Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.comBorussia Dortmund y Bayern Munich revolucionan Europa con su fútbol. A propósito de este choque de titanes teutones, un exhaustivo análisis táctico sobre cómo nació una idea de juego que rompió tradiciones en Alemania y cómo ambos equipos la han consolidado.

 

Este sábado 25 de mayo en Londres, el añejo Wembley recibe su sétima final de torneos de clubes europeos. Alemania, en la tierra de su archirrival, consolidará el nuevo estilo que ha impregnado en su fútbol desde hace una década. Bayern Munich y Borussia Dortmund son, pues, representantes fieles del cambio drástico en el juego teutón.

Ambos son, de hecho, muy distintos de aquellos equipos alemanes que pisaron Wembley hace casi medio siglo en el Mundial de 1966, y del que llegó a la Final de la Eurocopa 1996. Bayern Munich y Borussia Dortmund han seguido un proceso que se alineó con lo propuesto por Jürgen Klinsmann a su llegada como asesor técnico a la Federación Alemana de Fútbol.

La era post-Klinsmann

Jurgen Klinsmann junto a Joachim Löw, el comando técnico de Alemania que comenzó a cambiar el tradicional estilo futbolístico germano (Foto: DPA)Jürgen Klinsmann quizás será más recordado en el futuro por sus grandes logros como futbolista que por su trayectoria como técnico. Pero su aporte, aunque no terminó siendo sustancioso fue clave en el giro del fútbol germano. El ex delantero alemán llegó a la Nationalmannschaft luego del alejamiento de Rudi Völler, ex compañero suyo en ataque en aquella selección campeona de Italia 1990.

La Alemania de Völler buscaba más de lo mismo: un ‘9’ fulminante, rematadores de media y larga distancia excelentes y un sistema defensivo que imponía su físico. Todo con una idea de juego con poco vértigo, pero vertical.

Klinsmann fue quien animó no solo el recambio generacional, sino el de toda la base de un estilo que estuvo marcado en dos de las tres Copas del Mundo conseguidas por Alemania. Precisamente en Italia 1990, con Klinsmann como figura, Alemania mostró a una de sus selecciones más prolijas con el balón en toda su historia.

Entonces, Thomas Hässler, Pierre Littbarski y Lothar Matthäus comandaban una volante con técnica depurada y habilidad brasileña en el uno contra uno. En defensa, Jürgen Kohler gozaba de tan buen pie como Mats Hummels, mientras que Andreas Brehme contaba con una proyección ofensiva comparable con la de Phillip Lahm, y una gran técnica de remate. Völler y Klinsmann no eran dos tanques, pero sí habilidosos cazadores dentro del área.

Viniendo de una generación llena de talento y técnica, con jugadores completos en todas sus líneas, la herencia que iba a dejar no podía ser otra que la del fútbol total. Jürgen Klinsmann llegó con esa idea, criticada en un principio por los malos resultados y una inexperiencia que no lo respaldaba.

La locura de Klopp

Jürgen Klopp -a la izquierda- con camiseta del Mainz en una forzada acción cuando aún estaba en actividad como futbolista (Foto: Imago)Fue Jürgen Klinsmann quien puso una almohada cómoda donde la nueva filosofía futbolística alemana pueda descansar y desarrollarse. Los soñadores llegaron luego, y el principal sería Jürgen Klopp.

Klopp siempre está a un paso de saltar sobre la línea de cal que lo divide del campo de juego, por su energía en sus apuntes al equipo y la forma en que vive el partido. Pero para él es mejor así: detrás de la línea. En su época de futbolista, era un volante de marca al que no le sobraban virtudes con el balón, pero sí sacrificio y tenacidad. Así se convirtió en emblema del Mainz 05, único equipo por el que jugó y en el que permaneció doce años.

¿Pero cómo un futbolista agresivo y poco virtuoso pudo llegar a moldear este Borussia Dortmund? La regla otra vez se rompe: aquellos quienes digan que para ser técnico hay que haber sido un buen futbolista, se equivocaron otra vez. Jürgen Klopp entiende que el talento puede encontrarlo en cualquier lugar y a cualquier costo; lo que él busca son jugadores ambiciosos y capaces de romper sus propias limitaciones.

“A mí no me interesa quién es el mejor, sino quién saca lo mejor de sus posibilidades… Todo el mundo conoce al mejor, cualquiera sabe quién es el mejor, pero ¿quién resulta fascinante?”. Pues el propio Jürgen  Klopp.

