Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.comLos primeros días de la administración entrante en la FPF ven convivir el inequívoco acierto en designaciones en cargos importantes con algo que puede convertirse en una bomba de tiempo: las movidas políticas en torno del ascenso.

La nueva administración de la Federación Peruana de Fútbol (FPF) tiene quince días en el cargo, tiempo en el que es imposible hacer conclusiones o juicios de valor sobre su desempeño. Sin embargo, han sido dos semanas tan activas que lo que sí puede inferirse de ellas es una serie de tendencias que marcarán el estilo de la nueva gestión.

En general, la proactividad de la administración Oviedo, de vena más empresarial, contrasta con el laissez faire ("dejar hacer, dejar pasar") en el que por su extracción abogadil caía con frecuencia el régimen de Manuel Burga. Pero en esa vorágine de anuncios se combinan tanto inequívocos aciertos como medidas inquietantes que, con la complicidad indirecta de un aparato mediático concentrado en venderle al populorum a como dé lugar la idea de una clasificación mundialista, pueden estar generando bombas de tiempo en el espacio más importante para una reforma estructural del fútbol peruano: el sistema de ascenso.

Los aciertos

Es indudable que en primerísima línea, el nombramiento de Juan Carlos Oblitas es una medida alentadora para el fútbol peruano. Una de las escasas personas que cuenta -a despecho de su apelativo- con una mirada holística sobre lo que es este difícil y a veces ruin medio; una que le permite distinguir quién es bueno, quién es malo y quién es feo en este reducido universo. Y que además tiene, con total merecimiento, la chance de acallar quince años y medio después a la crítica malsana e inmunda que, con bajezas, calumnias y portadas vomitivas, lo sacó de la Videna en 1999 y estropeó el mejor proceso que se haya seguido para mejorar el fútbol de este país después de la generación dorada que caducó en 1985.

La Designación de Juan Carlos Oblitas como director deportivo es una de las medidas más destacadas de esta gestión (Foto: Andina)

Pero no menos importante es el nombramiento al frente de la Comisión de Menores de la persona que acaso mejor ha trabajado en la materia en las últimas dos décadas en el fútbol peruano. Alberto Masías, padre intelectual -a través de su proyecto educativo-futbolístico con Constantino Carvallo en Alianza Lima- de esa llamada "dorada generación 84" que hasta ahora, a falta de adecuada renovación, sigue sosteniendo a la selección peruana, es sin duda una garantía de trabajo formativo serio y profesional. Alguien que también fue vejado y etiquetada con desprecio de "cura buenón" por aquellos sectores dirigenciales y periodísticos  acostumbrados al pactismo fácil con la barra brava y el negocio bajo la mesa, y que felizmente encontró en la Universidad San Martín el refugio sosegado para seguir trabajando en lo suyo, y por ende aportándole al fútbol de este país. Sin duda, no es tan vendedor su cargo como el de Oblitas, pero en el largo plazo es hasta más trascendente.

También debe incluirse en este paquete de aciertos al nombramiento como gerente general de la FPF de Alberto Tejada Noriega, y no solo por el aval de sus credenciales honestas y capaces, sino por la idoneidad para el puesto. Como dejó entrever en entrevista con DeChalaca en 2010, el exárbitro no es necesariamente un conocedor profuso de las problemáticas específicas del fútbol peruano; pero sí es, como lo ha demostrado en sus funciones municipales y ministeriales, un excelente ejecutor, de esos que -como buen árbitro- deben tomar decisiones rápidas. Por eso, es fundamental que Tejada haya sido ubicado allí, en el centro de la máquina para hacer que ella funcione.

No sorprende, pues, que alguien con el ojo empresarial de Edwin Oviedo haya elegido bien y rápido al personal de puestos claves. En ese sentido, sus primeros días son aplaudibles.

Los riesgos

No obstante, en paralelo a los nombramientos la nueva administración de la FPF ha hecho algunos anuncios para la discusión. El hecho de haber permitido elevar la cuota de extranjeros por equipo a cinco en lista de dieciocho, por ejemplo, podía ser previsible como forma de congraciarse con sus votantes (los clubes), pero es una medida que resta al desarrollo del fútbol. Si el mercado tiene una distorsión de precios -sueldos locales elevados-, lo mejor es procurar medidas para paliarla y no irse por la solución fácil, que afecta el surgimiento de nuevos jugadores.

