Foto: bulgarian-football.comBulgaria llegó a Estados Unidos 1994 sin haber ganado un solo partido y acabó siendo cuarto. Rompió la maldición ante Grecia, con un triunfo que certificó a los 55' con un penal del gran Hristo Stoichkov. Los helénicos, en cambio, no han hecho goles en mundiales hasta ahora.

 

Bulgaria llegaba a Estados Unidos 1994 como a todos los demás mundiales: a hacerla de comparsa. O bueno, al menos ello ocurría en teoría. Los números hablaban por sí solos: un historial de cero triunfos en sus anteriores cinco participaciones coperas era motivo suficiente para ser entendida como una selección nula, al menos a comparación de los llamadas grandes selecciones europeas.

Encima, los de Dimitar Penev compartían el Grupo D con Nigeria, Argentina y Grecia, un grupo realmente complicado. Encima, poco tiempo antes del Mundial, a su centrodelantero titular, Luboslav Penev -goleador del Valencia español y sobrino del técnico- le diagnosticaron cáncer de testículos, el cual luego superó, pero que lo llevó a perderse la justa. Encima, en su primer encuentro, los búlgaros cayeron por un claro 3-0 ante la Nigeria de Yekini, Amokachi y Amunike, dando a entender que se despediría pronto.

Sin embargo, en el segundo encuentro, ante Grecia, todo cambió como por arte de magia. Los búlgaros se sacudieron de la mufa, golearon, comenzaron a ver brillar a sus estrellas y, lo más increíble, les trasladaron a los helénicos una maldición que estos deberán romper en Sudáfrica 2010. Y todo a partir de penales convertidos por un astro de verdad llamado Hristo Stoichkov.

Minuto 55

Apenas comenzó el encuentro, el cuadro búlgaro se encimó sobre los helénicos y a los 5' encontró el primer gol, mediante un remate de penal del gran Stoichkov, previa mano del zaguero griego Alexoudis. Desde entonces, todo el encuentro devino en ataques de los búlgaros y una férrea resistencia de Grecia, que se negaba a perder y se aferraba en su arco tratando de buscar algunos contragolpes sin resultado. Llegado el entretiempo, los búlgaros soñaban con su primer triunfo mundialista, aunque el 1-0 a favor nada les garantizaba: ya en 1974 habían estado igual, arriba ante Uruguay, y Ricardo Pavoni les había amargado la fiesta a poco del final.

El complemento lo resolvió todo. A los 55', Bulgaria armó un ataque, que dejó a tiro de arco a Nasko Sirakov. Tras zafarse forzosamente del defensa Kalitzakis, el '10' búlgaro tiró débilmente el balón hacia el cuerpo del portero Ilias Atmatzidis; tras el rebote, el delantero que fue trabado de forma descarada por el guardameta. El árbitro Ali Mohamed Bujsaim, de Emiratos Árabes, no lo dudó: penal para Bulgaria. Del resto se encargó Stoichkov: remate raso a la derecha del golero para confirmar la primera victoria búlgara en los mundiales. Inmejorable protagonista el '8', por entonces megaestrella del Barcelona y que haría 37 tantos en 83 apariciones con la camiseta de su selección.

El resto es historia conocida. Dos goles más, de Letchkov y Borimirov, sellaron el 4-0 final, al que sucederían nuevas victorias sobre Argentina, México (por penales) y Alemania, para depositar a Bulgaria en semifinales, en la mejor campaña de su historia, que los consagró cuartos en el mundo. En cambio, Grecia, que ya había perdido 4-0 con Argentina, cayó 2-0 con Nigeria y se despidió sin convertir goles en su única participación mundialista, por lo que ahora debe sacudirse de una nueva maldición que de algún modo les confirieron los búlgaros. ¿Le darán a alguien la posta los helénicos en Sudáfrica?

Foto: bulgarian-football.com

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