 1996, cuando por las semifinales visitaron a la Universidad de Chile. Fue el 5 de junio y el resultado fue un 2-2 que luego ratificaron en el Monumental de Buenos Aires ganando 1-0 para acceder a la Final frente al América de Cali.
Siempre con los colores rojo y blanco del equipo millonario, 'La Gorda Matosas' nunca paró de seguir el balón para donde éste fuera a ser disputado por River (Foto: riverbook.com)
Con aquel viaje su salud se terminó por resquebrajar y mientras el cuadro millonario le ganaba el último partido a los colombianos y ganaban la Copa por segunda y última vez, ella estaba internada en un hospital. Falleció el 4 de julio y su último deseo, fiel a su amor de siempre, fue que cubrieran la cancha de River con sus cenizas.

Para entonces el uso de la palabra ‘barrabrava’ ya era ampliamente asociado a lo malo del fútbol, y aunque en su vida no fue precisamente una santa porque protagonizó algún episodio controvertido, su lema de hincha acérrima siempre lo mantuvo por encima de todo: “River es mi novio, mi amigo y mi amante. Y con eso, tengo bastante”.

Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com
Fotos: bolavip.com, riverbook.com; Recorte: diario La Crónica


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