Boys - Minero: El poder de las minorías
Pese a jugar con nueve hombres, Minero logró un heroico triunfo en el Callao luego de vencer por 1-2 a un desordenado Boys. El cuadro de Matucana sumó su segundo triunfo consecutivo y empieza a salir de los últimos lugares a merced de un Boys que perdió el invicto en el torneo.
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En el Callao se vivió un partido donde la única lógica fue la ilógica. Al mismo estilo que la peculiar película 2001: Odisea en el Espacio de Stanley Kubrick, donde lo insólito y lo inimaginable se orquestaron de manera genial, Boys y Minero protagonizaron un entretenido espectáculo que tuvo de todo.
Antes de los 15’ se dio la primera sorpresa. Boys dominaba las acciones aunque no mostraba profundidad ante un Minero que esperaba agrupado en su campo con un compacto 4-3-1-2. Pero en un descuido de los rosados, Alexander Salas generó un tiro libre a favor de su equipo. El mismo jugador lo ejecutó con un remate desde una distancia de 30 metros que venció al portero rosado. En su segunda incursión al pórtico local, la visita se puso en ventaja.
Tras el gol, Minero continuó con su propuesta de tirarse atrás y esperar el error del rival para atacar por medio de contragolpes. Durante más de 20’ dicha táctica funcionó hasta que se dio la segunda sorpresa. No fue Olaya ni ‘Pedrito’ García. Tampoco Vera ni Espinoza, los habilidosos volantes rosados. Javier Salazar, el rústico defensor porteño, puso la transitoria igualdad con una media chalaca que dejó sin reacción a un Juan Flores que tapó lesionado del pie derecho.
Pero el gol de Salazar no fue la única circunstancia a favor de Boys. A los 44’, Alexander Salas reaccionó de mala manera ante una entrada de Espinoza y se ganó la roja. A los pocos segundos, tras una confusión del árbitro Iván Chang, que cambió el lugar en el que guarda las tarjetas rojas y amarillas, Carlos Alberto Flores también se fue a las duchas por protestar airadamente. En menos de cinco minutos, Minero no solo había perdido su ventaja en el marcador, sino que se quedaba con nueve hombres.
Para la etapa complementaria la historia parecía estar escrita para que los rosados consiguieran su segundo triunfo consecutivo. Tenían superioridad numérica y estaban, como diría ‘Kukín' Flores, con el ánimo anímico al tope. Sin embargo, el partido no estaba para que se diera la lógica. Boys salió en la segunda mitad con un planteamiento desordenado. Atacando hasta con seis hombres, los rosado buscaron quebrar la igualdad, pero se encontraron ante un Minero que soportó defendiendo en su área.
Con el pasar de los minutos los jugadores rosados se desesperaron y rifaron más de un balón. La premisa parecía ser pasarle el balón a los jugadores de naranja y no a los de su misma camiseta. Y una de estas fallas en la entrega derivó en un contragolpe de Juan Vera, quien tomó la lanza y corrió diez, veinte, treinta metros hasta adentrarse en el área porteña. Ya frente a Vásquez lo fusiló e hizo inútil su estirada de manos. En cámara phantom el balón ingresó con suspenso al arco y se tradujo en el 1-2.
Si empatados los jugadores de Boys se mostraron apresurados en su juego, con la ventaja visitante se dio un concierto de errores. El marcador no se movió más y Minero consiguió lo impensado. "Ahí está pe', el entrenamiento de la semana". Casi sin aliento, Juan Vera pronunció estas palabras al salir del campo. El defensor de Minero no ocultó su alegría mezclada con cansancio y soltó una frase, que si bien no será de antología, evidenció lo que fue el equipo dentro del campo: un conjunto ordenado, con una idea clara de juego y con jugadores con vergüenza deportiva.
Fotos: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
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