Foto: Miguel Koo Vargas / DeChalaca.comCuando San Martín parecía resignado a ver a Melgar clasificarse a la final del Torneo del Inca en su cara, aparecieron Josepmir Ballón y su barba para empatar la "semifinal" en el Callao. Perea y García, en la agonía, sellaron un 3-1 con alucinante epílogo que selló un auténtico partidazo.

 

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Como en una tarde de miércoles en Matute de hace diez años, Piero cantó como quiso por una esquina y la mandó bombeada al medio. Llegó 'Cachete', solo que esta vez no para barrerse y rubricar el segundo de la tarde como hizo en aquel clásico del Clausura 2004 con Universitario. Más bien cabeceó, en inmejorable posición de gol, hacia el saque de meta. Melgar se había perdido el segundo, y la verdad es que en ese momento parecía demasiado seguro ganador como para no tener inconvenientes en darse ese lujo.

Porque en ese momento de la tarde que se fue enfriando en el Callao, el delicioso duelo táctico sin cuartel que libraron dos entrenadores de ternos distintos y también ideas diferentes como Julio César Uribe y Juan Reynoso ya había comenzado a decantarse por el segundo a partir de un factor que no se dibuja en la pizarra: el carácter. Jóvenes como Córdova e Hinostroza lucían cabizbajos, algo resignados ante un Zúñiga que en cada pelota entraba con doble cachete e imponiendo presencia. Es que, como toda Arequipa ("Arequipa, Arequipa" resonaba en el Grau, al mismísimo nivel del mar) estaba acicateado por el golazo de Alva, una de esas salidas de contexto características de la carrera de Piero que le había permitido comenzar a definir el partido.
Tras un primer tiempo sin goles, Piero Alva sorprendió en el segundo con un gran remate que abrió el marcador a favor de Melgar (Foto: Miguel Koo Vargas / DeChalaca.com)
Fue entonces cuando alguien recordó que la experiencia, a veces, la transmite el pelaje. Y no porque pinte canas sino porque está volviendo, con una frondosa barba como cábala, al nivel que prometió antes de irse a Argentina a vivir las peores épocas de River Plate. Josepmir Ballón no es ningún viejo, pero sí lleva muchas batallas con una camiseta alba de la que, luego de la marcha de 'Pedrito' García del club, ha quedado quizá como máximo referente identitario. Se paró el '29' en el borde del área, impuso presencia, dio uno y dos pasos y le cruzó la pelota al hasta entonces invencible Butrón para empatar.

Lo que vino luego fue un partido de recreo de colegio de esos que apasionan más que cualquiera. Instantes de vértigo, tensión, gente parada de sus asientos, otros yéndose para no querer ver. Idas y vueltas en ambos arcos, defensas jugando de delanteros, delanteros por cualquier parte y un arquero metiéndose en una jugada casi sin balón parado en el área rival. El empate no le servía a cualquiera, por lo que el "mete gol gana" en toda su expresión dominaba los instantes más emotivos que ha regalado este Torneo del Inca en este arranque del año. Y en una de esas las revoluciones jugaron su parte: Mario Soto le dejó la pierna a Álvarez y Garay vio y pitó el penal. Perea, manos a la cintura con sangre fría, la mandó adentro sin tomar carrera.
La San Martín pudo darle vuelta a la historia en el Callao en los últimos minutos, sellando su trunfo con el tanto de Raziel García (Foto: Miguel Koo Vargas / DeChalaca.com)
Luego vinieron el gol de Raziel y el tremendo tole-tole que se armó por una pelea entre uno de los utileros albos y Édgar Villamarín. Atrás había quedado un magnífico choque de propuestas, con una San Martín que si hizo una diferencia fue que tuvo mejor capacidad de reacción ante cada ocasión de gol perdida: generalmente respondía con un nuevo ataque, mientras que Melgar, cada vez que llegó -tuvo varias-, no supo retrucar igual sino que generalmente cedió la posesión al rival en salida. Uribe arriesgó demasiado, quizá, al sacar a Ubierna y quedarse sin el eje de su 4-1-4-1 inicial a cambio de tener un delantero más con el uruguayo Silva; fue justamente entonces cuando Melgar se paró mejor y escribió la historia narrada al inicio, cuyo final parecía ser distinto producto de la experiencia y acabó siendo lo que fue gracias al mismo factor, pero con unos pelos de barba de diferencia.

Fotos: Miguel Koo Vargas / DeChalaca.com

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