Pocas veces en la historia del balompié se ha escuchado de un gran equipo con tan mala fortuna como aquel inolvidable América de Cali de mediados de la década de los 80’. Aquel cuadro del doctor Gabriel Ochoa Uribe tuvo hasta en tres ocasiones la oportunidad de ganar la primera Copa Libertadores para el Pacífico sudamericano. Sin embargo, la diosa fortuna se encargó de darle con la puerta en la cara en cada una de esas veces entre 1985 y 1987.
Ipswich es una pequeña ciudad agrícola de no más de 100 mil habitantes en el condado de Suffolk, al este de Londres. Entre finales de los años '50 e inicios de los '60, su modesto equipo de fútbol revivió las fábulas de Camelot con épicas victorias. Con Alf Ramsey como entrenador, consiguió los títulos de Tercera, Segunda y Primera división de Inglaterra en tan solo seis temporadas. Esta es la historia de aquel extraordinario Ipswich Town que a partir de la nada, lo consiguió todo.
El balompié ecuatoriano vive actualmente el mejor momento de su historia. La reciente conquista de Liga Deportiva Universitaria en la Copa Libertadores solo ha confirmado el nivel futbolístico que ha alcanzado el vecino del norte. En los '90, otro equipo había puesto el primer granito de arena para anticipar la futura bonanza. Era el Barcelona de Guayaquil, dos veces subcampeón del torneo continental en la década pasada. Acá, el recuerdo del cuadro que comenzó a gestar la grandeza del club mostaza.
Libertad, igualdad y fraternidad. Los fundamentos básicos de toda constitución fueron cantados en 1993 por el Olympique de Marsella. El equipo del puerto mediterráneo fue el estandarte de una nueva revolución que devolvió a los galos la plenitud de sus derechos en el mundo futbolístico. Se alzó con la Champions League, la única en las vitrinas del fútbol francés a lo largo de la historia. Y pese a que irregularidades financieras lo despojaron de sus méritos, su juego se inscribió en el recuerdo.
En días en que el fútbol brasileño se vio despojado de la ilusión de un título continental en el propio Maracaná, vale recordar -a modo de pastillita para el alma- al primer equipo de esa nacionalidad que hizo historia internacional: el sensacional Vasco da Gama de 1948. Ese equipo de la franja negra que supo llevar a sus vitrinas, entre otros éxitos, el galardón del primer campeonato de la región. El de la Copa de Campeones de América, predecesora de la actual Copa Libertadores.
El fútbol de la década de los ‘70 fue marcado decididamente por el juego revolucionario de un país, y ese país marcado por el fútbol vistoso de un club. Holanda y Ajax, intimamente atados en el desarrollo del “fútbol total” que en el transcurso de pocos años popularizarían Johan Cruyff y su ‘Naranja Mecánica’. Y que al club de la comunidad judía de Amsterdam le regaló un tricampeonato de Europa y un sinfín de títulos locales. Acá, la historia de ese cuadro que Rinus Michels engendró para la eternidad.
Una relación amorosa puede durar toda la vida. Puede tener buenos y malos ratos. Puede fortalecerse quizá con un solo detalle. Quizá con un bombón. La historia cuenta que justamente un bombón hizo renacer el amor entre la número 12 de la Bombonera y los xeneizes del Boca Juniors. Este es el recuerdo del equipo azul y oro campeón de 1981. Ese de las primeras imágenes de Diego Armando Maradona en el club de la ribera, pero que además del 'Pelusa' tuvo otras figuras rutilantes.
Una orquesta perfecta es aquella donde cada músico integrante se complementa armónicamente con los demás. Además, es dirigida por un gran maestro, quien mueve la batuta para sincronizar los sonidos y acordes de tal modo que suenen al unísono en una placentera melodía. Si el fútbol tuviera música, sin duda esa sinfonía perfecta habría correspondido al Arsenal de Londres en los años 2003 y 2004, aquellos del invicto de 49 partidos en la Premier League.
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