Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.comEn horas difíciles para un fútbol violentado, DeChalaca rescata un artículo del inolvidable Alfonso Tealdo sobre los intensos pero respetuosos duelos entre Guillermo Delgado -fallecido esta semana- y Alberto Terry: simbólicos de lo que siempre debió ser el clásico.

 

Alfonso Tealdo Simi (Lima, 15 de agosto de 1914 - 31 de julio de 1988) fue uno de los entrevistadores más agudos y emblemáticos de la televisión peruana. Desde el programa Pulso, emitido por Panamericana Televisión, impulsó el debate político en pantallas que hoy conocemos. Hincha de Alianza Lima, tuvo también un paso por el periodismo deportivo y dejó artículos como aquel del cual, en homenaje al reciente fallecimiento de don Guillermo Delgado, gran zaguero del cuadro blanquiazul y las selecciones nacionales, reproducimos un extracto a continuación. El texto ilustra cómo la intensa rivalidad del llamado 'León de José Díaz' con Alberto 'Toto' Terry no solo significó uno de los duelos más intensos y picantes de la historia de los clásicos, sino muestra cómo la lealtad y la caballerosidad primaban en un fútbol en el que siempre existieron la palabra gruesa y la pierna fuerte, pero con respeto y sin violencia.

(extracto del artículo Delgado - Terry... fue otro clásico, publicado en el libro 200 Clásicos de Historia, de Lorenzo Villanueva Regalado)

El 'Colorao' Terry paraba metido en La Victoria. Este gringo, con pinta de actor de cine, que era de la 'U', aparecía con una mirada soñadora, luciendo camisa sport blanca, con cuello de anchas puntas que montaban en la solapa del saco azul marino. Así se lo veía en las tapas o carátulas de Equipo o Sport, echando pinta o "matando" al equipo victoriano. Pero el gringo tenía el alma del pueblo dentro. 'Toto' por aquellos años era la estrella crema y, bajo el pretexto de visitar a Dimas Zegarra, que vivía en Matute, se "descolgaba" hasta el local de Alianza Lima, al costado del cine Lux en la Av. Manco Cápac, para jugar "golpeao" o póker con los morenos. La comprensión era tanta entre el gringo y los negros que varias veces llegó, incluso, a pilotar la delantera morena sin haber realizado ni siquiera un partido de entrenamiento. Y, como refuerzo, lo hacía de maravillas. Parecía que siempre había estado allí.

Guillermo Delgado y 'Toto' Terry cuando en 1982 se reencontraron en España (Recorte: revista Ovación)La identificación de Terry con el equipo del pueblo, con sus amigos aliancistas, tal vez se explicababa por esa palomillada innata que, hasta ahora, 'Toto' guarda en su corazón. Gente buena. Gente noble, el gringo comía cebiche o frijoles con asado, con los Castillo, con 'Chocolatín' Heredia, con el difunto Carlos Gómez Sánchez (uno de los últimos señores con el balón) o con Félix Fuentes, el papá de Lucha, que eran -por decir algo- los señores de La Victoria. Eso fuera de la cancha, al margen de la rivalidad de un clásico. Si se trataba de jaranear o irse de "plan", con todo lo que esto significaba en esos tiempos, Terry era un negro más.

El León de José Díaz

Guillermo Delgado vino de Ica. En el obligado paso de antes, por Centro Iqueño, mostró de qué madera estaba hecho el mozo. Pintón también. Fino. Señorial para la pelota Guillermo, que vivía al final de Las Américas por Balconcillo, tenía otro "plan". Levantaba con todo. Ni las esposas de los dirigentes se le escapaban. No tenía bandera en el amor. Engreído, caprichoso, bueno para la pelota y "picón" cuando lo bailaban, no dudaba un instante en bajarle un guadañazo a cualquiera cuando quedaba desairado.

Una vez, por ejemplo, ante Ciclista Lima, el argentino Muraco -que era medio petisón- le hizo una. Y otra. Guillermo "lo tasó" y fue por él. Esa tarde Alianza jugaba totalmente de azul. Ciclista, por viejo, lucía su clásico uniforme de chompa blanca con listas negras verticales. Amagó Muraco... y murió. Guillermo le entró con todo. A la mala. Le bajó un zapatazo por el pecho como una segadora. El argentino gritó, se revolcó y a otra cosa.

