Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comDe por qué la salida de Oscar Ibáñez como técnico de Universitario era un paso consecuente: no solo por lo futbolístico, sino también por el entorno nocivo que jugaba contracorriente solo por su intachable personalidad, y también porque su estampa idolátrica en tienda merengue difícilmente se va a desvanecer.

Oscar Manuel Ibáñez Holzmann (Presidencia Roque Sáenz Peña, Argentina, 8 de agosto de 1967) es un personaje al que siempre se le debe dar un like, adaptando el concepto a parámetros actuales desde el punto de vista sociocultural, básicamente por lo que representa en el fútbol peruano: su vínculo con nuestro balompié -en momentos en el que estaba tan al sótano en el contexto continental como en estos tiempos- se relacionó constantemente con el éxito. Supo ser tricampeón con la 'U', se congració con el Perú al adquirir la nacionalidad y defender por poco menos de una década el arco de la selección, y fue pieza fundamental en los logros históricos de Cienciano. Pero hay más gestos positivos que incluso rebasan lo deportivo y lo enmarcan como un caudillo en todo el sentido de la palabra: nunca se durmió en sus laureles, quiso crecer como profesional, se volvió entrenador, trabajó de manera paulatina con su academia de fútbol y nunca perdió la perspectiva. Un tipo correcto y de perfil bajo.

Y es quizá ese último aspecto el que a Oscar Ibáñez le jugó una mala pasada, más allá de las decisiones -polémicas o no, pero que son discutibles- que tomó al frente de la dirección técnica de Universitario, el equipo de sus amores. Y eso hay que decirlo muy claro. Lamentablemente, la idiosincrasia del fútbol peruano no encaja con los parámetros que distinguen al exarquero merengue; es decir, un sector del medio no soporta el éxito personal y profesional desde que alguien toma un nuevo punto de partida en su trayectoria. ¿Por qué? Porque quizás mucha gente influenciable de nuestro entorno siente amenazados sus refugios de mediocridad, y por ende mantiene siempre el deseo de que las cosas le salgan mal al que irradia buena onda para expectorar esa virtud. Un cáncer que -se tiene la esperanza- será curable solo con el paso de las generaciones. Ibáñez fue presentado en Universitario con un objetivo importante (Foto: Andina)

No obstante, fuera de ello, la salida de Oscar Ibáñez puede ser interpretada como saludable, más allá de los errores que cometió al frente de la 'U' en los 20 partidos oficiales que dirigió desde que sustituyó a José del Solar en el cargo (con 45% de los puntos ganados) y de quien, dicho sea de paso, era asistente técnico antes de asentarse en el cargo. Es saludable por la ascendencia histórica que lo representa al frente de la institución y por el hecho de que pese a la situación complicada tuvo el respaldo mayoritario de la afición, y también por situaciones técnicas que son estrictamente su responsabilidad desde lo futbolístico, pero que quizás se le confinaron injustamente si se los juzga a la luz de aspectos administrativos.

Desde el inicio era complicado

¿Es realmente Oscar Ibáñez el gran responsable del mal momento de Universitario en el Torneo del Inca? Sí y no, aunque la interrogante es bastante tendenciosa y requiere una amplitud de conceptos. Y eso habría que analizarlo y compararlo desde que asumió como entrenador, con un proyecto iniciado -el de 'Chemo' del Solar- del que fue parte secundaria y que luego, con un rol protagónico como entrenador, se distorsionó. Que trastocó sus planes y que luego tuvo que adaptar con serios inconvenientes estructurales por las características de su plantel.

La salida de jugadores como Rainer Torres afectó en esta temporada (Foto: Ovación digital)

Más allá del considerable bajón que tuvo Universitario en el Clausura 2014, con Ibáñez como entrenador se pudo salvar la temporada con una honrosa clasificación a Copa Sudamericana que, hasta cierto punto, no permitió que se le anticipen los dardos. Sin embargo, en aquel Universitario había un patrón de juego medianamente definido y en el que había una pieza clave: Rainer Torres. Con el 'Motorcito', la 'U' podía jugar con doble pivote o con tres hombres en la primera línea de volantes, pero con una característica definida: el hoy jugador de Melgar se posicionaba por derecha y siempre hacía el ida y vuelta, mientras que Antonio Gonzales se empotraba como ancla.

¿Tan influyente fue la salida de Rainer Torres del club? Sí, inclusive por encima de Raúl Ruidíaz que terminó como goleador del equipo. Básicamente porque su ausencia privó a Universitario de la mencionada esencia y, lo más complejo, porque Ibáñez no tenía un solo jugador que cumpliera exactamente el mismo rol en su plantilla de 2015. Es indudable que la salida de Torres era quizá hasta necesaria, porque solo ella le permitió a Rafael Guarderas asentarse como titular y obtener ese rodaje tan deseado por los hinchas hace tiempo. Pero las características de 'Rafa' no son comparables con las del 'Motorcito': no era un sustituto directo. ¿Qué pasó entonces? Pues que la 'U' tuvo que cambiar su manera de jugar. Y eso quedó en evidencia desde sus presentaciones en Uruguay ante River y Nacional.

