Alfredo Aníbal González: A nombre del presidente
Dirá la historia que una vez Alfredo González anotó un gol para Universitario. No, no se trata del recientemente expectorado socio crema. Se trata de un homónimo, de un delantero argentino que llegó a Odriozola en el año 1998 y de cuyo pobre rendimiento apenas puede
recordarse un absurdo gol que le marcara al Lawn Tennis. Como su
llegada generó desconcierto y aún no existe una explicación sensata del
por qué de tal arribo, este artículo plantea una hipótesis que no debe
desdeñarse.
Composición fotográfica: Gian Saldarriaga / DeChalaca.com
Se venían las elecciones en Universitario y su presidente Alfredo González iba por la reelección con el Monumental a sus espaldas. Su estrategia se basaba en tres premisas básicas: 1. Poner maquetas del estadio en cada conferencia de prensa para estimular el peruanísimo apotegma de “yo mismo soy”. 2. Anunciar que la Roma y el Milan luchaban tete a tete por convertirse en el invitado estelar de su inauguración. 
3. Presagiar que Julio Iglesias y Juan Gabriel atenuarían sus naturales
diferencias respecto al cómo comportarse frente al sexo opuesto,
fusionando sus antagónicas aptitudes histriónicas en un insólito dueto
que haría retumbar el cerro Puruchuco a la hora de la hora. Los hinchas
más ilusos dieron todo esto por verosímil.
Pero aquello resultaba insuficiente. Para captar el voto de los socios indecisos, que podían de un momento virar hacia su rival Javier Aspauza, González tenía que hilar fino: la respuesta estaba en la publicidad subliminal.
APUNTES SOBRE LA HOMONOMIA
Naturalmente esta es una hipótesis, pero quien se atreva a cuestionarla, que antes brinde una explicación más o menos coherente del por qué un día de 1998 arribó a Odriozola un argentino pelucón (valga el pleonasmo) y homónimo del robusto presidente crema. El susodicho delantero se llamaba Aníbal Alfredo González o Alfredo Aníbal González; 
el autor de estas líneas confiesa su absoluta ineptitud para dar con el
nombre exacto del caballero en cuestión. Lo que le daría al personaje
cierto cariz místico, pero mejor no ahondar en esos temas.
La cosa es que A.A. González Cepeda (Salta, 29 de mayo de 1966) era un N.N. A diferencia de otras joyas que ya han gozado del dudoso privilegio de ocupar un espacio en esta sección, este argentino no tenía nada medianamente interesante que presentar en su currículo. Salvo una nota de El Gráfico en 1993 en la que afirmaba que su máximo sueño era “jugar algún día en River”. Y acabar con el hambre en el mundo, por qué no.
La mencionada nota venía a colación por el ascenso del modesto equipo Gimnasia y Tiro de Salta a la Primera de Argentina. González -conocido por esos pagos como el 'Tanque'- era uno de sus arietes referenciales, pero jamás pudo revalidar su instinto goleador (laughs) en la máxima división del fútbol platense. 
Prácticamente toda su carrera como jugador, antes y después de su paso
por la ‘U’, la vivió en el conjunto salteño, la mayoría de veces en los
torneos de ascenso, a los que este equipo retornaba de forma inmediata.
Cuando Gimnasia y Tiro volvió a Primera para la temporada 97-98 seguía
contando con González en sus filas, pero su ya consabida ineptitud lo
hacía producto de inmejorable cotización en el mercado futbolístico
tercermundista. Así que en marzo de 1998, sin mayor trámite, lo
mandaron al Perú.
La ‘U’ vivía por entonces los albores del ciclo de Osvaldo Piazza; es decir, la ‘Etapa Toro Cantoro’. Habían importado también al solvente defensor argentino Gustavo Falaschi y al delantero Diego Gross, otro que ya tendrá su momento en esta sección. En ese momento se había desatado el escándalo de Eduardo Esidio, expectorado en un principio de la ‘U’ por ser portador del V.I.H. Así que mientras duraban las polémicas y la dirigencia crema veía la forma de camuflar tamaño atropello con un diplomático pero lento retorno, llegó a Lima A.A. González.
Estéticamente, era una mezcla de la ‘Pepa’ Baldessari con Paul
Cominges. Futbolísticamente era peor. En los estadios florecía la
discusión de si no era mejor que al susodicho le dieran un andador en
lugar de chimpunes. Sin embargo, existían fines superiores. Lo que
realmente importaba era su nombre. Que el locutor del estadio
informara, tras el exasperante grito de AAAAtención, que
Alfredo González iba a entrar en la cancha. Que los relatores de radio
y televisión repitieran su nombre cuanto pudiesen. Que los diarios
deportivos gastaran tinta en abundante información sobre el flamante
paquete. No importaba que hablaran mal. La cosa era que el nombre
llegara y retumbara en mente y oídos del socio. Como los mensajes ocultos en plena película que empujan a un consumo inmediato de gaseosas, tabaco o comida chatarra en desmedro de la trama. Algo así.
LA SUERTE DEL FEO...
Lo más que puede recordarse de González es el solitario y absurdo gol que hizo con camiseta crema. Fue ante el colero Lawn Tennis en el estadio Nacional. Se jugaban apenas 12 segundos cuando el novato arquero tenista Johnny Soto se quiso mandar una filigrana que sepultó tempranamente su carrera deportiva. El golero se enredó, le dio al balón con la canilla y el balón quedó a merced de González. Bueno, eso es un decir. Porque el argentino demoró hasta tres segundos en voltearse, acomodarse y perfilarse frente a un arco semivacío. Así anotó su gol, apenas a los quince segundos de un partido que la ‘U’ resolvió con un contundente 0-5 a favor.
Al final del Apertura regresó a su equipo de toda la vida, Gimnasia y Tiro (ver video), y huyó silenciosamente de la selectiva memoria de la tribuna estudiantil. Al fin y al cabo, su cometido habíase cumplido: su tocayo consiguió la reelección.
Tras retirarse en Salta en 2003, decidió conformar con otro ex delantero del Gimnasia y Tiro, Luis Viano, una dupla técnica. No cuesta mucho adivinar cuál fue el primer equipo que le tocó entrenar. Tras dejar el equipo salteño, sus compromisos laborales lo llevaron a Jujuy. En la actualidad, con la melena intacta pero ya abundante en canas, dirige al Altos Hornos de Zapla, un equipo jujeño -en el que supo iniciar su carrera como jugador- que pelea el ascenso al Nacional B, es decir, a la Segunda División de Argentina. Su homónimo ya ni siquiera es socio de la institución merengue (fue expectorado justo el último lunes por voto mayoritario) y conduce un poco sintonizado programa en Canal 11 donde combina sus sesudos conceptos futbolísticos (“El Alianza, como dijo el filósofo Platón, está en un problema de incertidumbre”) con investigaciones culinarias en las que priman el plato hondo y la ingesta con cuchara.
O sea, que los dos andan más o menos en las mismas.
Fotos y recortes: revista Once; diario Líbero; gytsalta.com.ar; diarioelpaso.com.ar
Video: You Tube / Usuario: CocoAlboSalta
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Bueno me despido felicitandolos por la excelente web que la descubri hoy y aunque le den con todo al tanque .la pagina esta buena y gracias por averme hecho recordar muy buenos recuerdos de un grande como fue el" tanque gonzales".