Su apariencia de científico no es casual. Klopp se graduó en la Universidad Johan Wolfgang Goethe en Ciencias del Deporte. La obsesión y disciplina naturales en ‘Kloppo’ lo llevaron a hurgar tanto en modernas tecnologías como en ideas de juego perdidas en el tiempo. Todo esto volcado en un Borussia Dortmund que empezó a reconstruirse a partir de su llegada.

Uno de los principales conceptos que influyó en Jürgen Klopp fue desarrollado por Volker Finke durante dieciséis años en Friburgo bajo el recordado Breisgau Brasilianer. Un equipo chico que Finke transformó en un cuadro protagonista y vertiginoso con movimientos tan variados como los de Dortmund y una versatilidad táctica sorprendente para el medio alemán.

Entre los conceptos creados por Finke y heredados por Klopp, el más importante es el de la Cinética Vital: ejercicios de coordinación entre el cerebro y el cuerpo, en búsqueda de infinitas variantes en los movimientos. El cuerpo de los futbolistas es entrenado para cualquier situación del juego.

Volker Finke, la inspiración de Klopp, cuando dirigía al Friburgo (Foto: unkar.org)Así se puede explicar no solo la memoria colectiva, sino también la física de los jugadores de Dortmund. Con qué facilidad Marco Reus mueve el balón en su traslado veloz, o cómo Mario Gotze explota la banda al borde de la línea sin perderlo. Y el mejor ejemplo de la cinética vital es Robert Lewandowski, quien parece flotar sobre el campo con movimientos tan flexibles para su estatura que es capaz de dar una media vuelta tan potente como en el tercer gol al Real Madrid.

El cúmulo de conceptos y procesos que ha creado Klopp, muestran a un Dortmund con vértigo, agresividad y elasticidad, tanto individual como colectiva. Plasmado en un 4-2-3-1, proyecta una idea que parece tener a los cerebros conectados entre sí. Esa del conocimiento pleno entre Ilkay Gundogan y Sven Bender para entender cuándo quedarse o salir, para saber de memoria dónde está ubicado el otro y no perder esos metros que una línea debe tener con otra. Este es el punto de equilibrio del cuadro carbonero.

El ataque es virtuosismo con parámetros. Dortmund está capacitado para hacer cambios en el mismo partido. Lewandowski, por ejemplo, puede esperar, retroceder o anclarse a un lado dependiendo del momento, manejando casi a la perfección estos movimientos.

Goleador del equipo, la figura de Robert Lewandowski crece por su importancia como eje de ataque de Dortmund (Foto: AFP)En tanto, Marco Reus, Ilkay Gundogan y Mario Götze no están encasillados, pero sí sujetos a variantes de movimientos ya establecidos que ellos deciden ejecutar en ataque. En síntesis, un movimiento de Lewandowski, mueve a todo el equipo minero instantáneamente.

Sucede lo mismo con la presión que ejerce sobre el rival. Las líneas andan muy cerca una de otra y la recuperación veloz del balón también se basa en jugadores de buen pie. El primer paso para recuperar es interceptar; el siguiente y clave, depende de la técnica de control de quien intercepta para hacer suyo el esférico. No obstante, en Dortmund este primer control se convierte en el pase que comienza un ataque.

Quizá al leerse esto parezca simple, pero esta coordinación de movimientos al ritmo que ejecuta Dortmund obedece a la cinética vital explicada líneas arriba y a las limitaciones que supo romper Klopp en sus jugadores.

Heynckes por mientras

Una Bundesliga, una Supercopa de Alemania, dos finales de Champions League, dos eliminatorias inolvidables ante los dos más pintados de Europa, Real Madrid y Barcelona, y un Bayern Munich que se eleva sobre ellos. Nada de esto bastó para que el técnico de 68 años nacido en Mönchengladbach, Jupp Heynckes, se quede al mando del equipo muniqués.

Con Borussia Mönchengladbach, Jupp Heynckes fue uno de los futbolistas más reconocidos de Europa. Aquí aparece en partido ante el Fortuna Düsseldorf (Foto: rp-online.de)Josef Heynckes tuvo una trayectoria destacadísima como futbolista. Fue parte del Mönchengladbach que le quitó el dominio al Bayern de Beckenbauer en la década de los setenta, así como de la selección alemana comandada por el ‘Kaiser’ campeona del mundo en 1974 y de la Eurocopa 1972. Una de las generaciones teutonas más brillantes.

Josef 'Jupp' Heynckes llegaba al Bayern Munich nuevamente como un técnico de transición, frente a un cambio que la dirigencia alemana buscaba desde la llegada de Jürgen Klinsmann en 2008 y posteriormente de Louis van Gaal. Para entender a este Bayern desde la mirada de Henyckes, por tanto, habría que recordar lo que dejaron sus antecesores, que fue la base del actual equipo muniqués. Esto lo distingue de Klopp, quien tuvo que empezar desde cero con una identidad de juego y trabajo en Borussia Dortmund.

