Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comLa Sub-20 llegó a Uruguay con el objetivo de ir al Mundial. No se concretó, pero hay un balance y análisis que hacer al respecto que deja aspectos positivos y negativos durante el trayecto del Sudamericano.

La selección Sub-20 llegó a Uruguay para competir y así lo hizo. Con las diferencias respectivas ante las distintas selecciones sudamericanas, el equipo respondió de diversas formas en los encuentros correspondientes. La fase inicial y el hexagonal dejan distintos saldos en cuanto a resultados, pero ambos  brindan cosas para evaluar, destacar o criticar de manera constructiva.

Lo positivo

La clasificación al hexagonal y, como consecuencia, la oportunidad de participar en los Juegos Panamericanos de Toronto. Para algunos quizá sea poco, pero a nivel histórico nunca se ha conseguido más que esto en competencias Sub-20. Además, es la primera vez que Perú consigue clasificar de manera consecutiva en dos oportunidades al hexagonal final del Sudamericano de esta categoría.

El grupo humano también es para destacar. Durante años las exigencias periodísticas y aficionadas del fútbol atacaron el lado deportivo e integral de los jugadores peruanos. Dentro de lo personal, el proceso fue un éxito. La Sub-20 fue un grupo profesional y disciplinado, sin problemas internos, predispuestos siempre a trabajar, donde los jugadores nunca faltaron al horario establecido, ni una tardanza a la hora de almuerzo o cena. En un país donde muchas veces los deportistas conviven por encima de las normas y donde nuestro entorno periodístico deportivo llena sus publicaciones exigiendo mejores profesionales y personas, pues tienen un aspecto positivo para aplaudir.


Lo negativo

Las distancias deportivas se siguen alargando con respecto a nuestros competidores sudamericanos. Mientras Colombia sigue creciendo y finaliza con baile y goleada su encuentro ante Brasil, Perú sigue sufriendo cuando le toca enfrentar a rivales como Argentina o Uruguay. ¿Por qué siempre lo mismo? Porque todavía no se han corregido los problemas de nuestro sistema de menores, problemas de formación conocidos pero que pocos luchan por solucionar. La diferencia, amplia en el presente, se seguirá agrandando durante los años de no cambiar nuestras estructuras deportivas.

Por otro lado, el aspecto deportivo de esta selección pudo ser mejor. Las diferencias formativas existen y existieron, y siempre será el primer obstáculo en competencias internacionales, pero no debe ser un factor totalmente determinante. Influye, quizá mucho, pero las selecciones juveniles deberán preocuparse por intentar equiparar esas distancias con trabajo y juego. Decirlo es fácil y lograrlo muy difícil, el trabajo no necesariamente te va a asegurar el resultado porque el resto de selecciones también trabaja y llega con una base más sólida. Sin embargo, hay ciertos aspectos que Perú pudo manejar mejor, como la elaboración, siendo pacientes y dándole un tiempo más a cada jugada, o imponer un ritmo de juego que desestabilice a los rivales de turno y acomode a los nuestros. Reprocharle a este equipo ganar e intento de superación, por otro lado, sería ridículo.

La experiencia

A pesar que los resultados no acompañaron en general, la experiencia de esta grupo de jugadores es valiosa (Foto: AUF)

Fue casi un mes de convivencia con la selección lo que me tocó vivir como arranque de año. Colonia fue la ciudad que me dejó mejores recuerdos, con postales magníficas en distintos momentos del día, en un pueblo que te deja maravillado por su linda costa y sus áreas verdes, y te sorprende por la cantidad de campos de fútbol que existen alrededor de la pequeña ciudad que fue testigo del buen arranque y la posterior clasificación de la Sub-20.

Montevideo fue el segundo y último lugar a donde llegué a disfrutar del fútbol. Recintos como el Parque Central o el Centenario me hicieron vivir este deporte desde su lado más místico. No trajeron consigo buenos resultados, pero sí mucho aprendizaje. La convivencia con los jugadores y cuerpo técnico fue más cercana y los análisis y conversaciones no fueron pocos. Los partidos, que se disputaron con dos días de descanso entre cada uno, me permitieron, también, conocer localidades aledañas como Maldonado, Punta del Este y Piriápolis, que también me volvieron a mostrar los rostros más simpáticos de Uruguay. El regreso, como la ida, me hizo recorrer mar, cielo y tierra para llegar a mi destino. Esta vez fue Lima y sin el Mundial a cuestas, pero con una serie de vivencias que hicieron que valiera la pena cada día del Sudamericano.

Fotos: AUF


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