Pero lo más preocupante se dio a partir de la circular 001-2015 emitida por la FPF el último 13 de enero, en cuyo punto 6 se anuncia la clasificación de los campeones y subcampeones departamentales a una nueva Etapa Nacional por ser implementada como parte del formato de la Copa Perú 2015. No es negativo que se pretenda hacer alguna modificación a un torneo que la necesita; pero sí lo son, y mucho, los diversos pronunciamientos -públicos o privados- de diferentes dirigentes departamentales a los que DeChalaca ha tenido acceso, que celebran esa medida vislumbrándola como el mecanismo que permitirá empoderar a la Copa Perú para, en palabras de algunos, "acabar al fin con la Segunda División".

La Etapa Nacional de la Copa Perú sería modificada aumentando la cantidad de equipos (Foto: Cristhian López Huaroc)
Como en el caso de los cupos de extranjero, el problema -auténtico e innegable- de rentabilidad en la Segunda División, una categoría que existe en cualquier sociedad futbolística civilizada, no puede resolverse por la fácil: eliminándola y angostando la esfera profesional del fútbol. De manera evidente, el amateurismo -o, en el caso peruano, la informalidad- será más barato y por ende "rentable" como aventura futbolística. Por eso, sería preocupante que en el entorno de la nueva administración de la FPF existere una corriente de pensamiento en este sentido, que inclusive podría estar confundiendo animadversiones personales -hacia las actuales cabezas de la Segunda División- con una reforma estructural que sin lugar a duda resultaría dañina para el fútbol peruano, luego de todo lo que ha costado descentralizar la categoría y volverla atractiva para la afición.

Es muy cierto que aún todo está en el campo de la discusión dirigencial y la administración Oviedo no ha tomado una medida al respecto. Pero si no se toma carta rápida en el asunto, va a generarse una bomba de tiempo que, como ya ha mostrado DeChalaca, puede ir conduciendo en el medio de la especulación o a deserciones de clubes o a desinterés por participar en un certamen que ya había alcanzado atractivo.

La paradoja

El conflicto del ascenso es especialmente complicado porque a los argumentos futbolísticos y empresariales se suma, desde las federaciones departamentales, una fuerte dosis de resentimiento regionalista contra una Segunda División que, algunos entienden, personifica una centralización del fútbol. Cosa por demás absurda, ya que de hecho en la Segunda 2015, luego del ascenso de Municipal, solo habrá un equipo de Lima Metropolitana: Pacífico, que jugará de regreso en Lima Norte. Pero no por eso desatendible, puesto que encarna un sentimiento con años de germinación y que se refuerza cada vez que la prensa que no cubre el ascenso ni entiende sobre él le dedica artículos llenos de adjetivos despectivos a la Copa Perú que en diversas zonas del país son leídos como insultos limeñoides segregacionistas.

La administración Oviedo, que está en posición de entender muy bien este último punto por su extracción provinciana, debe asumir que encarna una potencial bomba de tiempo que ralentizará cualquier otro avance en pro de mejorar el fútbol peruano. Ya la crítica seria -no la del insulto gratuito y el barro con ventilador- a Manuel Burga, en algo que ha llegado a reconocer el propio presidente saliente, ha coincidido en que la peor tara de los últimos doce años ha sido el escaso esfuerzo por formalizar a los clubes. Claramente, un fútbol con menos profesionales y más amateurs no será un fútbol más formal.

Por eso, es menester que la nueva FPF, después de esta primera quincena, aboque esfuerzos a que el ascenso encuentre, más que a su Oblitas, su Masías o su Tejada, un formato creíble y formal. Eso es, aunque las portadas de medio sol quieran decir lo contrario, más importante para el fútbol peruano que elegir un técnico A-1 para la selección.

Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
Fotos: Andina, Cristhian López Huaroc


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