Pese a la derrota, Roberto Silva fue el mejor de la San Martín.

Foto: MEXSPORT

 

Silva abrió el camino de una ilusión que duró 30 minutos en el Azteca (Foto: MEXSPORT)Lo que quisieron sentar, prestar, opacar. Es cierto, sus actuaciones no habían hecho mucho como para dar la contra a todo este avatar en contra. En medio año que llevaba en Santa Anita, Roberto Silva se había mostrado como un goleador ocasional, un complemento (o un repuesto) de quien tuviera que ser el verdadero '9'. Al menos en el verano 2008, y contradiciendo a la normalidad, Silva ya ha sumado cuatro goles.

 

Ante América fue el mejor de su equipo. No solo por el gol. Su presencia fue importante en cada jugada por alto (ganó todo por esta vía) e, incluso por bajo, se animó a participar en algunas combinaciones. Si generalmente Silva abruma cuando retrocede y corta una jugada (por ejemplo, cuando una pelota que enfila perfecta termina enredándose con su tobillo), esta vez hizo toques sencillos y seguros. Por momentos, incluso, parecía que Silva se había transmutado en Ovelar y viceversa. El paraguayo, después de ese soberbio y tempranero zurdazo de larga distancia que el travesaño impidió que abriera la cuenta, no solo se vio opacado: empezó a errar pases, ensayó disparos torpes, perdió todas las disputas. Y, contra lo que dictaría la norma, fue sustituido. Silva se quedó en el campo y lo hizo bien. Si dicen que el verano cambia a la gente, por qué no puede hacerlo con los delanteros.

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