Foto: UEFAEl Bayern se paseó por Stamford Bridge y, después de calentar máquinas en el primer tiempo, le endosó en el complemento un 0-3 inapelable a un pálido Chelsea. Gnabry brilló con luz propia en la noche que confirmó la estafeta de candidato del cuadro bávaro.

    Roberto Castro | @rcastrolizarbe
    Director General

El triple nocaut técnico es una manera de resolver con antelación las peleas de pesos pesados y en cierta forma fue esa la manera en que el Chelsea de Frank Lampard quedó groggy en su propio patio. Superado de cabo a rabo por un rival que, sin la jerarquía del Bayern Münich de Ottmar Hitzfeld o la versatilidad de la versión de Jupp Heynckes, es un equipo con un nivel de vértigo tan alto o incluso superior al de ambos. Fundamentalmente porque no solo corre, sino que lo hace con el balón; y porque ese esférico trasladado a velocidad mortífera llega con eficacia a un destinatario definido que mantiene su vigencia goleada por encima de casi el resto del mundo. Si a la voracidad de Robert Lewandowski se le añade un Serge Gnabry mordaz para la distribución y la cia finalización, pues queda claro que de Bavaria procede uno de los candidatos a alzar la 'Orejona' en esta primavera europea.

La Pizarra: Teoría de la distribución

Chelsea: Lampard apeló a un 3-4-2-1 que la pasó pésimo en el fondo cuando el Bayern pisó el acelerador y gatilló la máquina. Antonio Rüdiger no se dio abasto para acudir en auxilio ni de Andreas Christensen ni sobre todo del victimado César Azpilcueta, sobrepasado por Gnabry cuantas veces este así lo quiso. Lo de Mount Mason y Ross Barkley como enlaces con el ataque rayó en lo insuficiente, y las entradas de Willian y Pedro para mejorar el juego en esa segunda línea tuvieron sabor de tardías.

Bayern: El 4-2-3-1 de Hans-Dieter Flick funcionó más como una maquinaria pesada que como una orquesta. El despliegue de Benjamin Pavard y, sobre todo, Alphonso Davies por los costados fue noble: ambos sobrepasaron con frecuencia el tercer cuarto de cancha rival y contribuyeron al abastecimiento de Lewandowski, de modo de que Kingsley Coman -o Philippe Coutinho cuando lo reemplazó- y sobre todo Gnabry tuvieran cancha libre para buscar el emprendimiento individual.

El Capo: Ser generoso

Gnabry se llevó todos los aplausos y comenzó a ganarse un nombre propio en filas bávaras. (Foto: UEFA) 

No tiene el latigazo de Franck Ribéry, pero Serge Gnabry se está ganando a pulso el cartel de dueño del extremo derecho en un Bayern acostumbrado a la velocidad en esa zona del campo. Rápido, certero, pasador y anotador: características varias de un atleta que se dedica al fútbol -y no al revés-. Sus dos goles definieron el partido -y acaso la llave- en un lapso de solo 3 minutos.

Kazuki Ito: Clemencia diferida

Poco feliz jornada para el francés Clement Turpin, quien a diferencia de otras ocasiones concedió demasiadas licencias a la pierna fuerte y causó que algunos jugadores como su compatriota Olivier Giroud o el propio Davies la pasaran mal. Al final acabó expulsando a Marcos Alonso por un manotazo sobre Lewandowski que él interpretó fue alevoso, aunque bien podría haber pasado como un roce propio del juego.

Los Goles

Fotos: UEFA


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La ficha del Chelsea 0 - Bayern Múnich 3

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