Esa era una faceta de Guillermo Delgado, diferente de la que tenía para la postal cuando, después de quitar, salía levantando la mirada, con los brazos en alto, higenizando el juego, engañando salir por aquí para irse por el lado contrario y entregar. Allí, dueño de su área, se enseñoreaba. La otra: la gran jalada o el "caracol" para sacar la pelota que lo había sobrado y acabar con el peligro, cuando le ganaban las espaldas.

Delgado y Terry eran lo máximo de Alianza y la 'U'.

Dame que te doy...

'Pocho' Rospigliosi entrevista a los ex jugadores que recuerdan más de un enfrentamiento en los clásicos del fútbol peruano (Recorte: revista Ovación)Siempre se ha dicho que es más fácil defender que atacar, por el recurso de poder destruir como sea. Eso era mentira cuando se trataba de Guillermo Delgado. Él, como después lo haría Víctor 'Conejo' Benítez, no podía descender ante un 'Toto' Terry hasta el foul artero o el chacrazo de reventarla como en Barbones o por la cancha de Buenos Aires, por Cocharcas. No. Había que quitarle el balón al gringo con clase. Había que ganar el partido desde allí, sin hacer goles, mellando la moral de los blancos tocando con clase o "jalando" la pelota como después lo haría el maestro Nicolás Fuentes.

Por eso para Guillermo los clásicos eran una jornada especial en la que cerebro y músculos tenían que computarizar perfectamente en esa pantalla verde que era el gramado del estadio Nacional. ¿Cómo no iba a ser obligado esto si él -Guillermo Delgado- era el 'León de José Díaz'? Pero, señores, quien venía con pelota dominada, con las turbinas al máximo como una saeta -y rubia- era Alberto 'Toto' Terry, una mezcla de Di Stéfano, Walter Gómez, Pedernera, Labruna o Sívori si les da labía que tenerlos bien puestos para salir a enfrentarse. Un quiebre, a la carrera, o un cambio de pie y podía irse el gringo hasta el fondo.

Guillermo lo sabía y allí estaba él obligado, con su clase y cartel, a salir y quitar, a entrar y llevarse la pelota. Para colmo de males los 'Cabeza de Gato', Enrique y Miguel, eran más malos que mandados a hacer para jugarla limpia, y 'Don Goyo', que ya había quemado su mejor fútbol en el Tabaco, ya no estaba para corretear a nadie. En esas, precisamente, era cuando Guillermo Delgado se jugaba completo y salía preciso, milimétrico al corte para, si triunfaba, llevarse el balón, como un pavorreal, mientras desde las tribunas caía el torrente de aplausos.

De macho a macho

Delgado y 'Toto' con las camisetas que defendieron con pasión en su época de futbolistas (Recorte: revista Ovación)No todo, sin embargo, solía ser -a veces- limpio. Terry estaba para arrancar desde atrás o, como punta de lanza, para recibir el pelotazo medido de la 'Lora', que podía salir jugando hasta de taquito, y de pronto soltar el pase largo estirando la jugada. Allí el gringo la paraba, miraba y construía la pared larga con Gilberto o el 'Cholo' Osorio, con Carlitos Valdivia o 'Campolo'. Incluso con 'Lolo' que, de viejo, según dicen, aprendió a jugar la pelota en corto o medida.

El pleito era ahora al revés. Terry llevando y allá, lejos en el área, Guillermo midiendo la distancia para salir al corte, a encarar como los buenos, o esperando. Guillermo prefería salir. Ante Terry era mejor morir combatiendo afuera que mirarlo pasar por esperar. Y entonces... podía suceder el choque. Con mucha hombría y sin mala intención porque, después de todo, el fútbol, aquí como en todas partes, siempre será la disputa recia entre hombres bajo el pretexto de darle a la pelota. Y en esas 'Toto' nunca aflojó. La ponía fuerte. Recia la pierna y apretando los dientes. Con los vellos rubios bañados en el sudor que afloraba por los poros. Con la certeza, también, de que el amigo, el compañeo de farras y partidos en la selección nacional, no iría a la canilla ni a la mala. Él era 'Toto' Terry. Él no era un Muraco cualquiera.

