La eterna discusión sobre las manos intencionales en el área se avivó una vez más con los penales cobrados por Luis Seminario Jr. en el Ayacucho - Universitario.
    Roberto Castro | @rcastrolizarbe
    Director General

"Mano en el área propia es penal". La máxima más clásica del fútbol afrontó un antes y un después del 11 de junio de 1998. En el Parc de Lescure de Bordeaux, a 5 minutos del final del partido entre Chile e Italia, la picardía que hacía único a Roberto Baggio salió a flor de piel cuando forzó un penal haciendo rebotar, con visible intención, el balón en la mano de Javier Margas para desencadenar el cobro de un penal por parte del réferi Lucien Bouchardeau.

Italia empató y con eso se desató un debate sobre si un penal en que la intención principal de que el balón toque la mano no es del defensor sino del atacante se instaló. El problema es la discrecionalidad de la regla: ella permite que el árbitro interprete el grado de intención del defensor y lo emplee como criterio de decisión. Así como ocurrió en el Ciudad de Cumaná, donde dieciocho años después de Baggio, Osnar Noronha hizo lo mismo en el arranque del segundo tiempo: vio la mano extendida de Braynner García y le picó el balón para forzar el penal. Claro, la polémica se desvió por otro lado, puesto que el ángulo de la cámara de la transmisión de TV no permitió apreciar con claridad si el esférico dio en el antebrazo o en el pecho del zaguero colombiano; pero el meollo del asunto es que fue un penal pensado ante todo por el atacante y no por el defensor.

Quince minutos luego, en el área ayacuchana, Henry Colán resbaló con el balón al costado. Quiso pararse y, en ese movimiento con mano extendida, tocó el esférico con la mano. Penal más claro pero posiblemente no del todo intencional. Igual, se cobró y el consenso fue que estuvo bien, porque el futbolista pudo evitar el contacto y no lo hizo.

Si la regla se limitara a decir que toda mano en el área es penal, Seminario no hubiera tenido problemas en el Ayacucho - Universitario. (Foto: prensa Ayacucho) 

Para algunos, como quien escribe, que la regla fuera más universal y se limitara a decir que toda mano en el área es penal sería más simple y efectivo. Eso introduciría al juego como variable la habilidad de los defensas para evitar que los delanteros les hagan tocar el balón con la mano, lo cual podría tener efectos diversos cuanto interesantes. Son, en fin, ideas a partir de situaciones tan universales como el viaje imaginario entre la Catedral de Bordeaux y las 37 iglesias de Ayacucho.

Foto: Ciro Madueño, prensa Ayacucho FC


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