Tanto Van Gaal como Klinsmann gustaban de equipos profundos y dominadores del juego. No empleaban volantes de marca netos, al igual que Heynckes con Luiz Gustavo, Javi Martínez o Bastian Schweinsteiger, y con jugadores que sepan jugar pegados a una banda: Franck Ribéry y Arjen Robben, apoyados por laterales que también produzcan en ataque como Phillip Lahm.

¿Por qué no tuvieron Van Gaal o ‘Klinsi’ el éxito de Heynckes? A ambos equipos de Bayern les faltaron variantes de juego, jerarquía defensiva y un vestuario comprometido con la idea. Cabe recordar las constantes desavenencias entre Franck Ribery y Arjen Robben, ambos siempre al borde de dejar el club en cada temporada.

Lo que consiguió Jupp Heynckes en esta edición de Bayern es hacerlo madurar: convertirlo en un equipo agresivo en todos los sectores de la cancha. El gran cambio fue haber dominado el juego aun sin la posesión del balón con distintos tipos de pressing que destruyeron a Juventus, Barcelona y Arsenal a domicilio.

La esencia del sistema muniqués busca atacar aun cuando se defiende. Por ejemplo, Barcelona tuvo mayor posesión de balón en el Allianz Arena, pero gran parte de sus pases efectivos fue detrás del mediocampo, lo que mantuvo la pelota más cerca del arco de Valdés que de Neuer.

Pese a no ser punta neto, Thomas Müller es el goleador de Bayern en la edición 2012-13 de la Champions por encima de Mandzukic, Gómez o Pizarro (Foto: AFP)La presión de Bayern, pues, encasilla y limita al rival: lo empuja hasta la cornisa, donde un error puede darle la oportunidad al cuadro alemán de encender su máquina contragolpeadora. El perfecto estado físico de Franck Ribéry y Arjen Robben para esta tarea, queda demostrado en el cuarto gol muniqués en el Allianz Arena ante Barcelona.

En ataque, el cuadro bávaro tiene a un ‘9’ y un falso ‘9’. A comparación de Robert Lewandowski, los delanteros que han alternado en Bayern en la Champions League, Mario Gómez y Mario Mandzukic, salen poco del área; más bien buscan el roce con los centrales rivales y hacerles cortina, con un juego parecido a los pivotes de la NBA.

El falso ‘9’ es Thomas Müller. Recorre el ancho del campo retroalimentando a su volante y conformando una pared que devuelve balones mientras Schweinsteiger, Ribery y Robben preparan la ofensiva. Cuando parece que Müller queda atrás en la jugada, aparece sorpresivamente pisando el área, y normalmente lo hace para anotar. Es el goleador de Bayern con 8 anotaciones.

Tradiciones alemanas

La final de la Champions los tendrá una vez más frente a frente, igual como en la Bundesliga, aunque este será el último encuentro entre Klopp y Heynckes (Foto: uefa.com)Pese al cambio que ha seguido en los últimos años y seguro agudizará con la llegada de ‘Pep’ Guardiola, Bayern Munich mantiene centrales (Van Buyten, Dante y Boateng) que se sienten más cómodos con un balón largo a Mandzukic o Müller que buscando el pase exacto a Bastian Schweinsteiger.

El cuadro muniqués tampoco busca elaborar de más su ataque; por el contrario, prefiere el factor sorpresa, tomar al rival mal parado y empujarlo al error. Son dogmas de la vieja escuela alemana que Bayern Munich aún guarda. En cambio, Borussia Dortmund sostiene un pressing que impone la anticipación sobre el error del rival. El control del juego a partir de la posesión del balón se acomoda más a las virtudes que implantó JürgenKlopp en su colectivo.

Sin duda, la riqueza técnica que ha ganado Alemania gracias al atrevimiento por el cambio de Jürgen Klinsmann, la obsesión de Jürgen Klopp y la vieja escuela de Jupp Heynckes, beneficiará a su selección, dirigida por Joachim Low, segundo de Klinsmann hace algunos años. La Nationalmannschaft puede escribir la página de gloria de esta revolución alemana y acabar conquistando el mundo fútbol en 2014, convirtiéndose en la nueva meca de este deporte.

Composición fotográfica: Roberto Gando / DeChalaca.com
Fotos: DPA, Imago, unkar.org, AFP, rp-online.de, uefa.com

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