La más difícil...

Una vez Guillermo Delgado retornó de haber jugado en Colombia. Mi cuadro de comisiones, hecho por Alberto Best, mi jefe de deportes de El Diario, indicaba que había que entrevistarlo. La cita fue posible gracias a los buenos oficios de un señor del periodismo: Alberto Romero. En Balconcillo. Allí Guillermo, cuyos hijos, el 'Polaco' y el 'Ruso', aún eran criaturas, nos relató sus duelos con Terry en los clásicos.

Guillermo Delgado, aquí en saludo con Guillermo Barbadillo, fue un emblema en la defensa de Alianza Lima (Recorte: revista Ovación)Más o menos esto fue lo que dijo. "El gringo es sensacional. Nunca sabes lo que hará. Le pega exacto al balón para cabrearle o para lanzarlo lejos. Hay delanteros que tienen características conocidas por los zagueros. Se delatan solitos. Con Terry eso no vale. Tú lo ves agotado, jadeante, pero yo creo que es solamente algo exterior o cuento porque su pensamiento está sereno, tranquilo, trabajando -sin pelota- cómo recibirá el pase del compañero que viene y cómo resolverá. A Terry hay que adelantarlo pero resulta que es mañoso hasta para el salto. Las sabe todas. En los clásicos procuro pegarme a él y así ya voy en ganancia. Darle espacio es ir perdiendo. Si anulas a Terry, ya tienes ganado medio clásico".

Los entrenadores

Los equipos, como las comunidades, siempre han tenido los líderes o patrones de su accionar que han marcado hitos importantes en sus historias. Por aquellos años Delgado y Terry lo eran. Sin haber TV transmitían la imagen ideal del futbolista. Podían perder o ganar en la cancha pero seguían siendo, después de los partidos, los mejores.

Don Adelfo, con todo el respeto que se merece, no podía impartirle órdenes ni tácticas a Delgado. Tampoco Arturo Fernández a 'Toto' Terry. Adelfo había sido delantero, de los buenos. Arturo, back... También de los de oro. Delgado era zaguero de área y Terry, delantero. Cosas de la vida y del fútbol. Por aquellos días no había los test de Cooper, ni los stoppers como tampoco los líberos. El fútbol tenía, aún, la magia del juego de barrio. Se resolvía con una finta o un cañonazo. También con un guadañazo. Los entrenadores solían despedir a sus pupilos, en la boca del túnel, diciendo: "Muchachos, a ganar... y todo pa'lante". Los que sabían, como Terry o como Delgado, eran los que, en el campo, con dos o tres conejos, "pasaban la voz" para que los demás supieran por dónde había que hacer la jugada.

El gringo y el 'León' jamás, a pesar del fútbol excelente que jugaron y la ascendencia que tenían en sus compañeros, intentaron la de sabelotodos en sus vestuarios. Si en Alianza había un Heredia y en la 'U' un 'Lolo', ¿cómo pretender ser maestros? Ellos, Guillermo y 'Toto', preferían, en plan de amigos, señalarles a sus compañeros, en el campo, que se abrieran más sobre la cancha en este o ese sectores, que no "comieran" mucha bola o que la soltaran más rápido. De vez en cuando, y esto resultaba vital, también se combinaban guapeadas que podían incluir un recuerdo a la "drema", aunque para esto había que ser muy hombre. Fácilmente podría alguno equivocarse o "ensartarse", como esa vez que alguien, engañado por la pinta y gomina, creyó que Alberto Loret de Mola era fácil o gil para el pleito.

Goles son amores

Alberto 'Toto' Terry fue líder y capitán de Universitario, como en esta imagen en la que aparece junto a Cornelio Heredia, el capitán de Alianza (Recorte: revista Ovación)Los hinchas cremas soñaban con el gol del gringo Terry mientras que los de Alianza cachondeaban alegando que el blanquito no podía hacerle una a Guillermo Delgado. Los más viejos esperaban el cañonazo salvador de 'Lolo' y otros, la velocidad mortal de 'Aretino' Félix Castillo. Quizá también un penal disparado por Cornelio Heredia. Las cartas estaban sobre la mesa, o la cancha, y desde sus puestos de entrenadores dos glorias olímpicas -Adelfo y Arturo- impartían órdenes. Las barras pasaban de los cantitos corales a la lisura callejonera, porque el fútbol peruano, finalmente, es y será reflejo del pueblo aun cuando algunos la peguen de bacanes o distinguidos.

