Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comEl balón suele estar en los pies del futbolista solo en una cancha de fútbol, pero también puede estar lejos de ella y ser más importante. El maltrato verbal de los últimos días a algunos jugadores exige una respuesta corporativa más contundente.

 

En los últimos días, el fútbol peruano recibió una de las mejores noticias en los últimos años: el acuerdo de Daniel Ahmed con la FPF para encabezar un proyecto a largo plazo (siete años) que incluye a las divisiones menores de todo el país. Un paso clave que se espera sea sostenible.

No obstante, el sistema necesita más esfuerzos internos para reformarse en distintas áreas. El objetivo es la profesionalización. Hace 12 años, precisamente en noviembre de 2003, un movimiento empezó con el último cambio de base que se dio en el fútbol peruano. Llegó desde los futbolistas, el brazo del fútbol más importante y el más desdeñado en el sistema, como quedó claro la semana pasada con las desagradables declaraciones de la dirigencia de Real Garcilaso que ilustraron -más allá de la anécdota de acusaciones infundadas a las que no vale la pena hacer el mínimo eco- que en el Perú aún hay quienes creen que al jugador puede tratárselo de cualquier manera.

Stakeholders

El Safap representó hace 12 años un punto de quiebre para un fútbol informal y atrapado en sus propios vicios. ¿Qué ha cambiado desde entonces? Que quienes representan el fútbol peruano (clubes y FPF) tienen ahora un grupo de presión con incidencia directa en sus decisiones, pero que aún no influye como se esperó en noviembre de 2003.

Si bien hoy la irresponsabilidad financiera de los clubes se ha neutralizado y es penalizada con celeridad por la determinación de la Safap, por otro lado, la calidad de trabajo del gremio de futbolistas se ha reducido al bienestar económico. Los futbolistas aún están atados de pies y manos ante cualquier maltrato del club en que juegan, como en el caso sucedido con Real Garcilaso. Se volteó la torta: el hecho de cumplir deberes ha pasado a quitar derechos.

La intervención

La Safap ha hecho un trabajo para destacar. Sin embargo, las responsabilidades son distintas en la actualidad. (Foto: prensa Safap) 

Los prejuicios hacia los futbolistas son negativos, pero la generalización despectiva no llegó gratis. Si se pide al lector que asocie cinco palabras con la conducta de un jugador de fútbol, seguramente todas  no son positivas.

Esta situación debe preocupar al gremio. Es una referencia que no contribuye hacia el amplio mercado laboral del fútbol. Es, pues, necesario que el desarrollo del futbolista no quede en el engorde de la billetera. Además, debe darse el crecimiento de su capacidad cultural e intelectual en lo que respecta a su área de trabajo.

El balón en sus pies

El desarrollo personal del futbolista es importante para ser una voz crítica, informada e inteligente dentro de un sistema con pocos agentes de cambio, que se ven amenazados por un contexto que refuerza mejor sus vicios sensacionalistas. Hoy en día, el jugador de fútbol suele ser una marioneta del negocio, sin voz y voto. Sino obsérvense los principales refuerzos del mercado de fichajes europeo -el más poderoso- en estos días: son prácticamente obligados a solo expresarse dentro de una cancha de fútbol, cada vez con una visión más reducida y egocéntrica. Además, estrellas que se prenden y apagan de acuerdo a la mano del sistema (representantes, dirigentes, periodistas e hinchas).

Por ello, quizás hoy el futbolista resalta, fuera de su juego, por cómo se viste, cómo se peina y qué extravagancia demuestra en su actitud. Su voz cada vez suena menos. Si Ricardo Gareca cree en el talento del futbolista peruano, acá se cree que es posible su participación activa y constructiva, de modo de buscar un fútbol más profesional e institucionalizarlo en todas sus divisiones. Esto va a desembocar en remuneraciones más positivas que las económicas y en una buena herencia a sus futuros colegas.

Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
Fotos: prensa SAFAP


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