Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comLa esquizofrenia colectiva otra vez puso de su parte: Reynaldo Rueda declinó aceptar la Unidad Técnica de menores y Ricardo Gareca parece acercarse a la selección, pero sus negociaciones más parecieron ser un reality por el juego mediático de las primicias. En suma, el fútbol peruano se expuso a otro papelón.

Que Ricardo Gareca sí viene. Que no. Que sí. Que Reynaldo Rueda ya está. Que no. Estas han sido las frases más empleadas en los últimos días en torno de la FPF y de quienes se harían cargo de la selección absoluta y la jefatura de la Unidad Técnica, en principio respectivamente. Con el primero aún se está forzando la posibilidad de que acepte, con el otro la situación ya está desestimada. Pero como se puede deducir entrelíneas, la atmósfera mediática se enfrió y calentó en un abrir y cerrar de ojos: se exacerbaron los ánimos, se produjeron loas por el eventual acierto, y hasta se sindicaron culpables absurdos. Todo en semanas. Todo en un día. Todo en cuestión de horas. Las confirmaciones estuvieron de allí para allá, de Cali a Buenos Aires y con escala en Lima. Y la historia continúa. Ahora ya no es necesario que prenda su TV para que se conecte al show de moda de estos tiempos: lo que está palpando usted, en vivo y en directo, es ni más ni menos que el reality en torno de las decisiones que va tomando la FPF.

Lo señalado, desde luego, va contra la corriente. Y sí, gran culpa de todo el barullo por el tema selección y su posible entrenador, además de quien va a tomar la jefatura de la Unidad Técnica de menores, es exclusiva del directorio de la FPF. Pero principalmente por ceder a las presiones del entorno futbolístico y dejarse ganar y aceptar a la esquizofrenia de la masa, que obviamente se (retro)alimenta de lo que consume, transita en un universo paralelo y exige.

Es cierto, el fútbol peruano tiene muchos problemas estructurales, de raíz, de esos que solo se miran de refilón por que no dan clics, portadas o son "monses" para el consumidor masivo. Pero ahora esto se agigantó. Inexorablemente toca decir que sí, que una gran preocupación de estos tiempos es el tema selección, básicamente porque hace dos meses se cortó lo avanzado. Por eso el cúmulo de interrogantes se desprenden como un resorte: ¿podrán Gareca o Pepito de los Palotes estructurar, desde cero, al universo convocable para la Copa América? ¿No era mejor que, como en todo el mundo, se respete a la pirámide estructural y la prioridad haya sido saber manejar el tema Rueda en la Unidad Técnica por sobre todas las cosas? Y el periodismo, algún día, ¿podrá entender que caer y hacer caer en el juego de las primicias y alimentar los psicosociales tras el error termina siendo destructivo porque, finalmente, el consumidor se pierde en las anécdotas de la telenovela y no concibe entender -futbolísticamente- dónde está hoy parado el fútbol peruano?

¿Qué está pasando?

Al margen de romper el proceso, se despidió a un técnico sin tener a otro en cartera. Craso error. (Foto: Andina)

Regresar al tema Bengoechea y el signficado que tuvo su presencia en el proceso que se cortó va a ser repetitivo, pero es menester fundamentarlo. Al 'Profesor' (conocido mundialmente así desde sus épocas de jugador) se lo acorraló por su inexperiencia, se lo juzgó pese a conocer muy poco la dimensión de su trabajo y simplemente la esquizofrenia colectiva, acicateada por lo que se consume, terminó dilapidándolo y apurando su salida. La FPF avaló ello de manera demagógica, pero sin tener plan B, C ni Z. La consecuencia es que se tiró al tacho lo avanzado y, oficialmente, más allá de la novela Gareca, no hay quien se ponga al frente de una Copa América que está a casi cien días, con un amistoso ante Venezuela en un mes de por medio.

En paralelo, mientras se adoptó esta postura, surgió el plan de crear la jefatura de la Unidad Técnica de Menores. Idea muy positiva. Se hizo la gestión con el candidato que se consideraba idóneo, Reynaldo Rueda, y este estuvo de acuerdo con lo que expuso la gerencia vía Juan Carlos Oblitas. Lo que ocurrió luego es historia conocida: los términos del contrato que manejaban Edwin Oviedo y Alberto Tejada, fuera de la oferta económica, terminaron cambiando su postura porque no se asemejaban a lo que se le había anticipado. Un papelón dirigencial y sí, también periodístico, por los anticipos desesperados que saltaron la valla de la prudencia.

