Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comDiecinueve años después, River Plate consiguió su tercera Copa Libertadores. En apenas cuatro años, vivió el descenso, volvió a Primera y llegó a tocar la gloria de la mano de Marcelo Gallardo.

 

El hincha de River quiere borrar un día de su memoria, el 26 de junio de 2011, e insertar otro en su lugar, el 5 de agosto de 2015. No se puede y no se debe. Aquella trágica tarde fue el primer capítulo de una historia de 1501 días de errores, correcciones y aciertos. De sacar a ídolos que comieron tierra y sobrevivieron con la institución, como Matías Almeyda, pero traer a otros para reconstruir los cimientos del club, como Marcelo Gallardo. Dos personajes ligados a la gloria del club como jugadores, que hicieron su parte importante en el círculo que se cerró ayer en la noche en el barrio de Núñez.

Equipo con muñeca

Cuando River perdió el brillo, la necesidad lo llevó a sacar el oficio como equipo. Así hizo la transición de 2014 a 2015. Un equipo con una Copa Sudamericana en la vitrina, pero con dudas en su rendimiento. La valla estuvo demasiado alta en sus primeros tres meses bajo el mando de Marcelo Gallardo. Con menos ruido, entonces, empezó a destacar elementos menos perceptibles a la vista, pero también importantes en la construcción de un equipo. La solidez. Y no entendemos solidez como rigidez en este River. Mencionamos esta característica porque entendió la esencia de las llaves de eliminación directa.

Ante Aurich, River tuvo su jornada más dramática en la temporada (Foto: La Página Millonaria)

En la fase de grupos pasó por encima a Juan Aurich en Chiclayo y Buenos Aires, aunque sin gol. Detalle determinante. Ante Tigres, no obstante, sintió lo que no es ser favorito y ese fue el punto de quiebre. Es muy probable que sin aquel enfrentamiento, la propuesta de Gallardo no hubiese tomado en cuenta con tanta importancia el poder del equipo mexicano en ofensiva. Gallardo, pues, confirma la premisa de su carrera. Aprender es crecer.

Tocó la banda

La franja no es exclusividad de la camiseta de River Plate. Tuvo tanta identidad copera el club, que trasladó su camiseta a la cancha. En el dibujo, Gallardo priorizó la proyección de su juego con el posicionamiento de su equipo en el ancho del campo, tanto para presionar en la recuperación, como para sorprender con transiciones veloces. Sin Leonardo Pisculichi, primero, y Teófilo Gutiérrez, luego, el equipo dejó las triangulaciones interiores e hizo énfasis en las duplas por los lados. Por la irregularidad de la zona izquierda (Martínez, Viudez y Bertolo pasaron por allí), la banda opuesta fue la clave, la de Gabriel Mercado -reemplazado en Buenos Aires por Camilo Mayada- y Carlos Sánchez, el jugador clave para la ferocidad del equipo del ‘Muñeco’.

Convicción colectiva

River fue superior a Tigres y logró el título de la Libertadores (Foto: AP)

A un equipo no le puede faltar una idea de juego. Sino no tendrá de donde sostenerse. La convicción en ella fue la clave en la final. River, un equipo de bandas, chocó contra Jürgen Damm y Javier Aquino, dos expertos en la zona, pero exiliados por su propio equipo. Lejos quedó, también, Guido Pizarro de Rafael Sobis. André Pierre Gignac llegó con su cartel y nadie lo recogió en Tigres. Mientras que por algún lugar, Arévalo Ríos se convirtió en el Santa Claus de las rupturas, aunque muy pocas entregadas a tiempo. Cómo ganarle así a un River con medidas casi exactas entre sus líneas, las que le permitieron contar con un poder de anticipación mayor para actuar en la zona media.

Así luce River: comprometido con la propuesta, en constante desarrollo y aprendizaje, y como un conjunto cada vez más sólido. Los grupos unidos son los que garantizan la mística de un equipo. Ello depende de la muñeca del DT, la que demostró tener Marcelo Gallardo con sus decisiones. Si River mantiene su ascenso, quizás el sol también le brille en diciembre.

Fotos: AFP, AP, La Página Millonaria


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