En 1959, Perú jugó uno de los partidos más brillantes de su historial en la Copa América. Venció 5-3 a Uruguay, en cotejo de poder a poder en el que la blanquirroja se robó el afecto de los hinchas argentinos que asistieron al 'Monumental' de River y en el que el primer tanto incaico llegó por obra de una espectacular chalaca del mágico Miguel Loayza.
Auspicio Hyosung Perú

 

BUENOS AIRES, ARGENTINA, 14 DE MARZO DE 1959. En las tribunas del Antonio Vespucio Liberti 'Monumental' circula un comentario categórico, elogioso y resignado: "Estos juegan como nosotros jugábamos antes", dice más de un hincha argentino. Y el piropo futbolístico corresponde nada menos que para la selección peruana de fútbol; una orquesta de hombres talentosos, espontáneos y duchos con el manejo del balón que encandila a un aficionado que extraña el juego de potrero de la 'Máquina' riverplatense de los años cuarenta. Ese toque, garbo y donosura que ahora se traduce en apellidos de orillas del Rímac: Joya, Gómez Sánchez, Terry, Seminario y especialmente, un mago, un maestro con la pelota en los pies: Miguel Loayza.
Néstor Gonçalvez se lanzó en vano mientras William Martínez observa asombrado cómo el balón ingresa al arco luego del gran remate de Miguel Loayza (Recorte: revista Estadio de Chile)
El rival es Uruguay, que además se ha puesto en ventaja con tanto de Héctor Demarco casi en el arranque del cotejo. Pero a los 4 minutos, una jugada de esas que quedan en la retina se produce; de aquellas en que se combinan por arte del destino conceptos tan teóricamente alejados entre sí como la fortuna, el error y la fantasía. Un centro hacia el área charrúa incita una apresurada y torpe salida del golero Walter Taibo, quien en vez de rechazar el balón con los puños o intentar atenazarlo termina... ¡golpeándolo con la cabeza! La pelota, caprichosa, sale hacia la posición de Loayza, quien está de espaldas al arco. Ni corto ni perezoso, 'Miguelito' se despacha con una acrobacia y la golpea de chalaca: el esférico viaja hacia el vertical celeste y, tras rebotar en él, se cuela en las redes ante la impotencia de los zagueros charrúas Néstor Goncálvez y Walter Martínez y Clímaco Rodríguez. El cotejo está otra vez empatado: 1-1.

Posteriormente, llegaría la vorágine de goles: Seminario y Gómez Sánchez para Perú, Douksas descontando para Uruguay y otra vez Loayza antes del entretiempo. Joya para poner el quinto blanquirrojo y el 'Pepe' Sasía para el tercero celeste, de modo de configurar un 5-3 para la historia, en el que Perú se dio el lujo de quedar con diez por expulsión de Seminario a manos del juez chileno Carlos Robles (padre). Un duelo de antología, de esos que se pierden en la memoria futbolística común por el "pecado" de no contarse con video que lo viralice en estos tiempos de ciberespacio y redes. Pero que le descubrió a la afición argentina a ese maravilloso futbolista que había nacido en Ciclista Lima que se llamaba Miguel Loayza, quien de aquel Sudamericano saltó nada menos que al Barcelona español -donde no llegó a actuar un solo minuto- y luego jugó en Boca, Huracán y River y se quedó a radicar en Buenos Aires, donde ahora de cuando en cuando recibe visitas de algún peruano noble que se acuerda de él. Con la blanquirroja, el 'Maestrito' jugó apenas 7 veces (todas en 1959: los 6 partidos del Sudamericano y el amistoso con goleada ante Inglaterra) y marcó 5 goles: un astro auténtico que mereció más y mayor brillo con la divisa nacional.

Recorte: revista Estadio de Chile


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