Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comHan pasado 25 años de uno de los mayores papelones de la Liga Española: en 1995, anunciar los descensos del Sevilla y el Celta por incumplimientos financieros para luego retractarse causó que las siguientes dos temporadas se jugara con 22 equipos, entre otras consecuencias más graves.

 

    Diego Rodríguez | @diroda86
    Redactor

Corría agosto de 1995. La Liga Española ya había terminado y los equipos ya habían dado vacaciones a sus jugadores; el Real Madrid de Iván Zamorano (goleador del campeonato) había logrado su vigesimosexto título, seguido por el Deportivo de La Coruña de Arsenio Iglesias y un Sevilla quinto que había clasificado a la Copa UEFA (hoy Europa League). El Celta había quedado decimotercero y en la parte baja, Logroñés y Valladolid descendieron junto al Albacete, que perdió la promoción de permanencia.

Un verano sin sol

Hasta lo descrito, todo era un agosto ibérico normal; sin embargo, el calor era presagio de un gran infierno. El 31 de julio era la última fecha para que el Sevilla y el Celta presentaran la documentación de avales económicos; como no lo hicieron, la Liga de Fútbol Profesional (LFP) decidió que ambos clubes descendieran hasta la Segunda B, la tercera categoría del fútbol ibérico, bajo el amparo de la Ley del Deporte. Además, la soberbia de Luis Cuevas, presidente sevillista por ese entonces, era clara y directa: su frase "no hay cojones de echarnos" enervó a Antonio Baró, entonces presidente de la LFP.

En ese punto, se produjo el primer error: convencido de su decisión, Baró invitó al Albacete y al Real Valladolid a volver a Primera y, por ende, al Leganés y al Getafe a volver a la Segunda pese a haber quedado en ubicaciones de descenso a Segunda B.

Pueblo unido jamás será vencido

El 1 de agosto de 1995, 70 mil hinchas del Sevilla tomaron las calles de su ciudad y generaron la reacción de toda España sobre su descenso administrativo. (Foto: diario El País) 

Indignados, helados y en shock, Sevilla y Celta buscaron la forma legal de volver mediante la presentación de recursos que la LFP no les permitió adscribir: su documentación incluía cifras desproporcionadas para clubes de élite. Asimismo, Valladolid y Albacete buscaron sostener su permanencia y alegaron que la LFP se manejaba de forma muy privada.

Pero la gran presión llegó de parte de los hinchas: los habitantes de Sevilla, Vigo, Valladolid y Albacete volvieron de los destinos playeros y se movilizaron como en celebraciones de título. Treinta mil aficionados del equipo de Nervión imploraban por la permanencia en Primera; cifras similares se desplazaron en las otras tres ciudades. Además, hubo presiones políticas por las reales consecuencias de descender dos categorías de golpe: jugadores como Davor Suker, por ejemplo, se tendrían que ir del Sevilla pues la Segunda B no permitía extranjeros, fuera de que sin duda al goleador croata del siguiente Mundial no le habría gustado seguir su carrera dos escalones abajo.

Ante ese escenario, el Consejo Superior de Deportes (CSD) y la LFP cedieron y convocaron Asamblea en sesión incluso transmitida por televisión el 16 de agosto. Real Madrid, Barcelona y Deportivo se negaron a la propuesta de ampliación a 22 equipos y hasta apelaron por reducir la cifra a 18. La presión del presidente del Compostela, José María Caneda, en dura crítica a la torpe y apresurada decisión de la Liga, terminó de confirmar la Liga de 22 equipos y 42 jornadas por primera vez en la historia y por las siguiente dos temporadas, maquillada entre otras novedades de la época como la introducción de los tres cambios por partido y la suma de tres puntos y ya no dos por victoria.

El cortoplacismo se paga a largo plazo

La hinchada del Celta también tomó las calles de Vigo en protesta por el caso de su equipo. (Foto: diario As) 

Hubo consecuencias, claramente. El presidente del Sevilla tuvo que salir y entró José María del Nido, vicepresidente vigente; los del sur de España habían argumentado que presentaron un aval por cinco años en 1991, mientras que del lado del Celta se esgrimió un error administrativo al presentar un documento pasado de una directiva anterior. Pero el gran problema fue que al siguiente año, el presidente español de la época, José María Aznar, flexibilizó los avales económicos, lo cual generó que  los clubes se endeudaran los años siguientes, algo que dos década después se llevaría en mesa al descenso al Elche, por ejemplo.

Hoy el problema en España no es económico, pero de hecho se planteó como solución salomónica a los inconvenientes sanitarios de la Segunda División la opción de ampliar equipos hasta 24 para que el Deportivo y Numancia no desciendan. Finalmente, y tras postergaciones, se jugó el último viernes el postergado Fuenlabrada - Deportivo pero la realidad es que ha habido clara transición y los desensos del Espanyol o del Racing a Segunda B ejemplifican que salvo Real Madrid y Barcelona, la Liga sufre un enorme problema monetario. El aval salva a algunos, pero obliga a desprenderse de jugadores como Rodri Hernández del Atlético de Madrid, Kepa del Athletic Bilbao o Ferrán Torres del Valencia hacia una Premier League que se distancia cada vez más -y que no se somete a presiones populares ni políticas-.

Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
Fotos: diarios El País y As


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