Composición fotográfica: Víctor Sierra / DeChalaca.comSuecia ganó en los descuentos, pero el 1-0 no le bastó para meterse en cuartos. Uruguay nuevamente sufrió en ofensiva y, en medio de las polémicas que llevaron a cambiar de árbitro a última hora, las manos de Mazurkiewicz le permitieron sostener la diferencia que aseguró su clasificación pese a la derrota.
    Diego Rodríguez | @diroda86
    Redactor

En Puebla, ante 18 mil espectadores, se asistió un partido muy parejo en el que Uruguay siguió extrañando su nivel ofensivo. La ausencia del lesionado Pedro Rocha se nota y la improvisación en ataque es visible: Víctor Espárrago no puede disimular que no es netamente el goleador que añora la afición charrúa. Encima, las polémicas por el cambio de árbitro -se insinuó que el brasileño Ayrton de Moreyra, originalmente designado, había sido sobornado por allegados a los celestes- generaron un clima desagradable y tenso en torno del elenco de Juan Eduardo Hohberg.

Los suecos, en tanto, debían ganar por dos goles para pasar a la siguiente ronda en su vuelta a los Mundiales desde su subtítulo en casa en 1958. Pese a los continuos ataques, el cuadro nórdico se encontró a una celeste sólida en defensa. Pese a ello pudo ganar gracias a un cabezazo de Ove Grahn, quien apenas con 8 minutos en el campo -y cuando muchos ya habían abandonado el Cuauhtémoc- se elevó para ganar la posición y batir a un impecable Ladislao Mazurkiewicz.

Sucede que en partidos tan cerrados, una individualidad o distracción mayúscula terminan marcando la diferencia. Todo pintaba para irse a casa en cero, pero un penal no cobrado sobre Julio Losada y las constantes faltas del complemento generaron que se fueran diluyendo las ocasione. Solo un pase largo hacia el ingresado Grahn terminó salvando los guarismos, aunque no la pena sueca.

Otra vista, más frontal, del gol de Grahn. Solo así cayó Mazurkiewicz. (Foto: Pinterest) 

En cancha, igual, nadie pareció demasiado preocupado de hacer cálculos. Solo en tribunas y el palco de prensa se sacaban las cuentas que determinan, primero, que Uruguay terminó encima de Suecia en la tabla; y luego, que cualquier resultado entre Italia e Israel clasifica a uno de esos dos equipos junto a los celestes, en detrimento de la eliminación escandinava.

En general, se trató del duelo de dos estilos que terminaron compenetrándose: ejemplos como la huacha de Leif Eriksson a Julio César Cortés o el juego duro que el árbitro estadounidense de origen judío Henry Landauer apenas cobraba matizaron ese coloquio. En general, los jugadores estuvieron activos quejándose, como cuando Atilio Ancheta cedió el balón hacia Mazurkiewicz y Landauer cobró un tiro libre indirecto por excesivo tiempo de retención de balón del golero. Fueron esos detalles y no tanto el resultado los que consumieron el tiempo y las ganas de ambas escuadras.

Los Goles

Composición fotográfica: Víctor Sierra / DeChalaca.com
Fotos: Pinterest


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La ficha del Suecia 1 - Uruguay 0

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