Composición fotográfica: Kenny Romero / DeChalaca.comLlegar a la final de la Copa América es algo especial, pero hay formas de hacer que sea una experiencia realmente única. El paraguayo Eugenio Morel empezó a eliminar a Brasil en la semifinal de 1979 con un gol de chalaca.

 

Un paraguayo, como tantos otros, emigró desde pequeñín a la Argentina, junto a su familia que buscaba que hacerse de un futuro mejor. Eugenio Félix Morel Bogado es el nombre de este guaraní que no tenía el nombre más feo del clan; ahí estaba su hermano Melcíades, quien ya apareció en esta sección, que si no le ganaba en ausencia de estética nominal, al menos le hacía dura competencia. Fuera del cuestionable gusto de los padres para darle nombres a sus hijos, ambos entraron en la historia grande del fútbol de Paraguay cuando ganaron la Copa América de 1979.

Y no solo eso, sino que se dieron el gusto de marcarle, los dos hermanos, un gol cada uno a Brasil, en los dos partidos en que chocaron contra la selección verdeamarelha. Ya se contó en el Minuto 31, la historia de Melcíades. Esta vez le toca a Eugenio, quien abrió el camino hacia la final de la manera más espectacular de todas las posibles: de chalaca.

Minuto 16

 

Paraguay empezó el torneo con un exceso de confianza en sus propias fortalezas gracias a la consecución de la Copa Libertadores por Olimpia apenas unas semanas antes de su inicio. En la primera ronda aseguró lo que a la postre sería su clasificación al derrotar en el primer partido 1-2 a Ecuador e la altura de Quito. En la vuelta, ganaría sin excesos por 2-0 en un partido en que Morel (Eugenio) marcaría su primer gol en la competición.

El otro rival del grupo fue Uruguay, con el que sufrió más de la cuenta para no ganarle. Por supuesto que el esfuerzo valió para no perder ninguno de los dos encuentros. La albirroja no pudo asegurar su pase a la semifinal en Asunción, donde empató sin goles ante los charrúas; pero sí lo hizo en el Centenario de Montevideo: allí consiguió un valiosísimo 2-2, el empate que justo necesitaba. Empezó ganando con un gol de Eugenio Morel, pero luego los celestes dieron vuelta al partido a falta de siete minutos. Pero cinco minutos después, el zurdo héroe de esta historia marcó su segundo gol personal y de paso coló a su selección en la siguiente fase.

El rival que lo esperaba era Brasil, un monstruo a través de la historia que el año anterior había alcanzado la semifinal en el Mundial de Argentina. Tenía en su escuadra a una sarta de jugadores fantásticos entre los que destacaban Paulo César Carpegiani, Roberto Dinamite, Sócrates, Falcao y Zico. Pero de poco vale llevar a tanto cuco cuando al frente no se tiene a niños con miedo a dormir. Los brasileños tenían que superar a un montón de hombres paraguayos que no temían soñar con ganarles a los cariocas. Respaldados por todo un país, los guaraníes pasaron por encima a la canarinha desde muy temprano. De hecho a los 16’, Eugenio Morel abrió la cuenta con una espectacular chalaca qué el mismo considera el gol más importante de su exitosa carrera. Después, Talavera marcaría el 2-0 y Palinha conseguiría el descuento que de poco le valió pues en la vuelta fue empate 2-2. Suficiente para alcanzar la final en la que el que brilló, en el agregado, fue Melcíades con dos goles que servirían para que la Copa vaya por segunda vez a Paraguay.

La final se jugó hasta en tres partidos y el definitivo fue en Argentina, allá donde había llegado desde chiquito y había hecho carrera, Morel. No solo se quedó con esa copa, sino que también se dio el gusto de quedar como el artillero de esa edición con cuatro goles que hasta ahora (y para siempre) se recordarán en Paraguay.

Composición fotográfica: Kenny Romero / DeChalaca.com

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