Foto: soccermond.comEn 1950, Brasil se pudo cobrar la ansiada revancha ante su primer verdugo en la historia de los Mundiales. A los 4 minutos, el goleador Ademir abrió el marcador e inició el camino de cara a la victoria frente a Yugoslavia.

 

La primera experiencia mundialista de Brasil no había sido del todo feliz. En su primer encuentro había sido derrotado por Yugoslavia y esta caída le había impedido clasificar a la siguiente etapa. Veinte años después, Brasil jugaba en casa y estaba obligado a culminar en el primer lugar de su grupo. En el anterior partido había dejado una magra imagen al haber igualado ante México. En la última jornada debía ganar sí o sí para clasificar a la fase final. El rival se antojaba perfecto para cobrarse una vieja deuda pendiente.

Aquel 1 de julio de 1950, 142.429 personas llegaron hasta el estadio Maracaná de Río de Janeiro con la esperanza de ver triunfar a su selección ante una Yugoslavia que también iba a ir con todo. El cuadro brasileño -que aún vestía camiseta blanca- salió con la pierna en alto, dispuesto a ser una aplanadora. La diferencia entre ambas escuadras se hizo notoria desde el inicio.

 


 

A los 4 minutos, el conjunto dirigido por Flavio Costa armó una jugada colectiva que empezó en la mitad de la cancha. La acción continuó por el sector derecho del campo con un rápido desborde que permitió que Jair ingresara al área para sacar un potente remate que impactó en un defensor del cuadro balcánico. El rebote le quedó a Zizinho y este cedió inmediatamente para que el temible Ademir conectara la pelota con un arco desguarnecido porque el anterior remate había descolocado al guardameta Srdjan Mrkusic.

El balón ingresó sin problemas y la algarabía tomó el Maracaná. Los asistentes empezaron a celebrar el tanto de Ademir mientras los jugadores se acercaban al goleador para abrazarlo y felicitarlo por el que era su tercer gol en la historia de los Mundiales. El partido acabó 2-0 a favor de Brasil, pero el tanto del ariete de Vasco da Gama fue el más importante porque impulsó a su selección a la fase final, y de paso cobró una vieja deuda pendiente ante los yugoslavos.

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El otro minuto 4: el gol de Siyabonga Nomvethe (Sudáfrica) a Eslovenia en 2002

Foto: soccermond.com

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