Foto: wldcup.comCorea del Sur dio el primero de los varios batacazos de su Mundial en 2002 tras eliminar a Portugal en primera fase. El responsable no fue un árbitro, sino el mejor de los exponentes de su fútbol en los últimos años: Park Ji Sung.

 

Corea del Sur era, junto a Japón, el organizador del Mundial 2002 y tenía en el banquillo a un siempre genial Guus Hiddink, pero nadie entre sus 48 millones de habitantes -ni siquiera quienes fungían de árbitros- supuso que su selección podría llegarse a ubicar como cuarta en el planeta.

Lo cierto es que más allá de todo lo que se dijo de la campaña coreana, hubo hazañas indiscutibles de por medio. La primera, irrebatible por cualquier crítico arbitral, fue la eliminación de Portugal y su llamada 'Generación de Oro' con Luis Figo como principal referente. Sí, es cierto, tuvo mucho que ver que el argentino Ángel Sánchez haya expulsado del campo a los lusos Joao Pinto y Beto; pero aplicó el reglamento y fue, más bien, un inspirado y atinado Park Ji-Sung quien mandó de regreso a casa a los portugueses a falta de 20’ para la culminación del encuentro, y puso a Corea del Sur como inesperada ganadora del Grupo D ante su público, que abarrotó el World Cup Stadium de Inchon.

Minuto 70

Dada la victoria simultánea de la eliminada Polonia ante Estados Unidos, Portugal apenas requería de un punto para pasar a octavos de final. Pero los once de Hiddink no se la pusieron fácil, ya que desde el pitazo inicial salieron con todos. Entonces los dirigidos por Antonio Oliveira cayeron en una frustración por no conseguir el gol que se vio reflejada en la expulsión de Joao Pinto tras una dura entrada a Park Ji Sung, y así se fueron en desventaja numérica a vestuarios tras la primera mitad.

En la fracción complementaria las cosas no cambiarian, los coreanos pusieron un cerrojo en la valla de Lee Woon-Jae; nada ni nadie podía batirla. Beto acumuló su segunda amarrilla y tuvo que abandonar el campo a los 68’ sin pensar que solo dos minutos después Park Ji-Sung, el líder coreano, recibiría el globo, y como si estuviera jugando un partido de práctica le haría un sombrero a Sergio Conceiçao ganándose los aplausos de los asistentes, estas palmas solo llenaron de éxtasis al volante, quien colocó el balón rasante y por entre las piernas del desafortunado Víctor Baia. Veinte minutos después, el silbatazo final solo enloqueció a los anfitriones ya que significaba el primer pase a octavos de la historia del fútbol surcoreano.

Entonces, el conocido como ‘Duracell’ pertenecía al Kyoto Sanga FC del vecino Japón, donde permanecería hasta 2003. un año después del Mundial, el PSV Eindhoven holandés no desaprovechó su talento y tras tenerlo dos temporadas, lo vendió al poderoso Manchester United, donde Park Ji Sung continúa hasta la fecha -ahora asentado como titular- con una Liga de Campeones y un Mundial de Clubes a cuestas. Ha defendido a su selección en 75 ocasiones con 10 goles en su historial, pero ninguno tan gritado como el de aquel 14 de junio de 2002, al frisar los 70 minutos en Inchon.

Foto: wldcup.com

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