Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comPedro Troglio escribió su primera página exitosa en Universitario. Los cremas golearon 3-0 a Alianza Lima sobre la base del correcto comportamiento de su renovada primera línea de tres volantes y, en oposición, el muy discreto desempeño íntimo en ese sector, con pobreza para la marca y descontrol anímico.
    Roberto Castro | @rcastrolizarbe
    Director General

Los titulares del domingo serán abundantes en referencias a la redención y a la resurrección. Y esta vez el lugar común podría justificarse, aun cuando lo de Universitario haya sido un poco distinto de eso: acaso es un nuevo comienzo.

¿Tiene por qué cargar Pedro Troglio con el pasivo de los primeros tres meses del año en Ate? Es inevitable, pero en realidad quedará la duda de si su mayor acierto táctico de este auspicioso estreno -colocar tres volantes de marca- no fue sino, acaso, ante todo una precaución: el intento de asegurar un debut exitoso. Sobre lo que no hay dudas es que, especialmente, fue en la primera línea de volantes que Universitario le ganó -y le recontra ganó- el clásico a Alianza; y tampoco respecto de que la idea de que había un partido por ganar se trabajó mejor en el vestuario crema que en el blanquiazul.

Incluso el golazo de Arquímedes Figuera, tan espectacular como inesperado, fue simbólico respecto de la importancia de los volantes de primera línea en este clásico. El venezolano le pegó con maestría y dio rienda así a la mejor noche que ha vivido desde su llegada a Ate: una en la que se sintió muy cómodo porque, al tener soporte a los lados en Emanuel Páucar y Ángel Romero, pudo ejecutar un constante ida y vuelta para no ser solo un destructor, sino un jugador con capacidad de liderar el tránsito del equipo de defensa a ataque.

Edwuin Gómez fue uno de los jugadores que aportó con velocidad en la novedosa volante crema. (Foto: prensa Universitario) 

Además, el ritmo impuesto por Páucar, sobre todo, permitió que la 'U' fuera desde la recuperación de pelota misma una tromba por momentos. La disposición con tres hombres de marca facilitó que Alberto Quintero y Edwuin Gómez -metido en el partido y sobrio en el disparo del penal que ejecutó- se concentraran exclusivamente en una labor: imprimirle velocidad y vértigo a las diagonales dirigidas al arco de Leao Butrón. Y el sino obreril de la carta de presentación de Troglio se dejó traslucir en el trabajo de Hernán Rengifo, a quien como pocas veces se vio salir con frecuencia del área a buscar la pelota y a correr con ella.

Esa fue la 'U' de esta nueva era: una que trabaja. A diferencia de un Alianza que en el Monumental trabajó muy poco, fundamental y precisamente en primera línea. Lo de Luis Ramírez y Rinaldo Cruzado no da para juicios categóricos sobre su presencia; sí para decir, sin resquemores o murmuraciones, que tuvieron una noche para el olvido. Lo de 'Cachito', sobre todo, es rayano en el descontrol: ya ante Independiente había perdido los papeles discutiendo y alzando los brazos de más, y esta vez en cancha de su exclub se lo vio irritado y con un descontrol tendiente a la discusión innecesaria que es impropio para el capitán de un club que juega un clásico.

Pablo Bengoechea tardó demasiado para percatarse de que en esa zona del campo estaba perdiendo el partido. Solo lo comprendió cuando ya era goleado merced a la corrida sinfín del 'Negritillo' Quintero hacia el arco de Butrón, vendido por su defensa o, lo que es lo mismo, por un mal pase dado -una vez más- en la primera línea de volantes. Quiso corregir el traste con Óscar Vílchez, que entró a tratar de hacer un poco de fútbol cuando su equipo requería coraje para impedir que le pintaran la cara, y con Kevin Quevedo, que entró pifiado y apenas la tocó. En Alianza, hasta los más regulares del año como Luis Aguiar y Alejandro Hohberg se contagiaron de la apatía de su mediocampo, y apenas Germán Pacheco le puso algo de entusiasmo -y nada más- a un equipo muy apagado.

Luego del gol de Alberto Quintero, todo indicaba que podían llegar más goles cremas en el arco de Leao Butrón. (Foto: Andina) 

Por todo eso, el cuarto gol crema estuvo mucho más cerca, siempre, que el descuento aliancista. No por vorágine de ocasiones; simplemente por claridad de ellas, como un cabezazo de Werner Schüler -entró por Alberto Rodríguez, lesionado una vez más- en el área chica o aquel fierrazo de tiro libre de Figuera que Butrón sacó con las uñas, con los dientes y con la rabia de un arquero hipotecado a su suerte por un colectivo poco solidario.

El resultado de un clásico suele marcar un quiebre y este no será la excepción. El proyecto de Troglio resulta inmejorablemente respaldado por el mejor estímulo posible: tres motazos sobre la pizarra para iniciar el borrón y cuenta nueva. Tres goles que buscan dejar atrás tres meses olvidables -y hasta otros tres goles traumáticos como los que convirtiera Capiatá en el mismo estadio-. Y tres puntos que, además, valen más que lo numérico porque al rival de siempre le instalan algunos temas en agenda, como cuestionarle si el cerrojo de Avellaneda fue uno rústico y solo basado en la mala puntería de Independiente. Afirmar que eso augure éxito para la 'U' es prematuro; decir con contundencia que empezó la vida nueva, casi como si se entendiera este 2017 como un año fiscal que comienza en abril, también.

Las Fotos

Los Goles

Fotos: prensa Universitario, Andina


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