Crucemos los dedos
Rinaldo Cruzado cumple 30 años y recibe como regalo una responsabilidad bastante grande: ser el sucesor de Claudio Pizarro como líder de una selección peruana a la que se le vienen tiempos difíciles. ¿Está a la altura del reto?
Cruzado forma parte de la conocida generación del 84 junto con Jefferson Farfán, Alberto Rodríguez y Paolo Guerrero, entre otros. Se trata de la generación más exitosa que el Perú ha tenido en décadas, y es la base de la selección que hoy dirige Pablo Bengoechea. Esta es la base que guiará a la selección los próximos cuatro años y que impone sobre sus representantes la responsabilidad de conducir al equipo y ser el ejemplo de los menores que vienen haciéndose lugar en una selección que hace lo que puede con lo poco que tiene.
Cómo está la cosa
Claudio Pizarro se retirará pronto. Al terminar las últimas eliminatorias dejó claro que tenía la intención –o las ganas, al menos– de seguir jugando. Nunca dio una respuesta clara porque era consciente de su edad y de que su ciclo está por vencer. Pase eso en un mes o en dos años, este Perú necesita un líder ya formado que empiece con la transición y se yerga dentro y fuera del camerín como conductor y capitán. El llamado a hacerlo es el que viene cargando la banda últimamente ante la ausencia de Pizarro: Cruzado.
Rinaldo es un líder nato en la cancha. Su presencia en la cancha se ha sentido siempre, desde cuando jugaba en Juan Aurich hasta cuando viste la bicolor. Además de eso, su función de recuperador y distribuidor le da viada para ser el que maneja al equipo, el que lo conduce con y sin pelota. Sin embargo, hay ciertas objeciones puntuales que hacen dudar si Cruzado es el indicado y si, en caso de serlo, está a la altura del reto.
No se pone en duda la calidad de líder de Cruzado pero, ¿es el candidato ideal? Después de pensar un poco parece que no hay muchas opciones para escoger. Rodríguez se pasa la mitad de la temporada lesionado y no se puede tener un capitán ausente la mitad del tiempo, además de que su presencia en la cancha es más de juego que de dirección. Vargas parece tener una personalidad que puede resaltar dentro del grupo pero ha demostrado ser un jugador que no sabe priorizar y ser ejemplo. Guerrero y Zambrano son dos jugadores que sí tienen presencia pero carecen de compostura. Paolo ha sabido contener mejor sus rabietas pero Carlos demostró contra Iraq que a los 25 sigue jugando tan fuerte y desmedido como a los 20. Un capitán es el ejemplo en la cancha, y uno que se hace expulsar con frecuencia rompe con el molde. Por ahí se dirán se mencionarán otras opciones como Farfán o algún otro, pero eso ya es nombrar opciones a tientas solo porque han tenido carreras más exitosas o porque son los mayores.
¿Dónde están los demás? La respuesta es que no hay. Hay un hueco generacional gigante entre los nombrados y los más jóvenes que cargan una mochila muy pesada –y que no deben–, salvo pocas excepciones. Entonces empezamos a depender de una lista de candidatos bastante corta y con tantas virtudes como deficiencias.
Cómo pinta
El panorama es bastante negativo. La competitividad de la región ha aumentado. Para muchos, Brasil fue el mejor mundial de la historia, y para los que no, al menos fue el más competitivo. El fútbol ha evolucionado muchísimo y ya no hay ‘cucos’ como Holanda o Italia que se comen a los más débiles. Equipos como Costa Rica demostraron que hoy pesa muchísimo un planteamiento inteligente y que ante ello no hay estrella que te salve el pellejo. Se llama juego colectivo. ¿Dónde está Perú en todo esto? Está igual. No mejora y, tal vez decimos con mucho optimismo, no empeora. Así que se vienen tiempos de mucha turbulencia y gran dificultad. La única opción que queda es trabajar, pero trabajar a largo plazo. No en vano siempre se dice que la generación que emerge es la destinada a sacarnos de donde estamos.
Encima de todo eso, el desaliento es general. Si no hay nuevos jugadores –salvo los pocos que empieza a introducir Bengoechea– y no hay vistos de mejora mientras que el resto avanza, necesitaremos un líder que tenga lo necesario para cargar una mochila que se viene haciendo más y más pesada desde hace tres décadas. Un líder que les enseñe a los menores lo que necesitan para explotar sus habilidades y contribuir con el equipo; que les dé la tranquilidad necesaria porque inevitablemente tendrán que cargar parte del peso de un equipo que ha fracasado mucho y que sufre una presión desmedida por culpa de la prensa chicha y del hincha desesperado. ¿Podrá ser Cruzado?
Desde hace un tiempo Cruzado viene bajando su nivel. Tuvo pasos poco exitosos por Italia y Argentina y su fútbol se vio claramente afectado. Los últimos partidos fueron muestra de que su nivel anda en caída. Contra Iraq simplemente no la vio. De ser un excelente lanzador de pases largos pasó a no atinarle ni siquiera a los más cortos y simples. Tal vez haya sido cosa del momento y empiece a recuperar juego y velocidad en su etapa en Uruguay. Él lo necesita y lo necesitamos todos. Lo necesitamos apto para jugar un partido completo. Y más que eso, lo necesitamos apto para jugar. Si no se afina va a terminar siendo relegado y un capitán que dirige en el vestuario pero que no está en la cancha no puede llevar la banda. Es la opción natural para hacerlo pero no a cualquier precio. Si sufre él sufrimos todos. Necesitamos renovar al equipo. Renovar la actitud; renovar al capitán. Podemos decir que Cruzado está a la altura del reto pero no si podrá cumplirlo. Si será o no depende enteramente de él.
Composición fotográfica: Aldo Ramírez / DeChalaca.com
Fotos: AFP, EFE
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