Perú vuelve a Bolivia exactamente veinte años después de su mejor recuerdo eliminatorio en el Hernando Siles: cuando Juan Carlos Oblitas comenzó a torcer a favor la historia de un proceso, más que con un punto rescatado, con transformaciones estructurales, como las que ahora propone en la misma cancha Ricardo Gareca.
    Roberto Castro | @rcastrolizarbe
    Director General

No es necesario charlar en estos días de tensa espera previa a La Paz con Juan Carlos Oblitas para saber, inequívocamente, que el Hernando Siles está entre ceja y ceja del 'Ciego'. Este 1 de setiembre, cuando pise su césped, habrán pasado veinte años exactos de aquella tarde en que policías bolivianos acabaron agrediéndolo en el túnel de vestuarios, con algún empellón de por medio, después de que Perú le hubiera robado a Bolivia el primer punto que el cuadro altiplánico cedía en esa cancha en cuatro Eliminatorias.

Pero esa estadística solo explica la furia boliviana de entonces, y no toda la satisfacción que a Oblitas le deparó el éxito de su plan B. La B de Bolivia, equipo que antes del inicio de aquella Eliminatoria a Francia 1998 -muchos parecen haberlo olvidado- era considerado muy favorito para clasificar por la crítica del continente, ya que con el cambio de sistema había multiplicado por dos los partidos en que debía ser local en la inexpugnable La Paz. Pero B, sobre todo, de bisagra, por la vuelta de tuerca que el proceso del 'Ciego' experimentó a partir de ese empate, valioso como pocos 0-0.

Oblitas había sufrido una transformación sustancial de su equipo después de la renuncia, al cabo de la segunda fecha de la Eliminatoria, de José del Solar a la capitanía y al grupo. En procura de jerarquía, sumó a la nacionalización de Julio César Balerio la de Julinho, otro de los arquetipos de su exitoso Cristal noventero. Con ellos en el titularato, cambió el 3-5-2 de los partidos ante Ecuador y Colombia (en los que 'Chemo' había sido líbero) y le empató a Argentina en Lima con un 4-cuadrado-2 clásico. Pero para La Paz, preparó una modificación mayor: apostar por dos jugadores del torneo local con casi nulo rodaje en selección.


Esos dos jugadores eran volantes de primera línea y con condiciones mixtas. Uno jugaba en Sport Boys y el otro, en Universitario. Nadie, a inicios de 1996, podría haber apostado que futbolistas de traza muy doméstica como Roger Serrano y José Pereda se constituirían, como aliados de Juan Jayo, en el trío que definiría, sobre la base de fuerza, coraje y tesón, la identidad futbolística de la mejor campaña eliminatoria de la selección peruana por los siguientes 34 años contados desde 1982.

Resulta curioso recordar que aquel partido del 1 de setiembre de 1996 fue el único de los dieciséis del camino a Francia que la mayor parte de la población peruana no pudo ver en directo, ya que Panamericana decidió que la emisión en vivo sería exclusiva para Telecable y el partido solo podría verse por señal abierta con una hora de diferencia. Por eso, los "ufff" de los vecinos después del tiro de Pablo Zegarra al travesaño sonaban tiernamente inocentes para quienes seguíamos el partido por radio. Pero también por eso, las imágenes con delay eran reveladoras sobre lo bien que habían rendido Serrano y Pereda, y lo adecuado que era para ese Perú tener tres hombres de marca detrás de la genialidad disruptiva de Palacios.

RPereda fue parte del once que alineó en La Paz. (Foto: El Gráfico Argentina)esulta no curioso sino muy lógico, en cambio, que exactamente veinte años después Oblitas, como director deportivo, haya empujado la misma hoja de ruta para la selección que comanda Ricardo Gareca. Más que por la aclimatación en el Cusco, lo de hoy se parece a 1996 por las circunstancias de renovación en un grupo que también ha apostado por dejar de lado referentes principales -como lo era 'Chemo'- en el pasado inmediatamente reciente, y sustituirlos por gente de rodaje más local -como Serrano y Pereda-.

Se habla mucho de que en 2012, Perú hizo un trabajo de acondicionamiento especial para jugar en La Paz y que pese a eso presentó un equipo alterno que, por eso no fue a ganar el partido. Nada más falso. Ese equipo especial de Markarián ofreció en su visita al Hernando Siles una de las versiones más ofensivas del ciclo del 'Mago', y después del gol de Juan Carlos Mariño dispuso hasta de cinco chances claras adicionales de gol que si desperdició fue por pésima puntería. Eso no tiene que ver con que la aclimatación haya sido buena o mala, o con que hayan faltado Guerrero, Pizarro o Farfán, quienes cincodías después tuvieron aún peor lucidez frente al arco en Asunción.

Tampoco, por supuesto, tuvo mucho que ver la falta de aclimatación con que en 2000 Uribe decidiera jugar a los experimentos en su primer partido y lanzara a la titularidad en La Paz a la 'Macha' Zeballos y como revulsivo, a un Alfredo Carmona que siempre fue de su confianza pero que en ese momento no tenía club. Tampoco fue un problema de aclimatación que en 2004 Autuori llegara a La Paz con el grupo tan fusilado por los medios que decidió jugarse por probar justamente allí con Farfán y un debutante Guerrero como dupla de ataque. Y tampoco fue un problema de aclimatación que en 2008 Del Solar haya elegido La Paz para plantear el peor partido posible de su ciclo en términos tácticos y facilitarle la vida a Botero y compañía para el 3-0.

La diferencia entre todas esas aventuras y las apuestas en el partido bisagra de Oblitas en 1996 es que estas obedecieron a una planificación: Serrano y Pereda no fueron improvisados, sino pensados. Y la diferencia central entre 2012 y 2016 no es que entonces Markarián haya apostado por un equipo alterno y ahora Gareca uno -cacofonía de por medio- en principio principal, sino que en esta oportunidad el partido se da en el marco de un cambio de base, de estructura que empezó -pensadamente- en la Copa América Centenario.

Roberto Palacios comandó la ofensiva del plan B de Oblitas. (Foto: El Gráfico Argentina)

Por eso, para cerrar el círculo, el partido del 1 de setiembre de 1996 es el más parecido posible al del 1 de setiembre de 2016. Y más que el punto que se rescató hace veinte años, lo que deberíamos aspirar a imitar es el carácter de inflexión que tuvo ese punto. Porque viendo el otro lado del cubo, la diferencia respecto de hace veinte años es que la rival no es la Bolivia de Etcheverry, Sánchez y Baldivieso, sino la Bolivia que no tiene a Chumacero y que, sin ánimo peyorativo, tiene poco más en el nivel de Chumacero. Oblitas, 'Ciego' de visión privilegiada, debe tener el panorama clarísimo acerca de cuál es el reto esta vez; Gareca, 'Tigre' ante todo por inteligencia, también.

Fotos: FIFA; El Gráfico Argentina

Comentarios ( 1)add
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escrito por José Eladio Núñez Quiroga , August 31, 2016
Efectivamente esa vez marchamos a La Paz con mi hermano y mis amigos, estuvimos en primera fila viendo el empate de aquella selección que estuvo a punto de clasificar para Francia 98. El rival era el mejor Bolivia de toda su historia; nosotros y muchos peruanos, la gran mayoría puneños como yo, wincha en la cabeza alentamos a los nuestros en un partido difícil, por el buen momento del rival, el estadio totalmente lleno, la altura y un Perú que se reorganizaba después de un empiezo fallido de esa Eliminatoria. Me queda en la retina aquella pelota sacada en la línea por Reynoso, con un Balerio vencido en el último suspiro del partido.
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