Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comCristal ganaba cómodo y cerca del tercero, pero se lo empataron 2-2. Aurich, a su vez, no dio la talla ni se asomó como rival complicado ante Tigres; cayó 3-0. Ambos, de distintas maneras, mostraron complejos que debemos desterrar todos.

La gran Perú la hacemos todos. Se quiere olvidar la Eliminatoria que se avecina porque “no tenemos oportunidades”, pero se piden futbolistas con instinto competitivo. Se pide, cuando el resultado es positivo en los minutos finales, pelear un partido, enfriarlo; se aplaude el tiempo que el jugador pueda matar un rato echado en el césped, la pelota que el recogebolas debe demorar en alcanzar. Se alienta la viveza. Pero luego se pide competir los 90’, no desmoronarse en los minutos finales y que debe jugarse hasta que el árbitro diga basta. Se exige competencia por un lado e indirectamente se obliga a lo contrario. Las pesadillas son inducidas. La “gran Perú” no es exclusiva del futbolista y su formador, sino del sistema. Puede ser, además, una etiqueta que oculte aciertos y errores como los hubo en Cristal y Aurich.

La eficiencia y la propuesta

Cristal salió decidido a sorprender en Asunción, logró la ventaja pero no la supo mantener (Foto: prensa Sporting Cristal)

La propuesta de Cristal en Paraguay era la adecuada y se acompañó con eficiencia. Así se hizo superior a Guaraní. Pobló con líneas juntas el campo de su rival, cortó salidas y leyó, vía Lobatón, cuándo tenía que jugar directo y cuándo tenía que elaborar con pausa. Horas después, en cambio, la propuesta de Aurich tuvo pocos argumentos para ser eficiente: Ubierna y Rojas para conducir solos el mediocampo. Además, si restamos a los tres atacantes estacionados, Ross, Tejada y Pacheco, y sumamos por bandas a los únicos apoyos en transición: Cuba y Céspedes, nos queda poco o nada del ‘Ciclón’ para hacer frente a este Tigres.

Mal actor de reparto

La deficiencia de Cristal en defensa no se va a descubrir un año después. No se explica en que retrase sus líneas, espere al rival desesperado y contraataque, sino en que no puede sostener esa postura. Los cambios de Manicero, Gonzales y Blanco fueron para jugar de esa manera y no son criticables por el sentido con que se hacían, sino por la eficiencia que tuvieron. Cristal, por lo visto, defiende mejor en terreno contrario. Ahí consigue equilibrio en su rendimiento: maneja con eficiencia y conocimiento las distintas caras del juego resumidas en ataque y defensa. Le cuesta cuando el protagonismo no es suyo.

No hay manta larga

Las diferencias entre el fútbol mexicano y peruano se ratificaron en el Universitario de Nuevo León, con la goleada de Tigres sobre Aurich (Foto: diario El Horizonte de México)

Aurich, por otro lado, quiso defender sin olvidarse del ataque, y viceversa. No quiso descubrirse por ningún lado y terminó descubierto por todos. Tres en ataque fijos, tres en defensa fijos, dos carrileros para las dos bandas, dos medios centros para la zona interior. Geométrica y proporcionalmente perfecto. Pero el fútbol no es una figura estática, sino una dinámica constante. Por ello, el equilibrio entendido así puede ser dañino.

¿Y las taras donde están?

Es cierto que al fútbol peruano le falta una formación integral. Técnica, mental y física. Le falta educación. Pero el análisis se hace repetitivo. Lo de ayer tiene que ver, además, con costumbres locales. Partidos que tienen más pausas por las vivezas y no por el fútbol en sí. Demorar laterales, cambios, o cada minuto que se pueda cuando un resultado se consigue. Así el futbolista que juega en Perú mucho tiempo, sin distinción de su nacionalidad, se acostumbra a dar un poco para tener ‘mucho’. Nuestro fútbol necesita propuestas sostenidas, valientes y que le den más complejidad al futbolista, porque especular no sirve para salir del fondo.

Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
Fotos: prensa Sporting Cristal, diario El Horizonte de México


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