Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comCon un hombre menos durante buena parte del partido, Municipal consiguió un épico triunfo: estaba dos goles abajo ante Boys, pero logró un 3-2 para la historia, con un dramático gol de Armando Alfageme en el último suspiro.

Mariano Elías | @marianoeliasfut
Redactor

¿Qué factores influyeron para que el partido entre Municipal y Boys fuera el mejor en lo que va del Torneo de Verano?

La pregunta formulada obvia ya un hecho que debería asumirse con sólo ver lo que ocurrió en el Miguel Grau del Callao en la noche del sábado; lea el texto introductorio nuevamente si aún no lo ha asimilado. En el antecedente, el partido quizá no prometía tanto: los ediles llegaban en un irregular momento y con Víctor Rivera en el ojo de la tormenta mediática, mientras que los rosados aun lo hacían con la dupla de los hermanos Luis y Juan Francisco Hernández en la dirección técnica interina. El estadio no estuvo ni cerca de colmarse y el árbitro designado fue el inexperto Edwin Ordóñez.

Los primeros minutos insinuaron lo que se iba a ver durante los 90'. Municipal dominaba ligeramente, pero sin claridad, frente a un Boys al que poco le interesaba elaborar juego con pausa y que desde el inició manifestó una intención de contraatacar y aprovechar la velocidad de Mario Tajima y Arón Torres, sus volantes ofensivos por fuera. La propuesta de los porteños funcionó rápidamente, cuando un balón profundo de Renzo Sheput -de buen partido- encontró a Tajima con el balón en los pies y casi sin oposición por delante. El pequeño mediapunta corrió y finalmente, cuando se encontraba mano a mano ante Carlos Cáceda, fue derribado por Héctor Salazar. Ordóñez no dudó en cobrar penal y en expulsar al zaguero edil en una jugada que pareció iba a desequilibrar todo el partido.

La ventaja rosada se materializó con el gol vía penal de Luis Tejada -acostumbrado a marcarle goles a Municipal- y el camino parecía estar despejado para Boys: un hombre de más, apenas 22' de juego y un rival que no tenía en la banca chance alguna de cambio en la posición de Salazar. Rivera se la jugó e hizo ingresar a Eduardo Rabanal por Ítalo Regalado para que el cajamarquino entrara a jugar de lateral derecho, y fue Rodrigo Cuba quien se ubicó como segundo zaguero central para acompañar a Adrián Zela. Transcurrieron los minutos y los ediles, sorprendentemente, tomaron el protagonismo del juego, mientras que Boys acechaba y esperaba algún error que lo llevara a marcar el segundo tanto.

 

Uno de los motivos por los que podría considerarse a este partido el mejor del Torneo de Verano hasta el momento era la intensidad con la que se había disputado, además de tener dos propuestas claras que se contraponían y que regalaban un buen espectáculo. Eso, sin embargo, apenas era el primer tiempo, y al volver del descanso podría pasar mucho más.

Y así fue: 7' después del complemento, una gran acción colectiva entre Luis Tejada y Tajima fue culminada en el área por Renzo Sheput, quien fusiló a Carlos Cáceda con la pierna derecha y puso el 0-2 que parecía no podría cambiar tanto. El gol llegó de la manera más esperada posible: luego de un contragolpe en el que Municipal no había podido acomodarse en defensa y había dejado demasiados espacios. A los 54', cuando Boys apenas acababa de celebrar el gol, llegó el descuento inesperado de Adrián Zela luego de un balón parado. Todo estaba como antes en cuanto a resultado, pero sin duda fue un momento que marcó el partido, ya que dio la sensación de que, aún con diez jugadores, Municipal era capaz de anotar.

Fue en ese momento cuando el duelo cobró un nivel de incertidumbre mayor, que fue aumentando conforme pasaron los minutos. Una incertidumbre que creció más aún cuando, luego de intentarlo constantemente, Rodrigo Cuba anotó el empate faltando 5' para que se cumpliera el tiempo reglamentario. Ya para ese momento, José Miguel Manzaneda se había comenzado a poner el equipo al hombro y competía por ser el mejor del partido con Tejada o Tajima.

La montaña de alegría edil en contraste con el dolor de Arón Torres por la inesperada derrota rosada. (Foto: Pedro Monteverde / DeChalaca) 

Fue, sin embargo, en la última jugada del encuentro cuando llegó lo mejor. Con el tiempo cumplido y con el balón en campo edil, el árbitro Ordóñez decidió no terminar aún el partido, acaso porque presentía que algo más podría ocurrir. Con el público parado en las tribunas, con Boys habiéndose olvidado de la posibilidad de perder el partido y con el banco de Municipal a la expectativa, Manzaneda demostró por qué es un recurrente seleccionado nacional: emprendió una corrida sensacional por la banda izquierda en la que parecía nadie nunca lo podría alcanzar y, pese a que pudo haber culminado la jugada él sólo, prefirió habilitar a Armando Alfageme, quien milésimas antes de solo empujar el balón al arco de Martinuzzi ya había desatado una inmensa alegría en la parcialidad edil.

Municipal, de repente, había pasado a ganarlo 3-2. Con uno menos. Y con ese hermoso pitazo final que coincide con el cobro del gol. Emocionante y completamente merecido para un equipo que jamás renunció a la propuesta en la que su técnico -cuestionado y todo- creyó pese a haberse visto en la situación más adversa posible. Los abrazos finales lo dijeron todo: los ediles no son líderes y el gol de Alfageme no les valió un campeonato o algo parecido, pero necesitaban un triunfo para levantar cabeza y no existe mejor manera de lograrlo que como ocurrió en esta especial noche de sábado. Una en la que, además, rompieron una racha de 21 años sin triunfos en uno de los clásicos más antiguos del fútbol peruano.

Finalmente, para responder de manera concisa y directa a la pregunta planteada, quizá sólo sea necesario leer nuevamente el texto introductorio con el que comienza esta crónica.

Las Fotos

Fotos: Pedro Monteverde / DeChalaca.com


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La ficha del Municipal 3 - Boys 2

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