Composición fotográfica: José Salcedo / DeChalaca.comEl anuncio de posible renuncia de Pacífico a la Segunda División conduce a una reflexión necesaria sobre cómo la arquitectura actual del fútbol peruano carece de instancias que procuren el bien común, y más bien lo sujeta a constantes conflictos de intereses entre partes con estímulos contrapuestos.

La Segunda División afronta a esta hora incertidumbre por la duda acerca de la participación de algunos equipos para la temporada 2014, que ya se ha anunciado debería jugarse con 14 clubes en la categoría. A la situación de los que por cuestiones económicas no terminan de oficializar su participación -Mannucci y San Simón-, se suma la situación presentada por Pacífico Fútbol Club, que a través de sus voceros ha dado a conocer su intención de renunciar al torneo por no estar de acuerdo con la participación de equipos con licencia temporal o invitación. Como se sabe, al concurso por esta vía de Alianza Universidad, Comerciantes Unidos, Sport Victoria, Willy Serrato y el propio Mannucci, se ha sumado este año Sport Rosario, que ha tomado el cupo dejado por Unión Fuerza Minera.

La situación preocupa no solo por tratarse de un cambio que complica un panorama ya enrevesado sino, sobre todo, porque implica perder a uno de los clubes que con mayor seriedad y organización encara el torneo de ascenso. Por eso, cabe reflexionar por qué a Pacífico, pese a tener razones para tomar una decisión tal como retirarse, le correspondería asumir un rol de mayor liderazgo y anteponer el bien común para quedarse en la categoría y contribuir a su potenciación.

La coherencia rosada

Pacífico ha tenido participación en todos los niveles del fútbol nacional y se ganó un respeto institucional (Foto: prensa Pacífico FC)

A Pacífico nadie puede espetarle un arrebato o un capricho para tomar una posición como la que actualmente sostiene. El cuadro de San Martín de Porres es uno de los pocos en el fútbol peruano que ha seguido todos los procesos formalmente establecidos para llegar dónde está; es una institución ejemplar pues supo subsistir medio siglo como club de barrio para, al cumplir sus bodas de oro, tomar la decisión de dar un salto mayor, proponerse llegar al fútbol profesional y, lo más importante, conseguirlo.

Ya en las grandes ligas, Pacífico fue subcampeón de Copa Perú, campeón de Segunda División y luego participante en Primera con la dificultad agregada de, por capricho de las autoridades políticas de su distrito, tener que mudarse fuera de San Martín de Porres durante dos años para poder seguir jugando. Es el típico caso de empresa peruana a la que la formalidad le ha generado costos grandes. Y por eso se comprende, en buena medida, que exista en su entorno dirigencial un natural hartazgo de ver cómo alrededor las cosas funcionan de otras maneras. En esa línea, el cuadro rosado siempre manifestó su disconformidad con el hecho de que hubiera clubes que, por invitación, lograran aquello que a su camiseta le costó mucho sudor y dinero alcanzar.

Además, Pacífico respalda su decisión actual en una medida formalmente establecida por la anterior administración de la Federación Peruana de Fútbol en el sentido de que 2014 sería el último año en que se otorgarían licencias temporales de participación a los clubes. Eso ha hecho que el caso de Sport Rosario sea leído por Pacífico como un incumplimiento a las normas y, por ende, lo invite a patear el tablero.

La crudeza de la realidad

La Copa Perú es un claro ejemplo de la falta de criterio que se maneja en nuestro fútbol (Foto: Iván Carpio / DeChalaca.com)

El razonamiento de Pacífico, está dicho, es lógico y coherente. Pero en la práctica, eso no siempre alcanza para que una decisión sea entendida como la correcta. El fútbol peruano tiene una arquitectura confusa en la que, como está explicado hasta el cansancio por DeChalaca, existe una perversión principal derivada de un sistema de ascenso tan mal estructurado que lo convierte en el único en el mundo que tiene dos vías para llegar a la máxima categoría, y que es tan absurdo que la tercera categoría (la Copa Perú) da ascenso tanto a la Primera como a la Segunda.