Diferenciación de responsabilidades

Universitario conformó un plantel joven para 2015 (Foto: Ovación digital)

Lo señalado líneas arriba, sin duda, es parte de las barreras que encontró Oscar Ibáñez en su función como entrenador de la 'U' para la temporada 2015, y reflejo de la realidad económica de la institución. Actualmente, Universitario es el noveno equipo más barato del Descentralizado y dentro de su plantel profesional de 28 jugadores hay nada menos que 22 que han sido formados en el club. Además, posee un promedio de edad que bordea los 22 años y sus refuerzos más importantes de inicios de año en el contexto nacional, como Juan Diego Gutiérrez y Horacio Benincasa, se concretaron más por la intención de los mencionados jugadores de pertenecer al club que por un tema netamente presupuestal.

Se puede decir, entonces, que Ibáñez, para 2015, asumió a un plantel austero al que tenía que encontrarle su mejor rostro para convertirlo protagonista. Tarea difícil. Más si resignó al doble pivote -no había de dónde más escoger por la realidad presupuestal-, una característica cuasi histórica en Ate ya que, si se hace un poco de memoria, tenía su sello impregnado desde la recordada consolidación noventera de la pareja conformada por el 'León' Martín Rodríguez y el 'Puma' José Carranza. Por eso se vieron variantes posicionales que generaban más de una interrogante, pero que iban a ser parte de una estrategia, como la ubicación de Carlos Grossmüller en la primera línea de volantes o la presencia de Christofer Gonzales como extremo por izquierda.
La llegada de Raúl Fernández a Universitario no fue la solución para los problemas (Foto: Ovación digital)

Hasta ahí todo entendible. No obstante, y acaso el punto más álgido, Ibáñez asimiló los factores económicos en contra y entendió que era sumamente difícil tener un plantel competitivo (había la intención, por ejemplo, de contratar a Óscar Vílchez, pero presupuestalmente no estaba al alcance de las cifras que maneja la 'U'). Sin embargo, apareció un aspecto distorsionador: la llegada de Raúl Fernández al arco crema, la cual, más allá del aporte que podría otorgarle al club por tratarse de un jugador de selección, rompió toda lógica empresarial y no guardó ningún sentido presupuestal. Para que se entienda: Ibáñez requirió algunos jugadores claves que podían mantener su esencia, pero fueron denegados por la carencia de dinero. Pero luego apareció esta otra carta. Un cortocircuito que podía extenderse si se producía, como DeChalaca pudo saber que estaba previsto, el regreso de Andy Polo, por un monto importante y lo que al parecer quedó por el momento descartado producto de la derrota ante Alianza Atlético (básicamente por las ínfimas expectativas del equipo en ser protagonista en el Torneo del Inca).

El día después del Oscar

Eso, en resumidas cuentas, se puede plasmar respecto al paso de Oscar Ibáñez como técnico por la institución que lo lanzó a la fama y en la que continúa siendo un personaje querible a pesar de los resultados. Y sí, en ese sentido es bastante positivo el tratamiento que la hinchada ha tenido para con él: le tuvo bastante paciencia y se comportó muy bien, más allá de los resultados negativos que no se pueden tapar con un dedo. Aunque también debe quedar muy claro que la derrota ante Alianza Atlético, el equipo que antes de aquel triunfo tenía las peores cifras del Torneo del Inca pero que lo pasó por encima, pudo ser muy distorsionante: el empate sobre la hora habría alterado la real perspectiva de lo que ocurrió en la cancha.

Tras la salida de Universitario, Oscar Ibáñez tendrá otras oportunidades (Foto: RPP)

Para la 'U', que interinamente va a tener a Carlos Silvestri como entrenador (y quien estará acompañado por Paolo Maldonado como asistente técnico, Nelson Fonte como preparador físico, Elías Acevedo como preparador de arqueros y por Héctor Chumpitaz), este debería ser el momento de concientizar sus prioridades futbolísticas, en proporción a lo que financieramente puede responder, y trazarse un camino. Ojo que podría ser engañoso que adopte un plan a corto plazo y consiga un objetivo, situación totalmente posible con el formato actual del Descentralizado. En esa línea, por ejemplo, la apuesta por haber traído de vuelta a Fernández y participar en una eventual venta no es descabellada, más allá de sus comentados efectos futbolísticos.

A Oscar Ibáñez, que durante su paso por la 'U' -como ya se dijo- dirigió oficialmente 20 partidos, acumuló 8 triunfos, 3 empates y 9 derrotas, y quien oficialmente va a firmar su rescisión de contrato con la Administración Temporal este jueves, por encima de todas las cosas se le debe desear gratitud y muchos éxitos. Supo moverse en el momento correcto y ante una coyuntura complicada, pero también queda claro que, más allá de su condición de ídolo que va a perdurar, no había mucho remedio. Quizas más adelante, y con otras condiciones, puede pegar la vuelta a Ate, o quien sabe si hacer carrera en otros equipos -como algún día en Cienciano, en el que también es ídolo-. Pero eso sí, siempre tiene que recordar, y saber lidiar, de las contras -y piedras- que va a tener en el camino solo por tratarse de un buen tipo.

Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
Fotos: Ovación digital, RPP, Andina


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