UTC, ADA, Mannucci, Joaquín Ramírez, Osías RamírezUTC, Mannucci y ADA han sido las apuestas del grupo empresarial Ramírez para tener presencia en el fútbol -e impactar políticamente- este 2014: una muestra de cómo el mecenazgo en el balompié peruano ha cambiado de estilo y modelo.

 

El fútbol peruano está desde hace más de una década sujeto a las aventuras empresariales de capitales de corto plazo, que en cierta medida han sustituido a los antiguos mecenazgos que caracterizaban a nuestro balompié. Hoy, quizá las formas de hacer negocio con el fútbol son más estructuradas que solo sacar dinero de la billetera y ponerlo sobre la mesa; pero también son más efímeras y de corto plazo.

El grupo empresarial Ramírez ingresó al fútbol en 2012 cuando tomó las riendas de UTC. Su presencia ha estado acompañada tanto de éxitos como de cuestionamientos. Levantó al 'Gavilán' de las cenizas y lo puso en carrera en la Copa Perú, primero en una campaña en la que, perjudicado por los problemas sociales derivados del proyecto Conga, no pudo ser local en Cajamarca en la instancia decisiva y acabó eliminado, y luego en la exitosa temporada 2013 coronada con aquel título en Puno ante Alfonso Ugarte. A la vez, siempre se le espetaron sus claros intereses políticos: como congresista por Cajamarca, Ramírez es el principal opositor de la administración de Gregorio Santos, y su hermano Osías ha acabado siendo hoy el candidato con principales preferencias para competir contra 'Goyo' por la presidencia regional cajamarquina.

UTC fue la primera inversión de los Ramírez: los jales de Sotil y Manco han sido los más mediáticos. (Foto: Alfredo Palomino)

Este 2014, la inversión de los Ramírez se extendió a otros dos clubes. Primero, a Carlos A. Mannucci en Segunda División; y luego, al ADA de Jaén en la Copa Perú. Incluso el grupo pudo también tomar el control de Atlético Grau, negociación que al final no prosperó. Paralelamente, una investigación parlamentaria por presunto lavado de activos contra Joaquín Ramírez ha complicado su posición política en los últimos meses.

En DeChalaca, como espacio analítico sobre fútbol, no nos compete profundizar en temas de naturaleza policial. Y tampoco creemos, como hemos ya señalado, que exista algún impedimento estructural para que fútbol y política se entremezclen, porque la primera es una actividad social que, en todas partes del mundo, sirve para que quienes invierten en ella generen empatía con las masas. Sí nos compete, en cambio, juzgar la viabilidad y la conveniencia de que el mismo capital ingrese a administrar el fútbol de modo simultáneo en diversas instituciones, como ha ocurrido en este caso, pues ello implica por definición un riesgo financiero importante: desde inicios de 2014, los planteles de UTC, Mannucci y ADA han reclamado, cada cual en diversos momentos, faltas de pago puntual en sus salarios y hasta se han negado en algún momento a entrenar por esa razón. 

Los Ramírez también llegaron al pecho de Mannucci: han soportado la campaña de Segunda División 2014 del cuadro carlista. (Foto: Prensa Carlos A. Mannucci)

La causalidad es evidente: controlar tres clubes que, además, no son poca cosa -cada cual es el más popular de su zona de origen-, no solo genera que los problemas de cada uno acaben salpicándole al otro, sino que indefectiblemente conduce a subsidios cruzados que no son eficientes para la gestión de un club. ¿Qué habría pasado si los Ramírez llegaban a controlar a Grau? Probablemente la crisis de cada uno de los planteles sería mucho más profunda. Por cierto, no se puede discutir la intención ni sobre todo el esfuerzo: mal que bien, a diferencia de otros dirigentes que han aplicado el "perro muerto", ellos han ido amortizando los pagos y al final mantienen a los tres planteles en competencia activa, sin que se hayan registrado deserciones como las que antes han caracterizado al fútbol peruano.

La Federación Peruana de Fútbol, sin duda, tiene en este tema una responsabilidad más por añadir a su larga lista de pendientes. La administración de Manuel Burga no va a solucionar los problemas de distribución de capital en la economía peruana, pero a ella sí le corresponde generar algunos blindajes o candados normativos que impidan que el riesgo financiero de un club se traslade a otro. Es algo elemental y parte de las reformas estructurales que habría que plantear.

ADA es la tercera inversión de los Ramírez: tiene a Marcial Salazar como DT y a Teófilo Cubillas como asesor deportivo. (Foto: Jaime Musayón)

En general, está claro que el verdadero fútbol peruano, ese que se juega en las ligas y los barrios y el que la miopía mediática de creer que todo se soluciona echando a Burga ignora sistemáticamente, depende hace rato de los avatares del capital popular. Pero es más viable que el sistema procure que él se canalice en inversiones focalizadas en una sola institución, de forma de amarrarlo a ella y promover proyectos que, aun vía generación espontánea, acaben siendo de largo plazo, como los de los Oviedo con Aurich o los Acuña con Vallejo. Los Ramírez, quizá, aún estén a tiempo de hacer lo propio con alguna de sus instituciones después de este 2014 electoral; con las tres a la vez, será más improbable que difícil. 

Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com

Fotos: Alfredo Palomino; Prensa Carlos A. Mannucci; Jaime Musayón


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