Foto: AFPBolívar le propinó una auténtica paliza a Montevideo Wanderers en el Hernando Siles. El 5-0, reflejo del dominio absoluto de la 'Academia' paceña, encauza al equipo del español Natxo González como candidato para llegar a la fase de grupos.
Félix Arias Schreiber | @totoasch
Redactor

El panorama de Montevideo Wanderers para sostener de visita el exiguo 1-0 de la ida era escandalosamente desfavorable. Tanto así que los casi 3600 msnm del Hernando Siles no fueron el factor principal de su derrota: sucede que el equipo bohemio sufrió once bajas, pues ocho jugadores quedaron fuera por motivos sanitarios y los tres restantes se lesionaron. Además, solo Mauro Silveira estaba disponible para el arco. Y luego de que la Conmebol no aceptara su pedido de tener un arquero-jugador como suplente, al cuadro bohemio no le quedó de otra que mandar a Gastón Bueno, defensor de la institución, como portero alternativo.

El partido no pudo comenzar mejor para los celestes. Apenas a los 4 minutos, un centro por derecha encontró solo a Leonardo Ramos, quien empujó la pelota hacia la red y antepuso a cualquier cosa la paridad en el resultado global. El 3-4-2-1 de Daniel Carreño adoptó una postura aún más defensiva: el DT bohemio replegó líneas para fortalecer el bloque de fondo, pero fue en vano. El 4-2-3-1 de Natxo González ya se había hecho del partido.

Con tan solo 20 años de edad, el portero bohemio, Mauro Silveira, se agigantó como si tuviera amplia experiencia y empezó a repeler las arremetidas académicas. Incluso respondió bien en el segundo gol, cuando tras tapar de forma impresionante un mano a mano, se jugó la vida para estropear el remate de Bruno Miranda, que lentamente ingresó al arco uruguayo. En los descuentos de la primera mitad, un conato de bronca derivó en la expulsión de Diego Hernández, lo que encima dejó a la visita en inferioridad numérica.

Ramos celebra su primer tanto. Bolívar se pegó un picnic con un Wanderers endeble. (Foto: Conmebol)

El complemento fue aún mejor para los locales. Silveira atajaba de todo, pero Leonardo Ramos -el Capo del partido- de cabeza y Damián Macaluso con un autogol pusieron a Bolívar cuatro tantos arriba. La remontada era virtualmente imposible y, encima, Silveira sufrió una sobrecarga muscular en el brazo derecho. Pese a eso, el joven portero se negó a salir del campo -recordar que habría implicado que Bueno, siendo defensa, tuviera que atajar- en una muestra de vergüenza deportiva, y así siguió mostrando su enorme capacidad sin importarle los gestos de dolor.

Lo único inentendible -aunque reglamentario- del buen desempeño del juez ecuatoriano Guillermo Guerrero fue su decisión de agregar 6 minutos más cuando la clasificación celeste era inminente. Fue tiempo suficiente, en todo caso, para que Víctor Ábrego, recién ingresado, anotara el 5-0 definitivo. Lo cierto es que Wanderers jamás mostró argumentos que aplacaran los temores de su hinchada y el periodismo uruguayo, que desde la ida clamaban por una mayor diferencia -los goles que no marcó en el Parque Alfredo Víctor Viera- porque visitar a Bolívar en La Paz con solo un tanto en la alforja es como ir a la guerra más que solo a La Paz.

Los Goles

Las Fotos

Fotos: Prensa Conmebol; AFP


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La ficha del Bolívar 5 - Montevideo Wanderers 0

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