Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comPese al duro revés que significa perder la categoría, Los Caimanes apuesta a ser una institución vigente en nuestro fútbol. El próximo año jugará la Segunda, donde ya sabe qué hacer para tentar el retorno a la elite del balompié nacional.

Vivir la indeseable realidad de un descenso debe ser, sin lugar a dudas, lo más difícil para la carrera de un futbolista. También lo es para el hincha, para la institución y para las personas que, sin estar ligadas al club, comparten escenario en ese terrible momento. Como por ejemplo lo que le tocó vivir a este servidor el jueves pasado en Huaral.
Por segundo año consecutivo, cubrí un partido por la permanencia en el Descentralizado. Y lo de esa tarde fue casi un calco de lo que había contemplado en Olmos en 2014: mucho corazón por parte de los protagonistas. Nunca más cierta esa frase de "dejar la piel en la cancha". Así se vive y así se siente un partido por la permanencia. Pocos lo entenderán, pero el buen juego y lo estético suelen ser estar ausentes en esta clase de partidos por el mismo hecho de que los jugadores van con una sola consigna: matar o morir.

Los Caimanes tuvo que adoptar a Olmos como su casa (Foto: diario La Industria de Chiclayo)

Y a eso salió Caimanes en el Julio Lores Colán. A comerse entero a su rival para sellar su salvación. Sin embargo, perdonó cuando debió herir de muerte a su adversario. El puntillazo de Lombardi que se fue rozando el parante, el penal errado por Ronceros y el no aprovechar el hombre de más desde la expulsión de Kleyr fueron cosas que se lamentaron tras el pitazo final de Seminario. Los lambayecanos dejaron ir la salvación, casi en sus narices, frente a un Huancayo que fue directo a su yugular en la que fue, quizá, su única chance clara en 120'.

Pero hubo tiempo para importantes reflexiones pese a la desazón en tienda etenana. Lo primero, que habían derrumbado aquel mito de que eran un club "sin hinchas". Bastó comprobarlo mirando las gradas del recinto huaralino. Más de dos centenares de seguidores del 'Lacoste' habían acompañado al equipo en este difícil momento. ¿Entonces por qué esos hinchas no asisten a sus partidos de local? Porque no tienen las facilidades del caso. Puerto Eten no es un distrito que esté cerca de Chiclayo. Pero ya se vio que cuando la directiva los apoya con movilidad para llevarlos al estadio, como el jueves pasado, no tienen reparos en ir a alentar al elenco verde.

Los Caimanes demostró trabajo. Este año se tuvo que comer el descenso, pero de mantener la solidez como institución, el ascenso estará más cerca que lejos (Foto: José Salcedo / DeChalaca.com)

El otro mito que se derrumbó es aquel que señalaba que sería un club "efímero" por nuestro fútbol. De hecho, Los Caimanes tiene más de 50 años de vida institucional y, por lo que señalaron sus dirigentes, este revés no les hará bajar la guardia. Tratarán de conservar a la columna vertebral de este plantel y también intentarán retener a Claudio Techera, con quien el conjunto lambayecano levantó notoriamente su juego en estos últimos meses. De concretar esas voluntades, y con la experiencia de ya haber saboreado el título del torneo de ascenso, queda claro que la escuadra norteña será un equipo a tener muy en cuenta en la Segunda 2015. Y es que sostener a través del tiempo, pese a los obstáculos del camino, es la única señal de que una institución apuesta a dejar huella. Algo poco visto en nuestro fútbol, donde abundan las miradas cortoplacistas.

Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
Fotos: diario La Industria de Chiclayo, José Salcedo / DeChalaca.com

 


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