En síntesis, el tema es que, a la fecha, no hay la confirmación del DT de la selección absoluta, más allá de que Gareca esté a una firma de serlo, y va a haber que mirar otros horizontes para encontrar a la persona más adecuada para la jefatura de la Unidad Técnica. Queda claro que el desenlace de la gestión tiene tintes de fracaso, pero en un escenario así, la prioridad, más allá de si es impopular o no, debería tenerla el sostén de la pirámide estructural del fútbol peruano, que es justamente la Unidad Técnica de menores. ¿Y por qué toda la atención está a la expectativa de si pinta o no el bolígrafo de Gareca? Porque no se entiende nada y porque tampoco se orienta, tanto como que no se repara que en ninguna parte del mundo hay dualidad de entrenadores. Y se vuelve a lo mismo. La histeria colectiva ingesta cortoplacismo, y la FPF, sin caer en cuentas, cede. ¿Consecuencia? Las exclusivas por el "yo lo dije primero". Y sigue la retroalimentación.

Los entrampamientos

Gareca está muy cerca de tomar la selección peruana. Una gran responsabilidad sumada a la presión que acompaña. (Foto: Télam)

Un asunto real, y que suele golpear a una organización (en este caso a la FPF) que pierde de forma abrupta a un líder (positivo o negativo) después de tanto tiempo, es que la sucesión de poder, o la caída del régimen, suele estar inmersa en conflictos. La transición de Manuel Burga a Edwin Oviedo sin duda ha generado un bache en la línea del tiempo, y por eso es que muchas de las decisiones que se han tomado en el interior de la Videna han transitado lentamente, desde el consenso por saber si lo determinado es correcto o no, y hasta por el lado legal. Por ejemplo, DeChalaca tiene conocimiento de que, a la fecha, el actual directorio de la FPF aun no está inscrito en Registros Públicos, pese a que ya hizo el trámite del caso, situación por la que el factor riesgo se mantiene latente en la FPF hasta para cerrar cifras y formalizar acuerdos.

Pero esta puesta en escena ha dejado algunas evidencias, las cuales se enfocan en el verdadero valor del fútbol peruano y su atractivo para captar y seducir a un posible entrenador de la selección o jefe de la Unidad Técnica de menores. A Ricardo Gareca lo están tentando del Al Ahli, el equipo más popular de Arabia Saudita, por una oferta económica muy interesante, según supo DeChalaca por fuentes periodísticas desde Riad, y este viernes debe dar una respuesta. Lejos de pensar que es incomparable poner en una balanza a nuestro fútbol y al saudí, lo que queda en evidencia es que una ida a uno de los clubes más importantes de Asia le puede permitir al DT argentino hasta dirigir en un Mundial de Clubes, en lugar de complicarse el prestigio y correrse el riesgo de devaluar su trayectoria, y comerse el hostigamiento y las portadas malintencionadas cuando lleguen las derrotas.

Del mismo modo, nuestro fútbol también pierde atractivo porque, desde afuera, nos ven como una realidad cada vez más exótica. Y sí, en el contexto peruano se ha llegado al comentado extremo esquizofrénico que hace los sucesos que ocurren acá nos dejen mal parados. Ejemplos sobran. El caso de Alianza y la agresión al plantel por parte de "hinchas" del propio club en el extranjero, por citar un caso reciente, son solo muestras de escenarios que solo suman a dejar al Perú como un lugar cada vez más futbolísticamente bananero. ¿Cómo determinado entrenador le puede decir a su familia que va a ir a trabajar a ese país por equis número de años?

Según versión de medios colombianos, a Rueda no le convenció el hecho de que no le ofrezcan la selección mayor. (Foto: Colprensa)

En ese sentido, hay un factor riesgo -desde el punto de vista de la trayectoria- que también juega en la toma de decisiones. En el tema de Rueda aparentemente primó, al punto de que al menos tres periodistas colombianos consultados por DeChalaca coincidieron en calificar de insultante que un país que no va a un Mundial hace 32 años tenga el atrevimiento de ofrecerle a un DT que ha ido a los dos últimos mundiales no la selección mayor, sino la de menores. Con Gareca, por conocimiento de nuestra idioscincracia, parece haber mejor preparación para afrontar el cargamontón -es triste tener que aceptar esto como realidad inherente a la peruanidad futbolística sin sentir ganas de rebelarse ante ella-. ¿Pero otro entrenador será capaz de evaluar una posibilidad de establecerse en el fútbol peruano? Muy difícil.

