Sin HD: El orden de los desordenados
Las suspensiones de partidos por préstamos de jugadores a la selección, una tara antigua de nuestro fútbol peruano, parecían haber sido superadas a inicios de 2015. El inicio de las Eliminatorias nos devolvió a la triste realidad de que la mentalidad cortoplacista sigue vigente.
En vez de estar leyendo una crónica en este sábado por la noche, como debería ser, está leyendo esto. ¿Por qué? Porque no hay fútbol; por la reinstauración de una arraigada costumbre informal –que parecíamos haber vencido– de manosear el torneo porque unos pocos “cargan” con el peso de ceder a clubes a la selección. ¿Cuál es el problema con eso? Siga leyendo.
“La suspensión de partidos no afecta realmente el campeonato y beneficia a la selección”
AFIRMA LA MENTALIDAD CORTOPLACISTA. 2015 nos recibió con una buena noticia: se programó el calendario completo de los partidos del Torneo del Inca y se eliminó de las bases del campeonato la posibilidad de postergar partidos por préstamo de jugadores. Medida muy aplaudida y que en DeChalaca siempre hemos reclamado. Sin embargo, el inicio de un nuevo proceso eliminatorio nos ha llevado un paso atrás y se ha vuelto a instaurar el discurso que busca darle explicaciones a un síntoma de nuestra enfermedad cortoplacista. El torneo no debe detenerse porque un club cede a dos o tres jugadores y, para ello, es necesario empezar a quitarles a los equipos la facultad de ser una especie de organizadores, de determinar cuándo y a qué hora se juega, así como la posibilidad de solicitar –y que les otorguen– suspensiones por estas circunstancias.
No son pocas las taras que sufre el fútbol peruano y es un imperativo empezar a deshacernos de ellas. Una de las más arraigadas es la mentalidad cortoplacista, la que sustenta la existencia de torneos cortos que fomenta y empuja el subdesarrollo deportivo, la que permite que los equipos se liberen de responsabilidades porque tienen que ir a jugar la Libertadores o porque cedieron a su arquero y delantero. Se debe instaurar la cultura del cumplimiento de una vez por todas. Dar marcha atrás con medidas como la tomada en febrero de este año demuestra lo lejos que estamos de lograrlo.
“De no parar un tiempo antes, jugadores importantes podrían lesionarse”
SIEMPRE ES UN RIESGO. Aquí y en Turkmenistán. Cualquier minuto jugado es una potencial situación de riesgo que puede derivar en una lesión que saque a un jugador clave del próximo encuentro eliminatorio. ¿Es esta razón suficiente? No, principalmente porque una situación hipotética como esta no pesa ni tiene la relevancia suficiente como para desorganizar el calendario de todo el torneo. Tampoco lo es porque el fútbol es así: el día de hoy las grandes ligas no se detienen ni dejan los clubes de jugar porque su selección podría requerir jugadores.
El vínculo con el club es laboral, con la selección no. Si Perú no cuenta con una amplia lista de jugadores para seleccionar a sus convocados, entonces el trabajo que se deberá hacer es otro, pero eso no corre a cuenta de los clubes. Miremos sino a Europa, donde jugadores como Yotún han jugado Champions a mitad de semana, Pizarro hoy con el Werder Bremen, Carrillo lo propio en el partido del domingo del Sporting de no estar congelado. Acá, sin embargo, miramos a otro lado. Resulta peligroso, finalmente, porque una victoria de la selección podría dar la equivocada imagen de que una conducta como esta, que en teoría estuvo abolida desde inicio de año, se reinstaure con firmeza por ser “beneficiosa”. Cuidado es lo primero que hay que tener, pero con este tipo de políticas.
“Las suspensiones benefician a los clubes y a la selección”
SE BENEFICIAN UNOS A COSTA DE OTROS. Este fin de semana se juegan cuatro partidos. Los cuatro restantes fueron suspendidos porque los clubes que ceden jugadores a la selección pidieron la suspensión de sus partidos para no afrontar sus partidos sin dos o tres jugadores. Lo curioso es que hablamos de clubes con planteles largos y un equipo de reservas que, se supone, deben suplir las ausencias eventuales de sus titulares, no solo por emergencia sino porque esa es la forma natural de que ellos alcancen roce y fogueo. Sin embargo, una batalla que nunca debería iniciar termina siendo ganada por esos pocos privilegiados. Nadie pierde, dicen por ahí, como si echar la responsabilidad de programar el partido al futuro fuera una excusa temporal válida.
Políticamente suma poco esta situación, más aun cuando hay clubes de dirigentes que se benefician directamente. Pero cierto es que también los hay perjudicados, como pasó con la San Martín en noviembre de 2014, cuando tuvo que afrontar tres partidos en cinco días. Ahora le ocurrirá lo mismo a Cristal, pero más que los cerveceros, pierde el campeonato que se tiene que apretar en la recta final; los clubes y sus jugadores se desgastan y el fin de año los recibe con más lesiones que las que se quisieron prever. Al final, pierde el sistema.
Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
Fotos: Luis Chacón / DeChalaca.com, AFP
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Significa que aca se tiene un mal producto, por ejemplo me dijeron para ir al clasico que finamente fue postergado y asi qeu ganas quedan ahora de ir a un partido local, insufrible ademas ver la tabla ahora.