Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.comMientras el planeta admira los tres títulos consecutivos de Europa en mundiales, Italia -uno de los que los consiguió-, Inglaterra y Portugal aún no digieren el sinsabor de sus eliminaciones en primera ronda. ¿Será porque cambiaron menos que otros?

 

España fue campeona mundial en 2010 porque, en principio, se atrevió a cambiar su estilo. Alemania ha sido campeona mundial en 2014 porque, en principio, cambió su estilo. Bélgica y Suiza, supuestos outsiders europeos del último Mundial que al fin y al cabo rindieron actuaciones aceptables, han sido equipos que en los últimos años emprendieron transformaciones importantes en sus estilos de juego.

¿Será entonces que la Europa arrasadora del fútbol mundial es aquella que se atrevió a cambiar y que la que no lo hizo se quedó irremisiblemente postergada? Las eliminaciones tempranas de Italia, Inglaterra y Portugal en Brasil 2014 abre el espacio para el debate.

Italia: renovación inconclusa

La primera contraposición argumentativa a lo señalado vendría desde plano azzurro. Italia, campeona mundial en 2006 con Pirlo y Gattusso -volantes modernos, pero al fin y al cabo representantes del Cattenaccio- como estandartes sugeriría que, cuanto menos, la tesis de la ola de transformación solo aplicaría para la década actual y no desde antes.

Balotelli era el estandarte de una delantera multiétnica italiana que se quedó en proyecto antes del Mundial. (Foto: AFP)Pero Italia sí inició un cambio. Luego de que la eliminación de 2010 le marcara el final de una era, la Nazionale buscó con Cesare Prandelli una propuesta más abierta y ofensiva. La maduró en la Euro 2012 y llegó hasta el subcampeonato. Propuestas como el tridente de ataque multiétnico formado por Mario Balotelli, Stephan El Shaarawy y Pablo Osvaldo eran reflejo de esa vocación. Pero para Brasil 2014, El Shaarawy bajó nivel producto de una molesta lesión y el DT prefirió a Inmobile, el emergente delantero del Torino, o a Insigne, el hombre del Napoli, ambos gente que va más por los extremos, en la búsqueda de formar un equipo más largo.

Sin embargo, el tema de fondo fue que Prandelli apostó por ir más a sus raíces en el Mundial y jugar con un solo punta. Italia se presentó solo con Balotelli ante Inglaterra y Costa Rica, y contra Uruguay, si bien lanzó como titular a Inmobile, se vio obligado por la expulsión de Marchisio a cerrarse y aguantar hasta que el hombrazo de Godín la sacó del torneo. Y de paso se llevó a Prandelli, quien renunció junto al presidente de la Federación Italiana, Giancarlo Abete. ¿Quién lo sucederá? Se sabrá en agosto, pero encontrar un DT en el Calcio que dé continuidad al pensamiento ofensivo que se había instaurado con Prandelli suena a reto complejo. ¿Sugerencias?

Inglaterra: demasiado incipiente

En Inglaterra las cosas vienen mal hace años y la designación de Roy Hodgson, un técnico de trayectoria vasta pero no necesariamente muy prolífica, era sintómatica respecto de la visión que había para un fútbol que no superó la resaca de las variaciones de estilo entre los dos técnicos extranjeros que primaron en su conducción durante el nuevo siglo: Sven Goran Eriksson, primero, y Fabio Capello, después.

Shaw, el supuesto abanderado de una incipiente renovación inglesa a la que Brasil 2014 le quedó demasiado pronto. (Foto: The Guardian)Pero la profundidad del problema inglés va más allá del estilo. A diferencia de Italia, quizá, el reto viene del lado de los nombres. Las individualidades importantes no abundan en la nueva generación; caudillajes como los de Lampard, Gerrard o Rooney no caracterizan, ni siquiera en ciernes, a los Sturridge, los Welbeck o los Sterling. Son gente hábil, posiblemente hasta talentosa; pero no del mismo peso. Inglaterra, pues, tiene una particularidad estructural para experimentar su propia revolución, que es que no solo debe lidiar contra sus tradiciones, sino que para hacerlo debe aceptar también que su materia prima cambió.

El técnico, igual, apostó antes del Mundial por ir contra los nombres, como cuando dejó fuera a Ashley Cole y llevó a Luke Shaw. Pero no ha tenido tiempo de madurar una nueva propuesta y, opinión de parte, tampoco parece ser el más indicado para emprender un proceso de esa especie. La impresión que se lleva el observador externo es que con Barkley, Lallana o Oxlade-Chamberlain hay cómo madurar una idea a futuro, pero no queda muy claro si convendría que fuera una plegable a la ola ofensiva de la que se hablaba al inicio del artículo. Por ahora, está claro que a 2014 el tiempo le quedó demasiado corto y lo que se vio de Inglaterra en Brasil fue exactamente lo que podía rendir. Ni más ni menos.

Portugal: lamentable una vez más

La actuación portuguesa en la Copa del Mundo equivalió a una gruesa lágrima, de esas que caen cuando la pena ahoga. Una vez más, se ganó el rótulo de equipo decepción del Mundial, y si no hubiera existido Camerún, posiblemente hasta habría competido a palmo con Honduras por el cartelito de peor representante en Brasil 2014, sin un ápice de exageración.

¿Hasta cuándo seguirá Portugal apelando a la individualidad, en este caso Cristiano, como eje de su propuesta futbolística?El juicio es categórico porque el nivel luso fue lamentable línea por línea. En el arco, Rui Patricio estuvo flojo y acabaron rotando los tres arqueros para ver qué podía pasar. En el fondo, las imprecisiones abundaron y la lesión de Coentrao reflejó que no había recambio: André Almeida fue una puerta abierta. Incluso este último, junto sobre todo al punta Éder, dejó la sensación de que la convocatoria de Paulo Bento había incluido nombres que no tenían las credenciales necesarias para integrar una selección mundialista.

¿Dónde radica el principal problema de Portugal en medio del oleaje de la renovación europea? Precisamente, en que es el más alejado de la idea de transformarse. En que sigue hipotecando al gran caudillo solucionador de problemas todas las opciones de su juego. En 1986 fue Futre, en 2002 fue Figo, en 2014 sigue siendo Cristiano Ronaldo; en un mundo que cada vez premia más al colectivo, Portugal sigue apelando a la individualidad. Y sin aprender de lo importantes que fueron en sus jornadas exitosas, como en 2006, los complementos obreriles necesarios, como Costinha o Nuno Maniche. De todos los equipos europeos, es el que la tiene más difícil para sumarse a la ola, porque en su ADN parece estar esa necesidad mesiánica que tantas veces se les ha discutido, por ejemplo, a los equipos sudamericanos.

En la cresta de la ola

Otros equipos europeos refuerzan la tesis de la transformación. Grecia pasó a ser más ofensiva (tres puntas, como nunca) con Fernando Santos y llegó, por primera vez, a octavos de final. Rusia, que tenía jugadores de mejor pie que jamás para comenzar a jugar a otra cosa con Capello, se quedó en su fútbol físico y también se quedó en primera ronda. Hasta Holanda, desde Van Maarjwik, juega distinto que antes y está en el podio. Por eso, en Europa hoy parece ser una ley que para ser exitoso, hay que reinventarse. 

Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com

Fotos: AFP, The Guardian

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