Foto: AFPSendos errores defensivos del RB Leipzig fueron capitalizados por el Liverpool en su "visita" a Hungría. El 0-2 deja la serie de octavos de final bastante decantada hacia los reds, que mostraron notoria mejoría en su juego.
Luis Valenzuela | @figovalenzuela
Redactor

Parecería que Julian Nagelsmann quería darle un regalo atrasado por el día de San Valentin a Jürgen Klopp, sabiendo lo mal que lo está pasando el técnico de los reds en la Premier Legue con el Liverpool en comparación a lo bien que lo está pasando el técnico de Die Roten Bullen en la Bundesliga. La ida de los octavos de final de la Champions League parecía un buen lugar para materializar tal obsequio, sobre todo si se toma en cuenta que el partido se disputó en Budapest por el cierre de fronteras en territorio alemán por la pandemia.

Y es que resulta inexplicable la ingenuidad con la que en dos jugadas puntuales y con 5 minutos de separación entre una y otra se terminó por definir el partido. No porque no sea posible que un volante central como Macel Sabitzer pueda fallar en el pase hacia atrás y que un defensa central como Lukas Kolstermann se pueda resbalar, o que un defensa central como Noidi Mukiele pueda fallar en el cálculo y dejar solo a Sadio Mané enfrente de Péter Gulácsi; pero queda claro en que estos yerros se dieron más por el parado táctico y cuestiones personales que por la deficiencia de los jugadores.

Nagelsmann envió al Puskás Aréna su acostumbrado 3-5-2, con Tyler Adams y Angeliño haciendo el recorrido por derecha e izquierda, respectivamente; con Kevin Kampl como volante tapón, y con Dani Olmo haciendo pareja en la delantera con Christopher Nkunku. El equipo salió con intensidad, en procura de hacerse del gol tan pronto como fuera posible, para dejar en claro que los pases a un toque y las escapadas de Angeliño por el extremo izquierdo iban a causar problemas a su rival.

Alisson le bloquea el tiro al surcoreano Hwang Hee-chan. El RB Leipzig tuvo chances en general, pero un rapto de desconcentración le costó el partido. (Foto: AFP) 

Por otro lado, Klopp envió un 4-3-3 con Ozan Kabak y Jordan Henderson como defensas centrales, a pesar de ser solamente el segundo partido del turco con camiseta red y de que el capitán estaba ahí como parche. Un nobel Curtis Jones tenía la misión de dar pases claros tanto a Thiago Alcántara como al tridente ofensivo conformado por Mohamed Salah, Sadio Mané y Roberto Firmino, quienes apelaron a su velocidad y desequilibrio para complicar a la defensa rival.

Y eso fue justamente lo que ocurrió en el juego: la línea defensiva del Leipzig nunca supo cómo contrarrestar la velocidad de los atacantes rivales, sobre todo cuando estos llegaban en contragolpe y con más de 30 metros para ganar hasta llegar al arco de Gulácsi. Tampoco ayudó que los defensores intentaran salir jugando a pesar de que en los primeros instantes del partido se notara su nerviosismo con el balón, como cuando apenas a los 5 minutos el árbitro Slavko Vinčić les sacó tarjeta amarilla a Kampl y Mukiele en la misma jugada.

Después, un gol de Roberto Firmino fue correctamente anulado por Vinčić debido a que el balón enviado por Mané ya había traspasado la línea de gol. Esto, sumado a dos manos a mano de Salah y Mané respectivamente, hacía notar que Nagelsmann necesitaba replantear su táctica en el entretiempo. Pero esto no ocurrió y, en un periodo de 5 minutos al cabo del reinicio, el equipo lipsiense se vio en desventaja de dos goles. El DT de los toros intentó recomponer el equipo con las entradas de Yussuf Poulsen, Willi Orban y Hwang Hee-chan, pero Klopp ya había tomado la manija del partido y logrado que su equipo se replegara hasta tapar cualquier oportunidad de que el balón llegara a los delanteros rivales.

Salah celebra su tanto. De fondo, la resignación de Mukiele. (Foto: AFP) 

Lo que queda claro es que un equipo no puede darse el lujo de dejar a jugadores como Mohamed Salah con la posibilidad de hacer uno a uno ante un central. El egipcio es difícil de controlar cuando cuenta con espacio para gambetear y ser explosivo, sobre todo si su nivel está en alza. Sumando a esta ecuación a Mané y Firmino se obtiene como resultado que el Liverpool siempre es peligroso a pesar de estar mermado, y que sabe aprovechar los regalos rivales así sean por el día del amor y la amistad.

Los Goles

Fotos: AFP


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La ficha del RB Leipzig 0 - Liverpool 2

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