Absolutamente nadie que tenga un mínimo de racionalidad puede sustentar que un sistema de ese tipo sea sostenible. Los argumentos que se esgrimen en contra de la existencia de la Segunda División suelen ser puramente emotivos o apasionados y, sobre todo, cargados de un resentimiento regionalista comprensible a la luz de un fútbol que siempre fue centralista y que, a partir de la -imprescindible- reducción de clubes de 1991 generó en la mayoría de dirigentes del interior del país una suerte de trauma que, casi caudillistamente, ha generado una causa común bajo el lema "que los de Lima nunca nos vuelvan a quitar lo que es nuestro". Es tan emotivo y poco racional el argumento que se derrumba por sí solo cuando se cae en la cuenta de que en la Segunda División solo dos de los 14 participantes de 2015 (Boys y Pacífico) serían metropolitanos.

Este último hecho, pues, recoge el sentido de lo que se ha procurado en los últimos años a través de la potenciación de la Segunda División vía licencias temporales: lograr que en la categoría participen varios de los clubes del interior más representativos, y que el torneo alcance legitimidad ante la afición y la empresa privada como un certamen claramente superior, no solo en teoría sino también en la práctica, a la Copa Perú. Es parte de una estrategia de reforma no brusca y por decreto desde la cabeza, sino progresiva y orgánica desde el cuerpo. Para explicarlo de otro modo, es parte de un proceso de convencimiento o "evangelización" análogo al que se hace cuando se concientiza a poblaciones para que acepten proyectos extractivos en sus zonas de influencia: por más que se sepa que lo que se está planteando es lo racional y lo adecuado, no se impone a la bruta sino que se busca que los mismos agentes interesados entiendan que es la mejor alternativa.

Sport Boys acompaña a Pacífico como los equipos que representan a Lima Metropolitana en un torneo que busca desmerecerso un poco esta situación  (Foto: Andina)
En este sentido, es importante tener en cuenta que así como las reglas de juego no están planteadas para que una autoridad equis diga de buenas a primeras que tal o cual proyecto extractivo se hace sí o sí -porque posiblemente eso le cueste el voto en contra en la siguiente elección-, a nivel de la FPF ocurre lo mismo: quienes eligen al directorio son los mismos que en principio ven a la Segunda como un ente amenazante de los derechos de la Copa Perú. Por eso, el camino de los últimos años ha sido estratégico: lograr que, de a pocos, el capital más importante de los clubes del interior migre del "fútbol macho" a Segunda, y eso ha llevado a que en 2014 se haya tenido el torneo más exitoso de la historia de la categoría, con televisación incluida y con todos los participantes completos hasta la última jornada. No es perfecto, pero es un avance importante. Y para conseguirlo, no solo era conveniente sino imprescindible generar mecanismos como las licencias temporales que permitieran que, con facilidad, ese capital llegara a donde tenía que estar.

Por qué tomarse una licencia

Además, las licencias temporales no son un invento antojadizo: forman parte de un sistema con el que la FPF ha buscado en los últimos años preparar al fútbol peruano para que en general los clubes profesionales se desenvuelvan bajo licencias de operación, como ocurre en diversos países con ligas más avanzadas. La licencia es un mecanismo que permite garantizar la solvencia económica de los clubes, pues esta al final es la que permite la sostenibilidad de cualquier torneo. Por duro que suene, el fútbol profesional no es necesariamente para quienes mejor juegan, sino para quienes tienen dinero para jugarlo y solventarlo.

La transición al sistema de licencias es un tema poco difundido mediáticamente, pero es una de las principales herencias que la FPF saliente le ha dejado a la entrante. Lo que se buscó en los últimos años con las licencias temporales en Segunda División fue que la meritocracia deportiva (orden de prelación según la ubicación en la Etapa Nacional de la Copa Perú) se combinara con la capacidad económica de los clubes, y ciertamente el tránsito no ha sido perfecto -casos como el de Alianza Cristiana en 2013 o San Alejandro al final de 2014 lo han mostrado-, pero también es verdad que se tomó las mejores opciones entre las existentes para la asignación.

