Foto: kleinezetung.atEran los cuartos de final de Suiza 1954 y el anfitrión le ganaba 3-0 a los 25 minutos a Austria el llamado "derby de Los Alpes". Pero la historia cambió y la visita acabó ganando el partido con más goles en la historia de los mundiales: un 7-5 sellado a los 76 minutos por Erich Probst.

 

Austria y Suiza. Dos países con historias cercanas, pero opuestas. Uno, víctima por excelencia de la violencia que desangró al mundo en la Segunda Guerra Mundial; el otro, símbolo de paz en el planeta, impulsor de la cruz roja. Coorganizadores de la última edición de la Eurocopa, pero alguna vez rivales en un histórico partido: el que tuvo más goles en la historia de la Copa del Mundo.

Aquel 26 de junio de 1954, el partido entre dos vecinos alpinos tuvo un comienzo engañoso. Suiza, a los 19 minutos, ya ganaba 3-0 para delirio de la afición congregada en el estadio La Pontoise de Lausana. Jamás habrían imaginado, entonces, que llegarían al descanso superados por Austria. El delantero austriaco Theodor Wagner, quien marcó en tres ocasiones, fue la gran figura; aunque estadísticamente, el gol que lo significa todo para la historia fue el último de la jornada, obra de Erich Probst.

Minuto 76

El match resultó ser un completo infierno. Un clima caluroso y bochornoso que terminó desgastando a los jugadores de ambas escuadras, cosa que, en realidad, no había ocurrido solamente de este partido, sino en algunos otros más del torneo. El clima, dicen, fue un factor importante para explicar los atípicamente abultados marcadores que se vieron en el Mundial de Suiza 1954, aquel con mejor promedio goleador de la historia de la Copa: 5.38 tantos por partido, cifra hoy impensable.

Austria, que venía de vencer a Escocia y Checoslovaquia en primera fase, era favorito, pero Suiza se la creyó rápido. Ballaman una vez y Hügi dos consiguieron un 3-0 que desató la bulla y el jolgorio de la hinchada helvética en las gradas de La Pontoise. Pero Austria requirió solo 15 minutos para anotar cinco -sí, cinco- veces en el arco del meta suizo Parlier y reescribir rápidamente el cuento. Wagner dos veces, Robert Koerner otras dos y Ocwirk fueron los responsables, aunque luego Ballaman descontó de penal. Había sido un primer tiempo de ensueño.

Los helvéticos, al ver que se les iba el partido, provocaron -ganados por la desesperación- una lesión a Erich Probst, uno de los delanteros austriacos más reputados. Al no ser válidos los cambios en la época, Probst optó por correrse a jugar al extremo izquierdo del campo, para esperar allí su oportunidad. Wagner completó su hat-trick colocando el sexto de Austria, y Hügi puso las cosas 6-5 al descontar para Suiza. Todo acabó a los 76 minutos: Probst les ganó el vivo a los zagueros, quedó mano a mano con el guardameta Parlier y puso la zurda para definir cruzado.

Erich Probst terminó siendo uno los atacantes más importantes del Mundial, con seis goles en su cuenta. En su currículo se suman cuatro campeonatos con el Rapid de Viena (1951, 1952, 1954, 1956) y 107 goles anotados con dicha camiseta, así como otros 17 con la camiseta de la selección austriaca. Pero para la historia del fútbol, ninguno vale como aquel de esa tarde soleada de Lausana: el gol 12 de un partido que supera a otros con 11 tantos (el Brasil 6 - Polonia 5 de 1938 o el muy posterior Hungría 10 - El Salvador 1 de 1982) y se alza como ícono de goleo insuperable en los mundiales.

Foto: kleinezetung.at

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