"Terry está jugando más adelantado. Se ha metido prácticamente como un back más en la defensa aliancista. Píldoras de Witt para sus riñones, no lo olvide. Delgado no descuida a Terry. Heredia no puede adelantarse y Goyoneche está cansado. Faltan 15 minutos y sigue el empate. La 'Lora' lleva pelota. Cruza para Valdivia. La toca, cede a Gilberto Torres que se va... Pelota para Terry. Delgado lo jala de la camiseta, Mister Dean da la ley de la ventaja... Sigue entrando Terry. Sale Legario... ¡Quita Delgado! Desde atrás, con gran clase... ¡Qué jugada, señores! Se la lleva el aliancista y sale dominando la pelota bajando y dando para 'Varguitas', que ha bajado a ayudar...".

Después de esa jugada ya podían todos irse a su casa. Delgado, después de haber perdido en el mano a mano, había vuelto a encarar ante la ventaja concedida al gringo, con buen criterio, por el inglés Charles Dean, y con la punta del pie se la había robado al crema cuando ya Teódulo, suicida como siempre, salía para tirarse a los pies. El toque, la genialidad de 'Toto', se había retardado un poquitito. Lo justo para que el 'León' salvara esa situación y girando con elegancia la sacara por la espalda de Terry iniciando allí, precisamente, su "desplante" o adorno -como los toreros- para salir elegante, señorial, levantando los brazos y la mirada, inyectando fe en sus compañeros al iniciar el contraataque.

Jugar para equipos opuestos no impidió una relación de amistad que duró más allá del retiro entre 'Toto' Terry y Delgado (Recorte: revista Ovación)

Con sinceridad: para ver el fútbol de Guillermo Delgado y 'Toto' Terry o escribir sobre él habría que que vestirse de etiqueta, y si hubiera habido TV en esos años, pedir que repitieran las jugada en cámara lenta. ¿Quién va a producir ese fútbol-espectáculo? Guillermo Delgado, como Alberto Terry, entre otros grandes jugadores del mundo (porque a estos ya les quedaba corto el ámbito nacional) les dieron a los clásicos un incentivo aparte. No se trataba solamente de ganar a cómo diera lugar, sino también de exhibir el mejor fútbol.

Por eso, tal vez por las noches, cuando después del partido sonaba a jarana entre Huatica y Luna Pizarro, los negros viejos, los que sabían, comentaban que "felizmente el gringo Terry se había quedado en esa jugada...". También era posible que por Las Carrozas, el barrio de 'Tatán', entre cerveza y cerveza o frescos vasos de "lija", escuchando a Los Compadres o El Trío La Rosa, algunos blanquitos o cholitos cremas reconocieran que Delgado les había "robado" la victoria en esa jugada ante Terry. Es que, dejando de lado el resultado, la gente iba a ver jugar buen fútbol. Y conste que la televisión no existía.

Hoy Guillermo Delgado está en España. Alberto Terry hace publicidad y periodismo. Algún día, tal vez, podrá grabarse una conversación entre ellos. Ese día, la pelota se pondrá contenta. Así es el fútbol.

Y ese día que Tealdo soñaba, una vez se dio. El 8 de julio de 1982, en pleno mundial de España, Alfonso 'Pocho' Rospigliosi reunió en Cádiz, donde radicaba Guillermo Delgado, a modo de sorpresa al viejo 'León de José Díaz' con su gran comparsa Alberto 'Toto' Terry. Una tarde llena de recuerdos y anécdotas resumida de manera inmejorable en la revista Ovación y algunas de cuyas imágenes decoran este artículo. Ejemplo de cómo el compadrazgo entre cremas e íntimos siempre debió conducir a escenarios de rivalidad intensa pero respetuosa y alejada de la violencia.

Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com
Recortes: revista Ovación; libro 200 Clásicos de Historia, Lorenzo Villanueva Regalado

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