Hay que saber distinguir

A todo esto, con Gareca como opción real de ponerse el buzo de la selección y con la jefatura de la Unidad Técnica de menores en el limbo, solo queda una cosa que hay que enfocar sin inclinaciones biliares ni con tendencias a la destrucción: Juan Carlos Oblitas, que es el gerente deportivo de la FPF, hizo bien su trabajo. Él logró convencer a los protagonistas de las propuestas que él mismo generó. Lo que no se entiende es que su labor forma parte de un paquete que deben complementar los integrantes del directorio de la Federación. En otras palabras, Oblitas puede encargarse de enamorar, pero no de hacer la propuesta de matrimonio. Eso último es tarea del directorio de la FPF y quien dentro de él sea encargado del tema económico.

Por esa razón, sugerir una renuncia de Oblitas, sea o no sea por un tema de indiscreción, deslealtad o incompatibilidad de razonamientos en las negociaciones posteriores con Gareca y con Rueda, se termina concluyendo como una cabal sandez. Es entender muy poco de gobernabilidad, de lógica empresarial y de ejecutar proyectos. Le resta puntos al tema de la cooperatividad y a la proposición de ideas para solucionar problemas de coordinación que son naturales en cualquier equipo de trabajo que recién se instala, y más bien le otorga peso a la salida al paso, al camino fácil, a patear el tablero. A seguir matando pajaritos para que venga el siguiente y el runrún continúe su curso. No contribuye a nada, y para colmo es absolutamente incoherente con haber argumentado -ligera e irresponsablemente- que cualquier cosa era mejor que la administración de Manuel Burga, sin entender un mínimo de historia del Perú para saber que las peores decisiones tomadas en este país han venido determinadas por el borrón y cuenta nueva y por el "que venga el que sea en vez de este". En suma, es cualquier cosa menos un análisis lúcido y prudente.

Lo cierto es que hasta el 26 de febrero de 2015, no hay DT de la selección peruana y tampoco el responsable de las categorías menores. (Foto: Andina)

Los días pasan y el tema, se entiende, tiene que quedar zanjado lo antes posible, lastimosamente con una pirámide invertida. Futbolísticamente, las prioridades no deberían enfocarse al rol protagónico en la Copa América y al equipo que nos lleve al Mundial. Sea quien fuere el futuro entrenador de la selección, va a tener que concebir la realidad del fútbol peruano y labrar desde cero, situación menos probable que la que habría ocurrido con Pablo Bengoechea, que ya garantizaba una base y podía evitar, por lo menos, descender un escalón en el que no se tropieza desde 1995 en el certamen continental: desde entonces, Perú siempre clasificó a la segunda fase. Hoy, lamentablemente, la blanquirroja es candidata total a ser la eliminada en su grupo en primera fase, y lo peor es que la medida responsable, dada la situación actual, debería ser asumir eso como una realidad y tratar de usar la Copa América solo como banco de pruebas para que el nuevo DT pueda foguear ideas de cara a las Eliminatorias, lo cual además debería ser a su vez secundario al lado del proyecto de mirar a Qatar 2022 desde la Unidad Técnica.

Así, como sociedad futbolística, es conveniente preparar el camino para blindar a la selección ante lo que se viene. A tratar de buscar la armonía y no el divisionismo entre los nuevos integrantes de la FPF, a no caer en el juego mediático y, sobre todo, ocuparse de educar. La historia es conocida: si le va bien, se lo va a ratificar; si le va mal, se lo va a fustigar, se va a investigar su sueldo y se va a sugerir un futuro reemplazante. Y si no se atina con la primicia del sucesor de Pepito de los Palotes, también habría que estar preparado para saber distinguir cuándo se quiere maquillar apresuramientos periodísticos con nuevos capítulos de un reality.

Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
Fotos: Andina, Colprensa, Télam



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