Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.comPese a que dos de cinco llegaron a los octavos de final, el rendimiento de los equipos africanos volvió a ser decepcionante en el Mundial. ¿Por qué África sigue sin dar el salto a la consolidación pese a contar con grandes individualidades?

 

Se ha escrito mucho sobre fútbol africano al punto de caer en lugares comunes como “los africanos siguen siendo ingenuos en defensa”, “solo son potencia en categorías juveniles porque marcan la diferencia físicamente”, “solo exportan jugadores pero no conforman un equipo”, “ya pronto aprenderán a jugar y serán protagonistas de un Mundial”, etc. Lo cierto es que salvo excepciones como Senegal en 2002 o Ghana en 2010, el grueso de las selecciones del continente negro son aves de paso en la Copa del Mundo. Si bien en Brasil 2014, Argelia y Nigeria clasificaron a octavos de final y protagonizaron dignos partidos ante Alemania y Francia respectivamente, el saldo fue negativo: Camerún hizo cero puntos por segundo mundial consecutivo, la ‘generación dorada’ de Costa de Marfil quedó eliminada en fase de grupos por tercera vez consecutiva y Ghana no pudo con su irregularidad y pasó de empatarle a Alemania a caer ante una desahuciada Portugal.

En Brasil, Camerún cumplió su papel más pobre en la historia de los mundiales (Foto: AFP)Cuando Camerún sorprendió al mundo en Italia 1990 al ganarle en el partido inaugural a Argentina, entonces campeona mundial, y alcanzaron los cuartos de final, los equipos africanos fueron considerados una amenaza y se auguró que en unos mundiales más serían campeones. Sin embargo, con el pasar de los años la realidad es otra: hay una gran incapacidad de las distintas federaciones africanas por establecer proyectos deportivos serios que logren consolidar los prospectos de las categorías juveniles para formar selecciones adultas competitivas.

¿Cuál es el problema de fondo?

A diferencia de las categorías juveniles, donde el factor físico es un factor diferencial, y la clave para entender el éxito de las selecciones africanas en los Sub-17 o Sub-20, a nivel de mayores el juego colectivo adquiere mayor relevancia y esto quedó demostrado en Brasil 2014. La Portugal de Cristiano Ronaldo o la Inglaterra de Rooney quedaron rápidamente de lado por equipos con una idea de juego definida y con jugadores que conocían y sabían plasmar en cancha las ideas del técnico (la Costa Rica de Jorge Luis Pinto o la Colombia de Pekerman). Justamente, en la figura del estratega es donde radica el punto crítico del fútbol africano.

Argelia superó por primera vez la Fase de Grupos cumpliendo una buena campaña en el Mundial (Foto: AFP)Los cambios de técnicos son habituales en África, pero resulta curioso que no se siga un estilo de juego en las diversas selecciones. Así, se puede contratar un técnico de la escuela francesa para pasar de inmediato a uno del medio local. Los términos de largo plazo o continuidad no existen en esta parte del continente. Por citar solo un ejemplo, Ghana superó la primera fase de  Alemania 2006 y Sudáfrica 2010 con técnicos serbios como Ratomir Djukovic y Milovan Rajevac. Para Brasil 2014confiaron en uno local, el ex jugador de la selección ghanesa, James Kwasi Appiah para ahorrar dinero (fue el técnico peor pagado de los 32 participantes) y los resultados salieron a la luz.

Sin directrices claras ni un estilo de juego que se cultive en un mediano plazo, resulta difícil lograr grandes resultados. Las desconcentraciones defensivas, el mal manejos de resultados a favor o la poca cohesión entre las líneas defensivas y ofensivas obedecen a la falta de un trabajo técnico. Tener grandes individualidades sirve de poco si los mismos jugadores no tienen una filosofía de juego clara y no confían en el entrenador (basta citar los problemas que se dieron en Costa de Marfil con la suplencia de Drogba por la poca confianza que le tenía su técnico Sabri Lamouchi o la incapacidad del técnico Volker Finke por unir a los jugadores cameruneses en medio de protestas por las primas que debían cobrar).

El caso argelino

Ghana volvió a caer en su intento de ser una selección competitiva con una generación que acabó su ciclo (Foto: AFP)Una de las sorpresas del Mundial fue sin duda el desempeño de Argelia al mando del bosnio Vahid Halilhodzic debido a que se pudo apreciar a un equipo compacto en todas sus líneas y con un libreto claro, de pelota al ras de piso y de constante presión para la marca, acaso una característica de los equipos del norte de África. Sin embargo, la buena imagen que dejaron ‘Les Fennecs’ corre el riesgo de quedar solo en el recuerdo debido al alejamiento de su técnico, quien culminó su contrato y no da indicios de renovar. Con el francés Christian Gourcouff como principal voceado para tomar la posta de Halilhodzic, es incierto el rumbo que tome el seleccionado argelino.

Lejos del desarrollo

Mientras no exista una mejora en la organización de las federaciones africanas que se traduzca en el establecimiento de proyectos futbolísticos con un rumbo más definido será difícil que el fútbol del continente negro evolucione. Por más jugadores que se produzcan, de nada servirá si el encargado de dirigirlos no conoce la idiosincrasia de los jugadores y sepa los problemas sociales y culturales que también aquejan a los jugadores. Las disputas por premios económicos que se vieron en Camerún y Nigeria no son hechos aislados. Obedecen a un contexto que mezcla necesidades y ambiciones de parte de los jugadores. No es fácil construir un proyecto en un continente que ha sufrido y sufre constantemente saqueos y traiciones (basta con ver cuantos jugadores de orígenes africanos juegan en selecciones europeas). Si no se puede continuar con un técnico al menos la conformación de un equipo de trabajo que siga unos lineamientos establecidos es la apuesta a considerar en el continente negro para buscar un desarrollo deportivo.

Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com
Fotos: AFP

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