En el 2013, Alianza Cristiana tuvo un caso similar de licencia para no jugar la Segunda División (Foto: Archivo DeChalaca.com)
¿Está hoy la Segunda División en posición de prescindir de las licencias temporales sin que eso signifique un debilitamiento de lo avanzado? Claramente no. Si el torneo prescindiera de licencias para 2015, tendría que jugarse con un número antitécnico o incluso ínfimo de participantes. Y por más que la posición principista pueda decir que lo establecido en el papel debe primar, es indudable que resulta irracional echar por la borda lo logrado en estos años solo en nombre de respetar una regla que no es funcional. Ya se ha explicado anteriormente: no se puede ser esclavo de la norma si esta se sobrepone al bien común. Es similar a la vez en que, como explicó DeChalaca, era descabellado buscar el descenso de la Universidad San Martín por no llegar a un partido a tiempo por no haber tomado un bus en vez de un avión. Aquella posición despertó escozores, pero nosotros pensamos acá que lo más importante, a ultranza, es preservar en el fútbol peruano a las instituciones que le suman positivamente. No se trata de que la ley sea para unos y para otros no; pero no puede andar buscándose la leguleyada, el resbaloncito para ensuciar a quienes han buscado hacer de esto algo mejor.

Por qué Pacífico debe quedarse

Tener la capacidad de entender lo último significa estar de un lado o de otro en la frontera que divide a los que buscan lo mejor para sí mismos en el fútbol de quienes procuran lo mejor para el fútbol peruano como un todo. Es complejo entenderlo si se es solamente hincha, pues este por definición procura, ante todo, lo mejor para su equipo.

En esa línea, un caso como el de Pacífico implica que para un hincha rosado, las condiciones de competencia no asomen como las más leales, y por tanto dejar el torneo resulte la opción más aparente. Pero para un dirigente de un equipo que da buen ejemplo al resto del fútbol peruano, la situación debe poderse entender como parte de un proceso en el que, tomando un rol de liderazgo, el equipo de San Martín de Porres pueda emplear a la Segunda División como una plataforma en la que muestre al resto del sistema cómo debe trabajarse. Y desde la que aproveche las óptimas condiciones que este 2015 le ofrece, como poder volver a ser local en su distrito y tener un mejor trabajo de base y pretemporada que la mayoría de los participantes de una categoría en la que, a priori, es candidato principal al ascenso.

La salida de Pacífico implicaría darle la razón a la informalidad de nuestro fútbol (Foto: Andina)
Por el contrario, irse de la Segunda haría que Pacífico, aun manteniendo una coherencia entre discurso y acción, contribuya a debilitar una categoría que sus dirigentes saben es necesaria para la mejora del fútbol peruano, y más bien recale en una Copa Perú en la que reingresaría al runrún del proyecto de corto plazo y el objetivo inmediato. Fuera del efecto hacia fuera, constituiría en sí mismo un acto involutivo.

En el Perú, la gran mayoría de reformas que han permitido que hoy la economía ostente los niveles de crecimiento y solidez relativa que tiene no provinieron de la cabeza política, sino del cuerpo o las instituciones intermedias -principalmente económicas-. En el fútbol no puede esperarse solo que la FPF haga las cosas desde la cabeza, sino que también puede aportarse bastante desde el cuerpo.

Por todo eso, en DeChalaca hacemos votos por que Pacífico, en aras del bien común y ratificando la proyección institucional que ha mostrado, deponga su actitud y decida permanecer en Segunda División. Si no lo hace, estará en su derecho; pero perderá bastante de la gran oportunidad que tiene de enseñarle al fútbol peruano que sí puede construirse un modelo exitoso y ordenado a través de estrategias deportivas y de marketing como las que inteligentemente se han diseñado en San Martín de Porres.  

Composición fotográfica: José Salcedo / DeChalaca.com

Fotos: prensa Pacífico FC, Iván Carpio / DeChalaca.com, Archivo DeChalaca.com, Andina


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